Las creencias, y con ello seguir una religión, sea cual sea, acorde con sus pensamientos, siempre es algo personal y por tanto no debería ser un derecho colectivo y mucho menos de obligado cumplimiento pertenecer a una o otra religión. Pero lo peor viene cuando utilizando estas creencias personales la religión se utiliza para estigmatizar a unos seres humanos o, más preocupante, cuando con ello se pretende provocar odio, crispación e incluso adoctrinar para mantener y priorizar a unos frente a otros. La religión es personal, una creencia individual, y puede colectivizarse en unos centros, llámense como se llamen, pero ningún gobierno debe priorizar y poner un derecho individual sobre un derecho colectivo como es la aconfesionalidad, es decir, no tener una religión o creencia concreta.
Por eso, endemoniar hechos individuales o un fanatismo exagerado es irónico, hipócrita y más cuando todas las religiones han actuado de manera prepotente y con “fanatismo” a lo largo de la historia. El hecho desgraciado ocurrido en Algeciras es lamentable producto de un fanático, de una persona fuera de sí y que no representa a nadie. Pero si eso es vil, de parecida vileza son las criticas y estigmatizaciones que se han hecho desde la derecha a este asesinato cruel, y más cuando como argumento se pone en contraposición a otra religión que tampoco tiene mucho de "perfecta". Al señor Feijóo, representante de la derecha más ultraconservadora y de una ortodoxia católica, desde la dictadura, que ya lo fue mucho, le indicaría que lea más la historia y que sea más consecuente con lo que dice, pues miente cuando indica que la religión católica desde hace siglos no mata. Le recuerdo que durante el golpe de Estado del 36 e incluso después la Iglesia católica formó parte directa de algunos actos genocidas de esa dictadura. Que muchas personas que fueron asesinadas y están en las cunetas y fosas, en sus juicios, una de las causas por las que fueron indignamente condenadas es porque no profesaban la religión católica o. incluso, porque no asistían a misa.
Todo fanatismo mata de alguna manera. Y, por desgracia, algunos intentan defenderlo o buscar argumentaciones que lo justifiquen
Que algunos prelados actuaron “descaradamente”, como se ha reconocido, en pelotones de fusilamiento o dando el tiro de gracia. Que muchos de nosotros, ya en la década de los 50 del siglo pasado, sufrimos la humillación e incluso el castigo por no asistir a la iglesia de manera continua y se nos obligaba en nombre de la Iglesia católica a rezar. ¿Fue o no fue un fanatismo religioso católico, señor Feijóo? Lo digo porque eso no es de hace siglos, sino de hace poco. ¿O hablamos, señor Feijóo, de los niños y niñas robadas que la Iglesia Católica robó y dio, por dinero o por ideología, a otros padres en nombre de su Iglesia?. O señor Feijóo ¿recuerda las inmatriculaciones ilegales de la Iglesia? Hay muchas formas de utilizar y de emplear el fanatismo religioso. Todo fanatismo mata de alguna manera. Y por desgracia, algunos intentan defenderlo o buscar argumentaciones que lo justifiquen. Ninguna muerte, ningún hecho fanático producido por una religión debe ser aceptado. La religión, vuelvo a repetir, es un hecho personal; cuando al colectivizarse se vuelve fanatismo, destruye la libertad y nos hace prisioneros. Señor Feijóo, lea más y deje de provocar odio. Cualquier persona puede profesar una creencia a nivel personal. Pero un estado debe ser aconfesional, libre de religiones, y en las escuelas no se debe dar ninguna religión. Ya tienen sus locales donde practicarlos y, sobre todo, ninguna es superior a la otra.
La religión católica tiene mucho que callar y por tanto no saque pecho de ella, pues defenderla es humillar a todos aquellos que murieron por su culpa, a todos aquellos que fueron “violados” por su culpa, a todos aquellos que fueron separados de sus verdaderos padres, a todos aquellos que fueron sacados y robadas sus casas y lo peor a todos y todas aquellos y aquellas que todavía hoy sufren las consecuencias de un adoctrinamiento que el gobierno permite y usted pretende alentar si llega al poder. El neocatolicismo no es de este siglo. La libertad de conciencia es lo democrático y del siglo XXI, respetando que cada uno, dentro de su ámbito personal, tenga la creencia que quiera. Señor Feijóo, lea y pida perdón, puesto que un asesinato vil y cruel de un fanático no se debe utilizar para ensalzar otra religión, que también tiene “fanatismo” y que sin ir muchos años atrás, cometió “genocidios”. Es hora de que todos los partidos respeten y propugnen la libertad de conciencia. La religión es personal e individual. No generemos odios religiosos. Y menos para ganar falaces votos y volver a un adoctrinamiento vil.
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Ximo Estal Lizondo es socio de infoLibre
Las creencias, y con ello seguir una religión, sea cual sea, acorde con sus pensamientos, siempre es algo personal y por tanto no debería ser un derecho colectivo y mucho menos de obligado cumplimiento pertenecer a una o otra religión. Pero lo peor viene cuando utilizando estas creencias personales la religión se utiliza para estigmatizar a unos seres humanos o, más preocupante, cuando con ello se pretende provocar odio, crispación e incluso adoctrinar para mantener y priorizar a unos frente a otros. La religión es personal, una creencia individual, y puede colectivizarse en unos centros, llámense como se llamen, pero ningún gobierno debe priorizar y poner un derecho individual sobre un derecho colectivo como es la aconfesionalidad, es decir, no tener una religión o creencia concreta.