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El sinapismo de RTVE

Pedro Soler

Un veterano colega del periodismo de la radio, práctico donde los haya, comprendió muy pronto que el mejor modo de no enredarse con noticias poliédricas o sujetas a arriesgadas interpretaciones era contarlas de modo que nadie las entendiera. Y así, aplicando un método simple pero efectivo llegó a dirigir un ingenioso boletín informativo.

He llegado a leer una docena de veces la propuesta de reforma de RTVE que el Congreso ha remitido al Senado para su aprobación y he llegado a la conclusión de que sus redactores han aplicado la misma técnica que mi ingenioso colega. No les presumo mala intención. Supongo que, del mismo modo que te ves precipitado a narrar una noticia de objetiva relevancia sin comprenderla del todo,  los políticos han pergeñado un texto de reforma que ya sea por prisas en la estrategia política o por necesidad de satisfacer demandas profesionales y sociales, no deja de ser incomprensible y de enrevesado consenso parlamentario.

El botón de muestra es la advertencia pública que la portavoz de Podemos, Noelia Vera, ha lanzado al PSOE para que no acabe pactando con los conservadores la cúpula de RTVE. Y es que, según vayan evolucionando unos pactos que se harán entre bambalinas, el Senado tendrá que enfrentar la paradoja de dos enmiendas contradictorias aprobadas en primera instancia por el Congreso. Una de ellas, propuesta por el PSOE, permitiría que el Consejo de Administración esté compuesto por doce miembros, garantizando la paridad entre hombres y mujeres, mientras que la otra, propuesta por el PP, contempla nueve miembros, “procurando” que no garantizando dicha paridad.

El número de componentes del Consejo no es baladí, porque, entre otras cosas, deja en el limbo si los sindicatos mayoritarios con presencia en la Corporación, es decir UGT y CC.OO., entrarían a formar parte de ese Consejo a propuesta del PSOE y de Podemos, como ya les ocurrió en la reforma de 2006. Un hecho que podría ser determinante para inclinar la balanza de la izquierda en la gobernanza de RTVE y que el Partido Popular intentará evitar a toda costa.

Otras enmiendas remitidas al Senado sugieren que el plazo de aprobación de la reforma podría oscilar desde octubre de 2017 y el verano o, incluso, el otoño de 2018, según el análisis cronológico que ha realizado el grupo de estudios Teledetodos. Así, mientras que una disposición transitoria contempla la elección inmediata del nuevo Consejo y de su presidente por mayoría de dos tercios en primera vuelta y por mayoría absoluta en la segunda, otra disposición transitoria, estipula un plazo de tres meses desde la entrada en vigor de la Ley para desarrollar una normativa que permita la elección del presidente por concurso público.

Con todas las cautelas que se quieran aplicar –recuérdese el cruce de vetos políticos en el procedimiento seguido en Telemadrid–, el concurso público es una palabra mágica y esperanzadora, una muestra de buena voluntad política que, al menos, permitiría restañar, de forma provisional pero urgente, la malograda independencia de RTVE y la de sus máximos dirigentes en el laborioso plan de regeneración que precisa la Corporación.

La clave de bóveda es por tanto el factor tiempo, porque si sus señorías no operan el milagro de regular y aplicar ese concurso público antes de fin de año, el proceso de reforma entraría en fase de sinapismo (parche), aplicándose otra disposición transitoria que permitiría elegir nuevo presidente y Consejo por mayoría simple y por un período de otros seis años.

El cambio se habría producido, sí, pero tan estrangulado y tan plagado de incertidumbres que sólo generaría una inmensa frustración y un nuevo largo proceso de interinidad sobre RTVE, con la sombra de un probable adelanto electoral como nueva incertidumbre sobre su futuro.

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Es de esperar que el llamado cálculo político y las respectivas alianzas fraguadas en el Parlamento tengan previsto un plan de contingencia que no tire por la borda la confianza de los trabajadores y de un amplio sector social que no puede tolerar por más tiempo el uso partidista de RTVE. Aunque sólo fuera por su propia rentabilidad política, es de esperar que la urgencia de la reforma no haya producido un texto legal imposible de llevar a efecto.

No siempre lo urgente es lo importante. Tan necesario es el cambio de presidente, como lo es un plan estratégico de futuro, una financiación estable, una transformación digital y un cauce de participación ciudadana, por no hablar de la imperiosa necesidad de reformar la Ley General Audiovisual que impida que el gran duopolio televisivo comercial se siga nutriendo del abandono y la asfixia de la Radio Televisión pública. ________________

Pedro Soler es periodista y cofundador de Teledetodos

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