La enfermedad de Putin que intrigó a Pedro Simón y su recelo de la información bélica: “No ponemos filtros”
Pedro Simón Esteban (Madrid, 1971) es un periodista y escritor con prestigiosos galardones en su haber, como el Premio Ortega y Gasset o el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) al Mejor Periodista del Año.
Pese a su amplia y reconocida trayectoria profesional, Simón no es inmune a las 'fake news'. En 2016, el periodista se hizo eco del caso de Nadia, una niña con una enfermedad rara llamada tricotiodistrofia. Sus padres –que ya han sido condenados por el Tribunal Supremo– falsearon su diagnóstico, llegando incluso a alertar de su estado terminal para pedir donativos y financiar sus tratamientos. Una estafa con la que consiguieron recaudar más de 400.000 euros. Simón llegó a relatar las supuestas visitas de la familia al Centro de Investigación Aeroespacial de Houston y un viaje a Afganistán para encontrar a un experto en genética que estaba escondido en una cueva. Todo era mentira y el periodista pidió disculpas, aunque no fue ni mucho menos el único engañado: la falsa historia de Nadia había aparecido también en El País, La Vanguardia, la BBC y programas de prácticamente todas las cadenas de televisión españolas.
Pero volviendo al presente, los bulos que más han llamado la atención de Pedro Simón tienen que ver con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, se ha especulado con la posibilidad de que Putin tuviera una enfermedad mortal. Siguiendo la lógica, “si tenía un cáncer terminal, no se ha muerto, con lo cual no era verdad”, argumenta Simón. “Yo le veo más sano que tú y que yo”, comenta entre risas durante su conversación con infoLibre.
Simón se muestra cauto en lo referente a las informaciones de la guerra de Ucrania. Para el periodista, toda la información bélica está “bajo sospecha”, ya que el sesgo y la propaganda es, históricamente, una herramienta que se ha utilizado en muchos conflictos armados: “En la guerra del Golfo, los Balcanes… hubo mucha desinformación”.
Esta propaganda y desinformación que se ha aplicado en muchas contiendas a lo largo de la historia se está utilizando también en Ucrania, pero replicada por los nuevos soportes, de acuerdo con Simón. “Es como el neobulo bélico”, apunta el periodista. De acuerdo con Simón, occidente no está poniendo suficientes filtros a la información bélica que llega del bando ucraniano. “Prestamos mucha más atención a todos los bulos que vienen del lado ruso, que obviamente están ahí, que a todos los bulos que sospecho que vienen del lado ucraniano, pero que siempre compramos”, reflexiona.
El patrón común de la noticia falsa es “que llega a todo el mundo”, cuenta Simón. Además, explica que su contenido suele estar relacionado con “la muerte, el dinero o la violencia” ya que, por lo general, “son llamativos y apelan a los sentimientos”. “Un bulo nunca va sobre algo elaborado que requiere que el lector trate de profundizar un poco”, sostiene el periodista, ya que a su juicio son, metafóricamente “pienso para gorrinos, para que todo el mundo vaya corriendo a comerlo y no se plantee nada más”.
De un tiempo a esta parte, la evolución de las nuevas tecnologías está agravando el problema de la desinformación. El uso de la inteligencia artificial para crear bulos es, según Simón, algo “inquietante”. El periodista va más allá y advierte de que puede llegar a ser una “herramienta de dominación”. “Todo el mundo está mirando a ver quién tiene la mejor herramienta de dominación, es como una carrera armamentística”, avisa.
La clave para evitar comernos bulos es “picotear” información de diferentes medios o fuentes y así “hacerte una composición de lo que ocurre”, señala. Sin embargo, es muy difícil no caer en ninguna mentira. De acuerdo con el escritor, las personas entran a una web a “refrendar sus propios prejuicios”, es decir, a que reafirmen su pensamiento diciendo que “los suyos son muy buenos y los otros muy malos”.
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La culpa de que esto sea así es, en parte, de los propios usuarios: “Claro que tienen responsabilidad”, afirma. Para explicar su planteamiento, el periodista hace una metáfora: “Cuando hay tal oferta de restaurantes no nos podemos quejar de lo que tenemos en el plato. Lo que tenemos en el plato lo elegimos nosotros y comer sano está al alcance de todos”. Es decir, hoy en día tenemos todas las facilidades para obtener la información que queramos, pero la sociedad busca apoyar sus propios pensamientos, por lo que eligen siempre la misma 'comida que les gusta’.
Aunque esto sea así, no quiere decir que el usuario tenga la responsabilidad absoluta. Simón explica que el periodismo, hace un tiempo, “tendía puentes y desetiquetaba”. “Hoy en día estamos en todo lo contrario, en poner etiquetas: estos son malos, estos buenos, estos son fachas y estos son rojos”, opina el periodista. “Me parece bastante pueril y, sobre todo, un mal negocio”, remarca.
Por todo ello es muy importante contar con un periodismo fiable, cuya existencia es siempre de gran importancia, pero seguramente ahora más todavía si cabe. “Cuanto más libre sea el periodismo mejor democracia tiene un país, y cuanto más saneado (económicamente) sea un medio de comunicación más libre es”, sostiene. El gran problema del periodismo en España es, según el periodista, que algunos de los periódicos más relevantes carecen de esa independencia económica, lo que condiciona su libertad periodística. Aun así “siguen existiendo espacios libres y fiables”, concluye.