Como si de un telón de fondo se tratara, la miríada de personajes que componen la novela de Gonzalo López Alba Los años felices (Planeta) van paseándose por el espacio y el tiempo de la España que empieza en los años de la Transición y acaba en los de la gran crisis. Que acaba, claro, por cuestión de necesidad práctica: en algún momento había que ponerle punto y final al libro. La crisis, ya lo sabemos, sigue con el rótulo de continuará.
Entre esos nombres y rostros que se mueven ante el decorado activo de lo político, lo social, lo cultural o lo económico que ha contextualizado este país destacan tres hombres, “todos de la generación del baby boom, que fue la más numerosa de España y a la que pertenece el presidente del Gobierno cuando se desata la crisis, José Luis Rodríguez Zapatero, que es de los sesenta”, explica el escritor. “Pero hay un amplio elenco de personajes, de diferentes edades y clases sociales, que pintan un fresco general de la España de estas décadas”.
Los años felices, que el autor identifica con los que abarcaron desde aquel Españoles, Franco ha muerto hasta el brutal derrumbe financiero y económico de 2007-2008, marcaron "un tiempo en que la gente que lo ha vivido en edad adulta ha podido convertir sus sueños en realidad, y los tres personajes son exponentes de ello”, explica López Alba. “Aquella fue una generación muy marcada por el hecho de saber que iba a vivir mejor que sus padres, que es lo contrario de lo que les pasa a los jóvenes de ahora”.
No es tanto porque él mismo sea periodista, carrera en la que acumula 33 años de andanzas que le han llevado por las redacciones de El Confidencial, Público, ABC, Diario 16 y otros cuantos medios. Pero lo cierto es que su protagonista también se dedica a la misma profesión y, además, es de su misma quinta. “Aunque no es una novela autobiográfica”, aclara para matizar que en cualquier caso “la narración sí es un juego de espejos”.
“Sería absurdo no usar mis conocimientos y experiencias para el libro, pero nunca lo hago con la intención de hacer un strip tease”, explica. Que haya elegido a un periodista como protagonista, agrega, tiene más que ver con las posibilidades que un personaje así, que ha podido ser testigo directo de acontecimientos relevantes, abre en una trama con vocación de recuento histórico. Uno para el que se ha documentado con todo el rigor, pero que resulta a la vez “ameno y entretenido”.
“Es una invitación a un viaje por la memoria de los españoles de todas las generaciones vivas, en el que los españoles de todas las clases sociales se van a poder ver retratados”, adelanta López Alba, que dice que el “leitmotiv conductor” lo definen “unos tiempos marcados por la incertidumbre, la inseguridad, la perplejidad”. Como afirmaba el filósofo Soren Kierkegaard, y él rubrica, “la vida solo se comprende mirando hacia atrás, pero solo puede ser vivida mirando hacia delante”.
Existe una segunda razón para que su Fausto Aretino se hiciera reportero: “La intención de reivindicar el oficio del periodismo en un momento en que no atraviesa sus mejores días”, reconoce el recién estrenado escritor de ficción, vocación que admite como la primera. "Lo que está en crisis", agrega, "es el negocio periodístico”, no tanto así la propia profesión. “Y yo tampoco soy de los que cree que todo tiempo pasado fue mejor”.
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Los otros dos personajes destacados dentro de este mosaico son los amigos de la infancia de Fausto, Ovidio y Erasmo, quienes, a diferencia del primero, que emigra a Madrid para perseguir su meta, unose queda en el pueblo y el otro marcha a estudiar a Oviedo. Erasmo, además, lo hace sumido en las dudas sobre su orientación sexual. “Los homosexuales en la dictadura debían ser tratados en manicomios”, recuerda el autor, quien subraya que en la democracia también se continuó con esa discriminación, hasta que con el Gobierno de Zapatero se dio un vuelco radical, al convertirse España en referente mundial del matrimonio gay.
En ese ir y venir de extremos, y con el inevitable fluir de las cosas, los personajes de Los años felices van andando caminos que a unos los acercan y a otros terminan por alejarlos irreversiblemente. “Unos acaban corrompiéndose, otros viven conflictos de identidad, otros la paternidad ausente, hay personajes que no llevan el control de sus vidas, hay bebés perjudicados por esta crisis, jubilados víctimas de las preferentes…”. Y al son de sus vidas, se va desplegando la historia: los años de la Transición, los primeros compases de la democracia, la intentona golpista del 23-F, la entrada en la UE... hasta acabar en la gran crisis y sus dos gestores hasta el punto final del libro, allá por 2012: los partidos socialista y popular.
En el fondo de este crisol de personas y acontecimientos, queda el poso de la reflexión, de lo que ha sido, es y podría ser este país, “que necesita salir del abatimiento, levantar los brazos y mirar hacia delante”. Ya lo ha conseguido en otros momentos de la historia, como después de la dictadura, cuando logró, con el esfuerzo de todos, colocarse a la cabeza de Europa en un buen número de cuestiones. A lo que López Alba se pregunta: “¿Por qué no lo podemos volver a hacer?” “El problema es que hace falta un liderazgo más fuerte", se responde, " y no solo político, sino también intelectual y ético: en definitiva, social”.
Como si de un telón de fondo se tratara, la miríada de personajes que componen la novela de Gonzalo López Alba Los años felices (Planeta) van paseándose por el espacio y el tiempo de la España que empieza en los años de la Transición y acaba en los de la gran crisis. Que acaba, claro, por cuestión de necesidad práctica: en algún momento había que ponerle punto y final al libro. La crisis, ya lo sabemos, sigue con el rótulo de continuará.