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‘Love & death’, un Kelley mejor que ‘Todo un hombre’

Fotograma de ‘Love & death’.

David E. Kelley, creador de Ally McBeal o Big little lies entre otro montón de títulos, o guionista destacado en la mítica La ley de Los Ángeles, es de esos autores a los que es difícil resistirse pero que son capaces de lo mejor y de lo no tan bueno.

Acaba de estrenar su última serie en Netflix y resulta de lo más decepcionante a pesar de tratarse de una adaptación del novelista Tom Wolfe, Todo un hombre. Y a pesar también de contener elementos para dibujar un fresco sobre cuestiones raciales y de clases sociales en los Estados Unidos de los años 90. Sin embargo, se queda en un boceto blando que no muerde realmente ningún tema y tampoco encuentra su tono.

Cuando tenerlo casi todo no basta

No ha bastado contar con Jeff Daniels, Diane Lane o Lucy Liu en el reparto, o con la actriz y directora Regina King al frente de tres episodios. Tampoco con la abundancia de medios con la que cuenta este productor. 

Todo ello permite que la serie sea incluso agradable de ver, pero no amortigua la sensación insulsa que provoca al terminar. Un final que no tenía ya pinta de ir a ser brillante pero que consigue incluso bajar la media del conjunto.

Otros títulos, mismo autor

Pero, como esta sección trata más de recomendar series interesantes que de señalar proyectos fallidos, es un buen momento para recuperar la penúltima serie de David E. Kelley, Love & death.

Sus siete episodios, estrenados el año pasado, están disponibles en HBO Max. Tampoco se trató entonces de un proyecto redondo, perfecto, pero sus virtudes sí sobresalen y la convierten en una historia intrigante y recomendable.

Recreación de un crimen real

Love & death recoge un suceso real que ya había sido abordado por la película para televisión Implicación criminal en 1990. Otra serie limitada, Candy: Asesinato en Texas se emitió en 2022 y está disponible en Disney+. Esta serie comenzó a hacerse después de la de David E. Kelley, aunque se terminó antes y por ello estuvo en antena en primer lugar.

El hecho que resultó tan inspirador para diferentes guionistas de ficción fue el asesinato de Betty Gore en la apacible y aburrida ciudad de Wylie. Un violento crimen en el que la víctima era una discreta profesora asidua a la iglesia que recibió 41 hachazos en su casa un día de verano de 1980. 

Retrato de una dama

La serie de Kelley se centra en el personaje que recrea a la verdadera Candy Montgomery, quien tenía una aventura con el esposo de la víctima. Y es el retrato de Candy el que consigue fascinar e intrigar.

Elizabeth Olsen interpreta a esta mujer que en la vida real respondía al prototipo de la esposa y madre ideal para el imaginario más conservador. Organizada, perfecta, sociable y el alma del colegio de sus hijos o de la vida en torno a la iglesia.

Una actriz en primer plano

La actriz deslumbra en unos difíciles primeros planos en los que transmite un carácter insólito, desde el que es capaz de plantear una aventura extramatrimonial con el mismo espíritu práctico con el que aborda la agenda de actividades escolares de sus hijos.

El pequeño mundo descrito por la serie gravita en torno a la impecable Candy, una especie de Madame Bovary del siglo XX, muestra del esplendor y fracaso absolutos de la burguesía. Esta maestra suprema de la compostura resulta siempre interesante, aunque el argumento pegue algún bandazo.

Su amante está interpretado por el magnífico Jesse Plemmons, a quien hemos visto en Breaking Bad, como protagonista de la segunda temporada de Fargo o de un episodio de Black Mirror, entre otros títulos de televisión o en la película de Scorsese Los asesinos de la luna

Sacudida en el mundo de los suburbios

La interpretación de los actores, un cierto humor negro helado muy en el fondo y la ambientación fiel a la comunidad en la que se desarrolla la acción permiten que la parte del argumento previa al crimen también resulte intrigante. 

Como en tantas series basadas en crímenes reales, la población en la que se da el suceso pasa a ser un personaje más. Aquí se presenta un suburbio de esos que conocemos tan bien como espectadores. Magnificas casas y dependencia del coche que llevan a un tipo de relaciones particulares que crean pequeños mundos muy homogéneos.

Policías y abogados

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La serie se va adaptando gradualmente al esquema de las historias televisivas con crimen y su consecuente investigación policial y proceso judicial. Kelley nunca pierde la oportunidad de filmar un juicio. Ejerció como abogado antes de ser guionista y ha aplicado en incontables ocasiones sus conocimientos legales. En este caso la personalidad de Candy sigue vertebrando esta segunda parte de la historia. 

Nos han presentado a una ama de casa que reina en el orden absoluto y ahora toca verla desenvolverse en la espiral de caos que provoca el asesinato. Lo que consigue el guion de Kelley, basado en el libro periodístico escrito en 1984 por John Bloom y Jim Atkinson, Evidence of love, es desarrollar un personaje tan puro que si fuera ficción sería inverosímil.

Y de paso muestra la mirada de la sociedad estadounidense de su tiempo a una mujer símbolo de lo que estaba bien. El estupor ante el hecho de que lo salvaje también pudiera habitar entre vecinos que se regalan cordialmente tartas de cerezas.

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