¡Que coman pasteles!
Las recientes noticias sobre políticos que, sin necesitarlo, se han acogido a ayudas públicas en relación a bonos sociales, invita a una sencilla pregunta: ¿Es tan difícil pedir a algunas personas, no ya algo de garra ideológica, sino unos restos de dignidad con los más desfavorecidos?
Contemplo los desmanes, a mi modo de ver inaceptables, de quienes haciendo uso de la más elemental picaresca, han accedido a determinadas ayudas sin necesitarlas, sin precisarlas bajo parámetros objetivos. Uno, una, puede ser familia numerosa, pero no tener la urgencia de recibir ayuda. Ese uno, esa una, debería saber que las partidas solidarias no son un simple maquillaje para vivir aún mejor. ¿En serio necesito acogerme a un bono de calefacción solo por ser familia numerosa? ¿Y el nivel de vida y de estabilidad de esas familias numerosas? No es lo mismo ser hijo único con dos padres que ganan entre los dos 1.800 euros al mes (y ya soy optimista), que ser el benjamín de una tribu que cuenta con un patrimonio de cientos de miles de euros a su favor.
Estamos para dar soluciones, para construir un futuro mejor. Quizá haya llegado la hora de imponer, por ejemplo, tramos económicos a las familias numerosas
Teniendo derecho formal a pedir una ayuda a la Administración, no me debería acoger a sus beneficios por el simple hecho de que me va bien, mientras a otros les va puñeteramente mal. A veces, por los demás, por los que lo pasan mal, hay que saber decir “no lo necesito”. Eres tú quien pide la ayuda, no es una imposición derrochadora de la estructura pública. ¡Claro que resulta fantástico recibir un descuento! Pero ¿de verdad lo necesitas? En ocasiones, me cuesta entender a algunos políticos y me avergüenzo, porque no estamos aquí para dar semejantes espectáculos y justificarlos delante de la opinión pública. Estamos para dar soluciones, para construir un futuro mejor. Quizá haya llegado la hora de imponer, por ejemplo, tramos económicos a las familias numerosas. El Derecho, como buen arquitecto, ha de responder pronto a la aparición de algunas grietas. Una sociedad en la que se conceden becas de estudios a familias con ingresos de más de 100.000 euros anuales es una sociedad versallesca que da la espalda a los necesitados.
No nos podemos reír en la cara de quienes lo pasan mal, como hacen algunos con desfachatez. ¿Se acuerdan de las supuestas palabras de María Antonieta ante la falta de pan de los campesinos franceses? “Que coman pasteles”. Pues eso…
Una reflexión final: Pepe Mujica rechazó vivir en la Residencia Presidencial uruguaya; diputados y diputadas de la Comunidad de Madrid se ríen en la cara de quienes lo pasan mal. ¿A quién prefieren? La respuesta que den definirá la calidad humana de nuestra sociedad. Ni más ni menos.
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Mar Espinar es portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Madrid.