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El fiasco de Bruselas y el desafío permanente de Mazón desnudan el liderazgo de Feijóo en el PP

Todos contra uno

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José Enrique Centén Martín

Se abrió la caja de Pandora contra Pablo Iglesias, un vicepresidente de Gobierno con poco apego al cargo que renuncia para presentarse como candidato de la Comunidad de Madrid por Podemos. Lógico que saltara la banda de corruptos que han hecho de Madrid el epicentro de la corrupción de España que ahora está en los Tribunales con las declaraciones de Bárcenas; esa derecha claramente no democrática ha saltado como un resorte, ante el temor de perder su pastel más codiciado.

Pero lo que no llego a comprender es al sector menos escorado a la derecha, con el pusilánime de Gabilondo a la cabeza, y las declaraciones de que Pablo Iglesias le quita el sueño, dos días después de presentarse como candidato, por ser radical, dado que pide regular los alquileres, acabar con las subvenciones privadas en Educación, Sanidad, residencias de ancianos, reforzar los empleados sanitarios, la atención primaria, subir impuestos a los más ricos y repartir la ayuda que aún tiene retenida Ayuso, para pymes y autónomos desde el principio de la Pandemia.

Por lo que se ve, los dos años del des-gobierno de Ayuso ha sido una larga siesta política porque no se le ha visto siquiera refunfuñar, el peso de la oposición en la Asamblea de Madrid, lo ha llevado Más Madrid y Podemos con su portavoz Isa Serra, que no encabeza la lista al estar en enjuiciada (y pretenden inhabilitar para el ejercicio político), todo por participar contra un desahucio de la vivienda a un hombre de 54 años aquejado de una enfermedad crónica, por proferir supuestos insultos a la Policía (hay que considerar que las fuerzas del orden están entre las cerca de 400.000 personas con aforamiento y su palabra predomina sobre cualquiera, recordemos lo sucedido en Linares, un padre y su hija de 14 años, apaleados y los responsables libres, mientras que las víctimas han sido encausadas).

Pero más tristeza me supone que Más Madrid con Errejón a la cabeza también se postule contra Podemos (ya se olvidó de que dicha formación no se presentó a la alcaldía de Madrid para no romper el voto progresista), incluso también habla quien más debe de callar, la andaluza Teresa Rodríguez al decir que tiene serias dificultades para comprometerse al 100% con las tareas que quiere asumir, la anticapitalista que se encumbró con Podemos y que pregonaba no participar en el gobierno de la Junta de Andalucía, ésta igual que Errejón representan los máximos exponentes de egocentrismo.

La derecha se une en la irracionalidad y la insensatez

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Pablo pretende que los llamados partidos progresistas consigan los votos necesarios para acabar con la corrupción generalizada del PP en la Comunidad de Madrid los últimos 25 años y su proyección a todas las comunidades. Pero lo que colma el vaso del despropósito es que tanto Gabilondo, como Errejón tiendan la mano a Ciudadanos para gobernar en lugar de Podemos, ese partido donde muchos de sus representantes políticos tienen un concepto de la ética un tanto extraña, presentan mociones de censura que son fallidas por venderse algunos desvergonzados, igual a como ocurrió hace 18 años con el tamayazo.

Como diría mi madre «Ciudadanos es más falso que un euro de madera». Y sin embargo PSOE y Más Madrid los quieren de socios. Están haciendo el caldo de cultivo a la derecha menos democrática de Europa, dado que esas posturas desmovilizan al electorado normal porque la derecha siempre vota, son fieles, no preguntan, no se avergüenza de que roben, solo quieren mantener sus privilegios.

José Enrique Centén Martín es socio de infoLibre

Se abrió la caja de Pandora contra Pablo Iglesias, un vicepresidente de Gobierno con poco apego al cargo que renuncia para presentarse como candidato de la Comunidad de Madrid por Podemos. Lógico que saltara la banda de corruptos que han hecho de Madrid el epicentro de la corrupción de España que ahora está en los Tribunales con las declaraciones de Bárcenas; esa derecha claramente no democrática ha saltado como un resorte, ante el temor de perder su pastel más codiciado.

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