21D | Elecciones en Cataluña
El triunfo del independentismo con una participación récord refuta la teoría de la "mayoría silenciosa"
Con un 81,94% de participación sobre el total de ciudadanos llamados a las urnas, las del 21D se convirtieron este jueves en las elecciones autonómicas catalanas con más votantes de la historia. La mayor participación, no obstante, no alteró particularmente los resultados finales: el bloque independentista apenas perdió tres décimas con respecto a 2015 y se mantuvo en un 47,49% de los votos, mientras que los tres partidos que apoyaron la aplicación del artículo 155 en Cataluña pasaron a tener un 43,49% de los sufragios; es decir, exactamente cuatro puntos porcentuales menos. Catalunya en Comú-Podem, que se opone a la independencia pero defiende el derecho a decidir, se quedó con el 7,45% de los sufragios.
El porcentaje de voto que suman PP, PSC y Ciudadanos supone mejorar en 4,4 puntos el que obtuvieron conjuntamente en 2015, pero no les sirve para superar el resultado de los secesionistas, pese a que fundamentalmente los dos partidos conservadores unionistas habían pedido a la "mayoría silenciosa o silenciada" –en palabras del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy– que saliera a la calle y convirtiera "su voz en voto". Es cierto que el aumento de la participación ha beneficiado principalmente a los no independentistas, pero también es cierto que esa mayor movilización no ha restado fuerzas a los separatistas y que no refleja la existencia de una mayoría silenciosa antisecesionista. El retrato que arroja el 21D, más bien, es el de dos bloques parejos en fuerza, pero con los soberanistas en cabeza.
Así lo cree Sebastián Lavezzolo, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), que asegura que "con una participación de más del 80% y sin que haya habido una diferencia marcada del bloque no independentista con respecto del independentista, queda refutada la teoría de que existe una mayoría oprimida que no participaba" en los procesos electorales. "Pese a que ha habido una participación muy alta, el incremento no ha venido solo por parte de quienes habitualmente no participan y no son independentistas", señala el experto, que apunta que una parte de los abstencionistas habituales que se han movilizado en estas elecciones también ha votado por un secesionismo que ha podido, así, mantener sus cifras de apoyo.
Los partidos soberanistas, de hecho, llevan 18 años obteniendo cifras muy similares de voto, pese a que durante ese periodo han cambiado varias veces sus marcas y también teniendo en cuenta el hecho de que CiU –y, posteriormente, Convergència en solitario, que se transformó en el PDeCAT y después en Junts per Catalunya en los comicios del 21D– no defendió posturas independentistas hasta los comicios de 2012. Desde 1999, su porcentaje más bajo de apoyo en conjunto fue el que recibieron en 2006, cuando el 31,5% de los electores votó a CiU y el 14% a ERC.
Los resultados de las elecciones de 2015 fueron un calco casi perfecto de la media histórica de los tres bloques que marcan la política en Cataluña desde hace casi 40 años: 47,8% para el soberanismo (Junts pel Sí y la CUP), 39,1% para los contrarios al independentismo (Ciudadanos, PSC y PP) y 8,94% para la izquierda alternativa (Catalunya Sí que es Pot). Y en 2017, pese a que aumentó la participación hasta marcar el récord histórico –que databa precisamente de 2015, cuando votó el 74,95% del censo–, el porcentaje del soberanismo apenas ha bajado tres décimas.
"Antes del 21D, se tendía a pensar que el independentismo ya había alcanzado su máxima movilización y no podía crecer más", por lo que cualquier aumento de la participación iba a beneficiar íntegramente a los no independentistas, señala Lavezzolo. Y eso no ha ocurrido así, aunque es cierto que ha existido un "sesgo" favorable a Ciudadanos, PSC y PP entre este grupo. "Pero la movilización afectó tanto a no independentistas como a independentistas", y eso ha permitido que el secesionismo no perdiese prácticamente apoyos a nivel porcentual y, de hecho, haya ganado casi 100.000 votos con respecto a las elecciones de 2015, destaca el politólogo.
¿De dónde puede venir esta ganancia? Lavezzolo prefiere mostrarse cauto a este respecto, ya que todavía no existen encuestas poselectorales, pero se atreve a ofrecer una hipótesis. "Pueden venir de gente que antes no había votado, pero también de trasvases de voto", señala el experto, que apunta que, a su entender, es probable que buena parte del incremento independentista provenga "de antiguo voto de Catalunya Sí que es Pot que ha pasado a ERC".
El voto en el eje izquierda derecha
En lo relativo al discurso público, en las elecciones del 21D el eje dominante ha sido claramente el que separa a partidarios y detractores del independentismo, y de hecho únicamente Catalunya en Comú Podem se ha desmarcado claramente de ambos bloques. Pero, si se analizan las elecciones utilizando la clasificación clásica de izquierda y derecha, el resultado es claro: más de la mitad de los votos han ido a parar a partidos conservadores o liberales, y la derecha tendría mayoría absoluta en el nuevo Parlament.
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De las siete formaciones con presencia en la cámara catalana, son tres las que se identifican con la etiqueta conservadora o liberal: Junts per Catalunya (21,65% y 34 diputados), Ciudadanos (25,37% y 37 actas) y el PP (4,24% y 3 sillones). Entre esos tres partidos, la derecha suma un total del 51,26% de los votos emitidos este jueves y 74 escaños, una cómoda mayoría absoluta. Frente a ellos, la izquierda apenas logra 61 diputados y el 47,17% de los votos: 32 de ERC (con un 21,32%), 17 del PSC (con el 13,88% de los sufragios), 8 de Catalunya en Comú Podem (procedentes de su 7,45%) y 4 de la CUP (con un 4,45% del voto).
El resultado, no obstante, supone una mejora para la izquierda si se compara con el de 2012 –no se puede tomar como referencia 2015 porque Convergència y ERC, las principales fuerzas de la derecha y la izquierda independentistas, se unieron en Junts pel Sí–. Entonces hubo muchos más votos que quedaron sin representación, y los partidos progresistas únicamente pudieron sumar 57 diputados y el 41,49% de los votos: ERC (13,7%) aportó 21 actas, 20 el PSC (14,43%), 13 fueron de ICV-EUiA (9,89%) y la CUP (3,47%) sumó tres diputados.
Frente a ellos, la derecha consiguió prácticamente el mismo resultado que en 2017: un 51,23% de los votos, que se tradujeron en 78 escaños. La fuerza más votada entonces fue CiU, que aún tenía la hegemonía en Cataluña con el 30,7% de los sufragios y 50 diputados. El PP, por su parte, consiguió el 12,97% y 19 escaños, mientras que los otros 9 fueron para Ciudadanos, que obtuvo un 7,56%.