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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Frivolidades y ¿peajes pendientes?

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Antonio García Gómez

Este miércoles estallaba Begoña Villacís, de C's, muy ¿autoenfadada? (a la sazón teniente alcalde del Ayuntamiento de Madrid, gobernando junto al PP, y ¿bajo la tutela de Vox?), tras un pleno que abandonaron representantes de C's y Vox para no votar una moción que condenase las últimas cartas de amenazas a responsables políticos.

Porque se pusieron exquisitos si antes no se condenaba, siquiera en abstracto, toda violencia, empezando por la de Vallecas, aquella en la que Abascal se saltó el cordón policial, ¿se acuerdan?

Y entonces estallaba la citada Begoña Villacís con eso “tan bonito” de “estoy a los ovarios de todos nosotros”. Que queda muy bien, o eso creerá, y que, sin embargo, solo pone en evidencia a quien lo pronuncia, porque, a ver si se aclara, o ella es la que se indigna, por su cuenta y convencimiento propio, o da por extendida y sobrentendida la indignación al resto, también por su cuenta. Como si cada quien no fuese adulto para decidir si se “sube por las paredes”, o solo, cada quien, responde a su manera de actuar, con dignidad o sin ella, tras haber servido a tan desagradecidos señores/as.

Por cierto, es significativo que Begoña Villacís haya amortizado tan pronto el ostracismo del exvicepresidente, el señor Aguado, retirado a las bravas de su cargo desde Presidencia de la Comunidad, y se siga haciendo el paripé de ¿centralidad o servilismo?

Y va entonces la señora Villacís y escenifica no sé qué clase de indignación, ovarios por medio, como para que ¿nos sintamos medianamente impresionados o así?, en un ejercicicio de postureo que ya no cuela.

Por otra parte, en la ciudad de Vigo, su inefable alcalde, el señor Abel Caballero, ha presentado, “su joyita de la corona”, incluso antes de habernos hecho a la idea de que llega el verano, y va el ínclito edil y presenta “la programación para las fiestas de Navidad del 2021”, con “noria gigante, mercadillo, trenes turísticos, atracciones infantiles “por toda la ciudad” y rampa de hielo”, más los añadidos a la clásica y exuberante luminotecnia que habrá de verse desde muy lejos, desde la galaxia… y, una vez más, el consabido pan y circo capaz de entretener a la plebe, abducida de tanto despliegue imaginativo, de tanta fanfarria con tal de tener contentos a los vecinos, tal vez para hacernos sentir a todos tan satisfechos de poder disponer de una “rampa de hielo”, de una “noria gigante” que distraiga y entretenga al personal que siga tan feliz, creyéndose en el mejor de los mundos posibles, aunque no resulte cierto lo que se ve y lo que se palpa, con “la fiesta” en primer lugar de todas las cosas. En un nuevo mundo de confeti frente a la realidad de desigualdad que nos concierne a todos, de consumismo salvaje que intenta abrirse paso por no dejar de llenar la buchaca.

Y en otro orden, para el día 2 de mayo, en Madrid, se han programado las entregas de las medallas de las más señaladas distinciones a dos personajes que chocan con la realidad de los méritos, mínimamente exigibles. Salvo que se trate de un trágala que consagre el actual estado de casos en una Comunidad donde la rapiña institucional y la mediocridad y abandono por lo público ya es de manual.

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Me refiero a la distinción que se les hará a Cristina Cifuentes, expresidenta de la comunidad de Madrid, y a Ana Botella, exalcaldesa de la misma ciudad. No sé si por falta de vergüenza, la primera, no sé si por incompetente, la segunda, la misma que sabía perfectamente vender viviendas sociales, a miles, a fondos buitres, a precios por debajo de los del mercado.

Es lo que hay y, por lo que parece, lo que tiene visos de continuar. Si no queréis taza, pues taza y media.

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

Este miércoles estallaba Begoña Villacís, de C's, muy ¿autoenfadada? (a la sazón teniente alcalde del Ayuntamiento de Madrid, gobernando junto al PP, y ¿bajo la tutela de Vox?), tras un pleno que abandonaron representantes de C's y Vox para no votar una moción que condenase las últimas cartas de amenazas a responsables políticos.

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