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El fotoperiodismo que te remueve la conciencia: "Hay fotografías que salvan vidas"

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Las cifras de refugiados y de personas que padecen hambre extrema en todo el mundo no hacen otra cosa que crecer año tras año. Los refugiados son ya alrededor de 90 millones, mientras que la hambruna afecta a más de 800 millones, con un total de 2.300 millones en situación de inseguridad alimentaria. Números abrumadores, insolentes y ofensivos que no dicen nada bueno de nosotros mismos.

Desde su nacimiento, la fotografía humanitaria y el fotoperiodismo han ejercido como instrumentos clave para hacer visibles los conflictos y las emergencias humanitarias olvidadas, denunciar las injusticias o testimoniar las vulneraciones de los derechos humanos en todos los rincones del mundo. Porque sí, efectivamente, hay fotografías que cambian el mundo y salvan vidas.

Con el ánimo de reconocer esta importante labor y de hacer más visible este trabajo nacía hace un cuarto de siglo el Premio Internacional Luis Valtueña de Médicos del Mundo. Desde entonces, cada año se falla el galardón a la mejor fotografía humanitaria en recuerdo de los cooperantes Flors Sirera, Manuel Madrazo, Mercedes Navarro y Luis Valtueña, quienes fueron asesinados mientras cumplían labores de acción humanitaria en países en conflicto armado. 

Y para celebrar esta efeméride remarcable, la ONG organiza la exposición 25 años de fotografía humanitaria que, bajo la producción de Ruido Photo, puede verse gratis al aire libre en el Paseo de Recoletos de Madrid hasta el 18 de julio, con un centenar de imágenes tomadas por cincuenta fotógrafos y fotógrafas participantes en todas las ediciones del premio. Entre ellos, Olmo Calvo, Cristina García Rodero, César Dezfuli, Ángel López Soto, Javier Arcenillas, Carlos de Andrés o Ariadna Arnés.

"Las fotografías sensibilizan y esa sensibilización influye en la población para que, a su vez, tenga la capacidad de reclamar ante los poderes públicos que no ocurran estas violaciones de derechos", destaca a infoLibre el vicepresidente de Médicos del Mundo, José Félix Hoyo, quien añade: "Unas fotos tienen más impacto que otras, pero todas tienen su trascendencia de intentar que el mundo sea un poco mejor. Son un testimonio súper potente porque, en muchos casos, las fotografías salvan vidas".

La muestra no es un mero recorrido cronológico, es mucho más. Nos adentra a temas tan potentes como Guerra y Violencia, Medio Ambiente, Migración y Refugio, Salud y Mujeres. De la explosión del sida en África a las residencias de ancianos en España durante la pandemia de la COVID-19. De la mutilación genital femenina a las manifestaciones contra la violencia machista. La fotografía humanitaria sale a la calle para acercarnos a los olvidados y, a su vez, evitar que nos olvidemos de todo lo que acontece en el mundo mientras paseamos por una de las avenidas más céntricas y ricas de la capital.

Uno de los trabajos expuestos es obra de la fotógrafa documental y finalista de la edición de 2002, Ariadna Arnés. Tres fotos que tomó en un centro psiquiátrico para mujeres de Buenos Aires (Argentina) en 2001, en plena crisis del corralito. "Estos sitios suelen ser muy herméticos, pero me invitaron los sindicatos porque querían denunciar la situación, porque el lugar se estaba cayendo a trozos", rememora para infoLibre.

Y prosigue: "Nos pidieron a mí y a una compañera mía si podíamos documentar la situación y denunciarlo de alguna manera. Vivían en una situación crítica. Por eso, el objetivo es poder denunciar situaciones injustas. ¿Y más injusto que eso? No importaba lo que les pasara porque apartaban a esas mujeres a un lugar olvidado para que no molestaran. Es importante que nosotros demos, no voz, sino en este caso imagen a cosas que pasan y que las podamos denunciar y explicar a nuestra manera, porque cada cada uno lo ve diferente".

Así las cosas, coincide Arnés con la visión de Hoyo cuando afirma tajante que las fotografías desde luego que pueden salvar vidas. "Ver este tipo de imágenes te hace tomar conciencia de muchas cosas", subraya, para acto seguido defender su valor como instrumento de concienciación. "Tiene sentido aunque sea solo una única persona a la que le sirva para cambiar su actitud o su manera de ver las cosas", apostilla. 

Cuando hablamos de fotografía humanitaria tendemos a pensar en lo que sucede fuera de nuestras fronteras, pero son realidades que también encontramos dentro. Lo hemos visto, como ya hemos comentado, en las imágenes de las residencias de ancianos durante la pandemia y, retrocediendo más en el tiempo, en las de las fosas comunes de la Guerra Civil que se abrían después de décadas de olvido.

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Sean donde sean tomadas las imágenes, está fuera de toda duda su capacidad transformadora. Destaca Hoyo, además, que siendo Médicos del Mundo una organización básicamente de asistencia médica y de garantías del derecho a la salud, la fotografía es un "hecho paralelo" en su actividad diaria precisamente por su fuerza para "llamar la atención". "Nos dedicamos a cuidar, dar testimonio y denunciar. Las imágenes de la exposición claramente denuncian y algunas son muy llamativas", remarca.

Tanto Hoyo como Arnés citan la foto de Aylán, el niño sirio muerto en una playa turca, como ejemplo de la potencia y efecto llamada para la comunidad internacional cuando hay una gran tragedia. Pero Arnés, basándose en su propia experiencia, recuerda que sus fotografías argentinas no tuvieron cabida en ningún medio español: "Estas fotos se publicaban en los dominicales, pero llegó un momento que empezaron a decir que estos temas no eran para que la gente los viera un domingo por la mañana desayunando".

"Los dominicales empezaron más con temas de moda y de lifestyle y al final este tipo de reportaje ha quedado para premios como el Luis Valdueña o el World Press Photo. Pero han desaparecido de la prensa", lamenta, mientras Hoyo concluye remarcando la compleja dualidad de "hacer una cuestión artística en una situación absolutamente dramática". "Pero a nuestro premio cada vez se presentan más personas y tiene muchísimo éxito porque tiene unas fotografías que salvan vidas", remacha. 

Las cifras de refugiados y de personas que padecen hambre extrema en todo el mundo no hacen otra cosa que crecer año tras año. Los refugiados son ya alrededor de 90 millones, mientras que la hambruna afecta a más de 800 millones, con un total de 2.300 millones en situación de inseguridad alimentaria. Números abrumadores, insolentes y ofensivos que no dicen nada bueno de nosotros mismos.

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