Detrás de los conflictos existe, con frecuencia, la dificultad de diálogo originada por la utilización de términos de manera confusa. La utilización de Estado y patria como términos sinónimos es uno de los más habituales estos días.
El Estado es la organización de los ciudadanos para garantizar o alcanzar una serie de valores como la justicia, seguridad, etc. Este sistema de valores se organiza por medio del derecho; las leyes determinan cuales son nuestros derechos y deberes, qué límites se establecen a nuestras acciones y como se nos sancionara en caso de sobrepasarlos. Esta estructura social obedece a la racionalidad. Desde el momento de nuestro nacimiento nos vemos inmersos en un Estado que facilita nuestra aparición y desarrollo.
La patria es una de las formas de satisfacer la necesidad primaria del individuo de adscribirse a un grupo. Se puede articular en relación al pasado común, la lengua, etc. Obedece a los sentimientos, por lo que carece de una regulación. No se nace en ninguna patria, el individuo se siente en algún momento de una, varias o ninguna.
Cuando para hablar de derechos y deberes introducimos el término patria estamos provocando una reacción emocional, positiva o negativa, en nuestro interlocutor. No buscamos un acuerdo racional y consciente sobre intereses comunes, buscamos una adhesión o separación emotiva. La fuerza de las pasiones no garantiza su durabilidad de la adhesión y con frecuencia aparece acompañada de violencia porque favorece la pérdida de control sobre las acciones.
En el terreno personal la coherencia y racionalidad son deseables, pero en el político son necesarias. Las decisiones que afectan a muchos no pueden tomarse atendiendo a los sentimientos. El Estado se sostiene con las leyes, la patria con poesía.
Natividad Pérez es socia de infoLibre
Detrás de los conflictos existe, con frecuencia, la dificultad de diálogo originada por la utilización de términos de manera confusa. La utilización de Estado y patria como términos sinónimos es uno de los más habituales estos días.