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Feijóo discontinuo

Jesús María Frades Payo

Eso podría definirse como el contrato de cargo temporal para este presidente del PP, un parado a todos los efectos según él pero, eso sí, maquillado por la reforma laboral que salió por el azaroso (en todos los sentidos) apoyo del nunca suficientemente ensalzado diputado Casero. Ha tenido ya nueve presidentes ese partido de diferentes nombres pero nada más que los dos últimos fueron elegidos democráticamente, cumpliendo la Constitución que ahora tanto dicen respetar y que para capítulos enteros dudaron incluso tolerar. El penúltimo fue defenestrado curiosamente por un tema relacionado con la corrupción de correligionarios que aún está en manos de los jueces. Con sede vacante se presentó prácticamente solo el citado y arrasó a la búlgara. No tenía mala prensa y se le atribuye una trayectoria aceptable. Hasta 2002 no era afiliado y él mismo contó que votó al PSOE en 1982. Es de esos en quien se hubiese pensado entonces en un intercambio en el puente Glienicke de Berlín por alguno erróneamente en el lado del PSOE, como Corcuera, por poner un ejemplo, pero dejémoslo estar.

Ha estado ejerciendo la actividad política en su tierra así que no lo hemos seguido con detalle. Sí era llamativo, pero no exclusivo, oírle hablar en un gallego de CCC, pero algún voto sacaría. La huida de Rajoy le pilló verde y no pudo aprovecharla por ser antes del 2020, la fecha que él había señalado. Tiene cierto aire de predicador, tono calmado, guarda la ropa y además no se moja. Pero cuando empezó a ser papable se metamorfoseó y empezó la función ante su público. Ya poco antes de la entronización comenzó a sembrar la discordia con el cuento de la concordia, a decir que no insultaría pero usaba improperios, a querer pasar por ConstitutionMan sin mover un dedo para “¿descriogenizar?” a los que nombraron a dedo para el CGPJ y, lo que me mueve hoy a escribir, a dar de nuevo las lecciones de Economía a las que la derechona (expresión que uso en homenaje a Umbral) nos tiene acostumbrados. Está incluso extendida la idea de que ellos son los que más saben de eso y hay quien, sin analizar, cree que son los que sacan siempre a España del pozo de las crisis en las que cae.

Tiene cierto aire de predicador, tono calmado, guarda la ropa y además no se moja. Pero cuando empezó a ser papable se metamorfoseó y empezó la función ante su público

Al poco convincente Lacalle, a la calle lo mandó y en su lugar se ha rodeado de ¡hasta 4 consejeros autonómicos de Hacienda!, 3 de ellos en activo. No hay más que rascar un poco en el caletre para encontrar algo jugoso relacionado con esto, y así me viene nuestro libro más universal, El Quijote, donde Sancho en (II, 3) ya gobernador pero sin haber tomado posesión, hace conocedora de su preocupación por el rucio a la duquesa, quien le dice que lo lleve al gobierno. Sancho le responde: “No piense vuestra merced, señora duquesa, que ha dicho mucho, que yo he visto ir más de dos asnos a los gobiernos, y que llevase yo el mío no sería cosa nueva”. Feijóo, que es abogado y no de secano, trabajó de funcionario interino del Cuerpo Superior de la Administración General desde el 85 y lleva montado en coche oficial desde 1991, si bien no es amigo de que sea cochazo, y habrían de ser tales asientos extrapolaciones de poltronas que reflejen amplios conocimientos de gestión, en buena parte económica. Sin embargo, a las letanías monótonas habituales sobre el Gobierno “socialcomunista” (sic) y lo pésimamente que gestiona, la culpabilidad que tiene del aumento de precios de los combustibles y demás productos, del paro, etc., que como los cortes publicitarios agotadores de nuestros programas de radio oímos pero no escuchamos, a las que se unió desde antes de su mudanza por la tribulación pepera, ha empezado a sumar desbarres inexplicables por lo antedicho.

¿Cómo un presidente autonómico, y este en particular, puede tratar de cocear al Gobierno acusándole de “forrarse” con los impuestos de la energía? Claro, un rebuzno es inmaterial, de modo que no hay tal patada. El Estado no es el Gobierno, como todos deben saber, sobre todo quien cobra directamente de aquel y pretende dirigirlo. Las comunidades se llevan ahora el 58% del impuesto de hidrocarburos, y antes, todo. Del iva correspondiente, el 50%. Y de la luz, el 100% del impuesto de producción eléctrica es para las comunidades autónomas. Esto no quita para que pudiesen modificarse esos impuestos y otros conceptos, pero de eso no era de lo que trataba.

Después, ya como presidente del partido pero todavía en funciones de presidente gallego, presentó un plan económico creyéndose ya presidente del Gobierno, o su mentor, pues la arrogancia que demuestra al decir que ese programa pertenece “ al actual Gobierno central para aplicarlo” no es excusable; en sus páginas ni siquiera puso el logo del partido, sino el escudo de España. No entro en que sean discutibles las medidas pero el talante al hablar sobre “modificar un rumbo equivocado” y “trabajar juntos” no es de consenso, ni siquiera de colaboración. Por supuesto, la bajada de impuestos es el plato fuerte, siempre con el truco de que en sus mentes están las rentas bajas -la malentendida caridad en lugar de la equidad- como si no se supiera que en las escalinatas de los palacios influyen también los tramos bajos para la altura total.

El último exabrupto, propio de un párvulo con dislexia y parche en un ojo, ha sido la acusación amedrentadora del alarmante valor de la prima de riesgo, confundiéndose con los tipos de interés a pesar de los tipos que con tanto interés captó para su sanedrín. Cómo será que han pedido disculpas, tras acusar a la prensa como fuente del error, quizá porque no haya portero-cotilla en Génova 13, ¿rue con percebe? Era suficiente con lo que hay en la 1ª planta para lo que se oye en la 7ª; abajo está el MAR y arriba el que ve la puesta de sol desde Finisterre y desde el mar con Dorado desde su narcoyate durante algunas vacaciones, como vimos en las fotos de 1995, curiosamente el año en que se creó la figura de fijo-discontinuo.

Jesús María Frades Payo es socio de infoLibre

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