Es hora de tomar parte
Estas ultimas semanas vuelven al foco mediático, tras varios asesinatos, los jóvenes de la Comunidad de Madrid.
Por desgracia, algunos políticos denominan segunda generación de inmigrantes a estos jóvenes fruto de la inmigración que llegó a España, algo así como una continuidad de una primera generación de inmigrantes. Y otros, Vox, hablan de personas con DNI español.
No nos engañemos, utilizar estos términos sirve para hacer constar que no son ciudadanos de pleno derecho, que no son españoles y que, por lo tanto, las políticas que se lleven a cabo hacia ellos no son las que se deberían hacer para toda la ciudadanía teniendo en cuenta su especificidad, sino que se hacen específicas para ellos. Lamentablemente, esa delgada línea es la que marca a alguien que, aunque cumpla las reglas del juego que toda sociedad establece, nunca será visto como miembro de pleno de derecho de ella y que su diferencia no encajará en lo que algunos venden como España.
Es hora de tomar parte y fomentar espacios de participación para que nuestros jóvenes contribuyan a la construcción de sus entornos, y eso solo se consigue con más políticas sociales
Por esto, muchos jóvenes buscan espacios donde sí los vean como lo que son en una de sus múltiples identidades. Y ahí es donde caen en la trampa de la exclusión, que en muchos casos va acompañada de la delincuencia y de la violencia.
Que algunos de nuestros jóvenes usen la violencia y lleguen a acabar con la vida de otra persona es un asunto que debe preocupar a toda nuestra sociedad. Denominarlos como “bandas latinas” en un intento por remarcar su diferencia para no aceptar que forman parte de nuestra sociedad, y que son tan españoles como Santiago Abascal, es una irresponsabilidad. Y el pensar que con una actuación policial se puede atajar un problema que se ha ido generando por un contexto social excluyente, es un error.
El camino que por desgracia lleva a un joven a usar la violencia no es simple. Es un proceso largo. Por ello, la solución debe sustentarse en todos y cada uno de los procesos de socialización que vive nuestra juventud, para así prevenir este triste desenlace que estamos viviendo.
Es hora de tomar parte y fomentar espacios de participación para que nuestros jóvenes contribuyan a la construcción de sus entornos, y eso solo se consigue con más políticas sociales. Fomentar una juventud asociada contribuirá a una sociedad más justa e igualitaria.
Necesitamos trabajar en la creación de espacios que fomenten la participación teniendo en cuenta la especificidad de los y las jóvenes a las que se dirigían las acciones, lo que en su momento denominamos diversidad, palabra que parece que hoy día sirve para todo con el simple hecho de pronunciarla, y que de tan mal usarla ha servido para que poco se haya avanzado en la inclusión y la aceptación de una sociedad formada por muchas aristas.
Cuando hablamos de diversidad, hablamos de planes de empleo juvenil teniendo en cuenta las especificidades de todos y cada uno de los jóvenes a los que hay que dirigirse. Diversidad es cuando hablamos de vivienda y pedimos un acceso digno para los jóvenes y acciones que tengan en cuenta la especificidad, sabiendo que, si para Manuel López ya es difícil acceder a una vivienda, no sea más complicado para Youseff, Anelusha o Wilson.
Políticas amplias e inclusivas para esos jóvenes y niños para que sientan que este es su lugar y que el nuevo barrio donde viven también es su barrio.
Lamentablemente, el desmantelamiento de las políticas sociales que se ha llevado a cabo en muchos lugares de nuestro país ha llevado a que muchos de nuestros jóvenes se sientan perdidos y que el único lugar donde sienten que cuentan y son “alguien” sea en el seno de un grupo o pandilla, o “banda”.
Con el desmantelamiento en los barrios de actividades culturales gratuitas, centros deportivos a precios populares o espacios de creación propios en los que desarrollar todas esas ideas que a un joven se le ocurren, han impulsado un desarraigo en nuestra juventud.
Y al final, la libertad que nos vendieron consistía en realidad en que cada cual se busque la vida. Aunque eso suponga que algunos jóvenes la terminen perdiendo.
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Mohammed Azahaf es mediador intercultural.