¿Hacia un bipartidismo 4.0?

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Francisco Javier Herrera Navarro

Nada más lejos de mi intención que comparar a Ciudadanos con Podemos, ni a Albert Rivera con Pablo Iglesias, pero las circunstancias históricas a las que asistimos a diario obligan al observador a ir hilvanando conclusiones provisionales, sobre todo si se tienen en cuenta las coincidencias temporales de los fenómenos que se observan.

Y en el caso que nos ocupa y que la realidad nos obliga a someter a análisis no hay vuelta de hoja: los dos surgieron en la palestra nacional el mismo año, según se dijo con un objetivo regenerador bajo el eslogan de la “nueva política”, los dos han tenido líderes efímeros que se han ido antes de tiempo sin conseguir los objetivos que perseguían y los dos han dejado a sus respectivos partidos lindando con la extinción (menor en el caso de Podemos por haber logrado sobrevivir en Madrid).

Para mí (como supongo que también para muchos) en ambos casos se trata de dos grandes decepciones: Ciudadanos podía canalizar opciones de un centrismo liberal capaz de aliarse a su derecha y a su izquierda, y Podemos era una posibilidad de apostar por un espectro más a la izquierda del PSOE que en cierto modo pudiera neutralizar sus tentadoras derivas liberaloides.

Pero todo se fue al garete tras la irrupción de Vox, lo que obligó a un nuevo posicionamiento más frentista entre los dos polos que contribuyó a desenmascarar la auténtica faz derechista de Ciudadanos, obligando a Podemos a hacer causa común con el PSOE una vez logrado entrar en el gobierno.

Si uno tuvo la oportunidad de sumar junto al PSOE de Sánchez con lo que hubiera contribuído a la estabilidad del país y a consolidar unas opciones sólidas dentro del centro-derecha, el otro también tuvo su época gloriosa cuando llegó a ser el partido con mayor intención de voto en España; una tendencia que de inmediato puso en alarma permanente al sistema viendo cernirse sobre él una vasta operación de acoso y derribo (aún en marcha) que ha terminado con la espantá de Pablo Iglesias de la política (algo ciertamente para mí incomprensible).

La conclusión provisional a la que me lleva este análisis es que ninguno de los dos líderes eran políticos natos. Rivera fue un producto efímero de cuchufleta diseñado para conseguir neutralizar el empuje de Podemos y su cuestionamiento del pacto constitucional del 78, por lo que Ciudadanos debía servir de contrapeso y estar a la expectativa por si acaso.

Hoy, cumplido ese objetivo neutralizador y tras la interesada resurrección del fascismo en manos de Vox, Ciudadanos no tiene sentido; y a Podemos se le deja que se vaya desangrando lentamente y ya que consiga emular a la mejor Izquierda Unida...

El colofón es claro: tras siete años de zarandeos nuestro sistema se orienta hacia un nuevo bipartidismo que podríamos denominar 4.0, con una derecha cada vez más derecha y una izquierda más liberal y democrática, pues al concurso de Podemos le sustituirá en cuanto se pueda la cara más amable y simpática de Más País.

¿Resistiremos?

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Todo eso si el PP no es desayusado y nos lleva a todos a un ultranacionalismo populista de pan, circo y pandereta tan caro a Salvini como al Kremlim...

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Francisco Javier Herrera Navarro es socio de infoLibre

Nada más lejos de mi intención que comparar a Ciudadanos con Podemos, ni a Albert Rivera con Pablo Iglesias, pero las circunstancias históricas a las que asistimos a diario obligan al observador a ir hilvanando conclusiones provisionales, sobre todo si se tienen en cuenta las coincidencias temporales de los fenómenos que se observan.

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