Hace unos días escuché a Pablo Iglesias pronunciar la palabra “república” dos veces en cinco segundos. Y poco después finalizaba su intervención en una convención interna celebrada en Alcorcón, con la siguiente frase: “Frente a la corrupción no decimos viva el rey, frente a la corrupción decimos, ¡viva la república!”
Muchas cosas no previstas han ocurrido en este país, y siguen, desde que hace cinco meses; harto de decepciones, elegí el título “A Podemos le cuesta mucho decir república” para una de esas reflexiones impulsivas que todos hemos escrito alguna vez. Hoy, en cambio, lo que comparto es la satisfacción de haber escuchado lo que estaba esperando. Y quizás sea de verdad, y no demasiado tarde.
Entre las cosas que siguen ocurriendo, una de ellas es que no paran las movilizaciones populares de ámbito local o sectorial consistentes en colocar urnas de las de siempre, las que llaman la atención, para que quien lo desee pueda votar monarquía o república. En la Universidad Autónoma de Madrid se han convocado para el 29 de noviembre, pero en otras universidades españolas ya están trabajando al respecto. Como cuando acabó la dictadura, en lo que puede ser el final de la monarquía destaca el protagonismo del movimiento estudiantil.
El pasado 10 de noviembre se celebraba en Madrid el Encuentro Estatal por la República, un evento al que habían confirmado su asistencia más de cien entidades, entre las cuales algunas están vinculadas a IU o a Podemos. Y, en paralelo a esto, tiene interés el documento por la República firmado, con nombres y apellidos, por más de 200 militantes del PSOE.
Además, IU ha anunciado una campaña de reprobaciones contra la monarquía que se votarán en más de mil ayuntamientos, a la que Podemos ha decidido sumarse y que sin duda tiene mucho que ver con la aprobada en el de Barcelona, decisión contra la que el gobierno de Sánchez ha reconocido que no puede hacer nada. ¿Como no recordar al bisabuelo de Felipe VI abdicando tras las elecciones municipales de 1931?
Mientras tanto, y en la derecha, el desvaído “Viva el rey cada vez que pagamos una pensión” de Casado nos demostró que este es el momento de mayor debilidad de la monarquía española. Y, al mismo tiempo, los entusiasmados gritos de “viva el rey” del ultraderechista Abascal certifican que en Vox sienten de los suyos a Felipe VI, tal como muchas personas opinan cuando les preguntan. Difícil papeleta para un PSOE obligado a defender a este “jefe del estado”, lo que constituye una gran oportunidad política para todo lo que se mueve a la izquierda de los de Sánchez.
Por eso, merece la pena destacar que se mantienen los vasos comunicantes que hacen llegar las demandas políticas que se cuecen en la sociedad hasta los parlamentarios de Unidos Podemos, aunque dediquen la mayor parte de su tiempo al Congreso y al Senado.
Si nada cambia, suposición muy atrevida en España, las elecciones que primero se celebrarán serán, a priori, las más favorables para los partidos políticos menos monárquicos, pues las correcciones a la proporcionalidad no tergiversan tan negativamente la voluntad popular como en las generales. Las andaluzas de diciembre, adelantadas por Díaz para evitar el juicio de los ERE, serán un primer test para Casado, que se va a jugar el tipo empleándose a fondo. Y no parece que la derecha en su conjunto vaya a mejorar su peso parlamentario.
Las europeas, a finales de mayo, se podrían convertir en casi plebiscitarias. Con Puigdemont internacionalizando el derecho a decidir, Junqueras encabezando la lista de ERC desde la cárcel y la UE en un momento en el que nadie da un euro por su futuro, el debate real irá de problemas internos. También de si república o monarquía. Y habrá muchos votantes no catalanes que decidirán apoyar a los partidos republicanos de Catalunya.
Las municipales le pillarán al PP más débil que nunca en financiación ilegal y en franco retroceso político, perdiendo algunos candidatos a favor de C’s, de Vox y de abandonar la política, en este caso para evitar riesgos judiciales. Ciudadanos seguirá con limitaciones, pues solo podrá construir una estructura municipal amplia y fuerte a base de un clientelismo imposible de cultivar desde unos gobiernos autonómicos que actualmente no ocupa.
En este panorama, podría contribuir al fracaso que Podemos no comprendiera la conveniencia de llegar a acuerdos electorales con un republicanismo que no deja de crecer, desde coaliciones a cualquier otra fórmula, según cada circunstancia, A diferencia de Catalunya, en el resto de España no existen republicanos de derechas que pudieran dificultar entendimientos con IU y Podemos. Por otra parte, Podemos ha madurado lo bastante como para no repetir el gran error de la negativa a la coalición con IU para las elecciones del 20D/2015. En una situación que no está para tirar cohetes, sería inaceptable que las declaraciones “republicanas” de Pablo Iglesias solo buscaran tapar agujeros en lugar de tender puentes y abrir puertas para fortalecer y diversificar la oferta electoral.
Y, para terminar, aunque las generales estén lejos, esta vez sería imperdonable que todo lo que se mueve en la izquierda, PSOE incluido, regalara por enésima vez el Senado a la derecha. La única solución es una coalición progresista que sirva para no tirar a la basura millones de votos.
Domingo Sanz es socio de infoLibre
Hace unos días escuché a Pablo Iglesias pronunciar la palabra “república” dos veces en cinco segundos. Y poco después finalizaba su intervención en una convención interna celebrada en Alcorcón, con la siguiente frase: “Frente a la corrupción no decimos viva el rey, frente a la corrupción decimos, ¡viva la república!”