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Todo lo que queda por desatar

José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández

Desde «todo ha quedado atado y bien atado» hasta la más reciente «el que pueda hacer que haga» y su traducción al lenguaje más tosco «p’alante», la intencionalidad de estas frases es la misma a pesar de la transición: poner todos los medios para dificultar la democracia y que no gobierne la izquierda.

«Todo ha quedado atado y bien atado con la designación como mi sucesor a título de rey del príncipe Don Juan Carlos de Borbón», dejó claro el dictador asesino en su discurso de Navidad de 1969. Y no solo por el rey, sino porque detrás quedaban aseguradas una importante desestructura social y una sociedad anestesiada. La transición —que no fue pacífica ni modélica, pero que en aquel momento fue consensuada porque no quedaba otro remedio debido al permanente ruido ambiental de sables— se debatió en sus inicios entre reforma o ruptura y quedó en reforma pactada, y maquillada para simular una ruptura pactada. Se aprobó una Constitución, sí, pero en ella se consolidó al discípulo del dictador. Sea como fuere, se realizó en términos muy favorables a los sectores conservadores y dirigida por los poderes económico, mediático, eclesiástico, militar o judicial. La monarquía sigue simbolizando la continuidad de aquellas ataduras; la transición solo pudo dedicarse a deshacer algunos nudos, pero, como podemos sentir en la actualidad, quedan muchos cabos por atar y nudos por desatar. 

«El que pueda hacer que haga», ordenó Aznar desde la estantería de Narcisos irredentos, dominada por el concepto hybris. Estamos trabajando en ello, contestaron con acento tejano sus seguidores. Manos Limpias se puso manos a la obra, a manosear; Hazte Oír escuchó y se hizo oír; Abogados Cristianos asintió en el nombre del pádel, del pijo y del espíritu rancio: amén; la caverna mediática fabricó bulos a espuertas con el aplauso de la fachosfera y el fascismo callejero ocupó los alrededores de Ferraz, brazo en alto, caralsoles nocturnos y volar de banderas gallináceas, paso triste y montaraz acompañadas de las flechas en su haz para que en España, de nuevo, empiece a oscurecer. Vox vocifera fascismo y el PP calla o ayuda. Tellado contraría a su homónima Corín y sustituye el lenguaje romántico por el violento, Gamarra enseña los dientes y todo el PP, con Feijóo a la cabeza, ejerce de antipatriota por Europa.

«Todo ha quedado atado y bien atado con la designación como mi sucesor a título de rey del príncipe Don Juan Carlos de Borbón», dejó claro el dictador asesino. Y no solo por el rey, sino porque detrás quedaban aseguradas una importante desestructura social y una sociedad anestesiada

MAR, ese chulo que castiga, ordena p’alante en línea con su jefe Ánsar, en versión pedestre, y los jueces, un colectivo del que la tercera parte es opusdeísta y un 90% conservadores muy conservadores, obedecen y también hacen lo que pueden.

Peinado sigue desmelenado con Begoña, el Fiscal General del Estado es investigado por aclarar que el delincuente novio de Ayuso se llevó un montón de dinero de Hacienda y no al revés. Hurtado hurga hasta donde no debe. Velasco, cuyo apellido rima con lo que producen sus declaraciones clasistas, arremete contra las cajeras de supermercados por perder el tiempo trabajando mientras él se metía de lleno en buscar cómo se trataba el consentimiento en el derecho romano, a la par que estudia la Constitución para ver cómo cuela que quien saca más votos debe gobernar si es de los suyos. Además de la tortedad de la justicia, que solo ve con el ojo derecho, «ocasiones hay en que la justicia misma produce entuertos» (Sófocles).

Con el lawfare en pleno apogeo, Mazón, en lugar de judicializar, prefiere militarizar, en este caso la reconstrucción tras la dana, con el nombramiento de un general que reniega de la política. 

Hay que desatar nudos eternos y el que pueda hacer que haga por la democracia y las políticas sociales. Frente a la Internacional trumpista y neofascista... Agrupémonos todos.

Adenda: No soy pariente de Pedro Sánchez. Lo digo por si acaso.

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José Félix Sánchez-Satrústegui Fernández es socio de infoLibre.

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