Rosa Montero: "Estamos en un momento crítico de credibilidad y falta de legitimidad democrática"
La más "oscura" y "crepuscular". Así define Rosa Montero Animales difíciles (Seix Barral, 2025), la última novela de la serie protagonizada por Bruna Husky, en librerías desde este miércoles. Es también "angustiosa" porque habla de "peligros ciertos" de nuestra sociedad actual, que se enfrenta a unas "amenazas tremendas" en el debilitamiento de las democracias, la ola totalitaria ultraderechista mundial o el perfeccionamiento de una inteligencia artificial difícil de controlar. Por ello, es un thriller policíaco pero, al mismo tiempo, una novela existencial de ciencia ficción.
"Las novelas de Bruna son las más realistas que he escrito, las que más detalle de este mundo ponen, nunca han sido una distopía", ha planteado la escritora en un encuentro con periodistas en la Biblioteca Eugenio Trías: "Detesto el uso comodín de la palabra distopía. Ahora todo es distópico, pero las novelas de Bruna nunca fueron una distopía, nunca fueron un futuro catastrófico, sino realista y comparable al nuestro. Yo diría que nuestro mundo es peor que el de Bruna, porque el nuestro es bastante malo, complicado y lleno de amenazas".
Con Animales difíciles, que llega con el elocuente subtítulo de La humanidad está en juego, concluyen las andanzas de Bruna Husky, a la que conocimos en Lágrimas de lluvia (Seix Barral, 2011) y acompañamos en El peso del corazón (Seix Barral, 2015) y Los tiempos del odio (Seix Barral, 2018). En esta última aventura, que reflexiona sobre el sentido de la vida y el destino de los seres humanos, la detective androide es contratada en el Madrid de 2111 para investigar un atentado en las instalaciones de Eternal, una gran empresa tecnológica.
Las pistas la llevan hasta un periodista que sigue los pasos de uno de los asaltantes, pero cuando los implicados empiezan a desaparecer, la investigadora y el inspector Lizard se verán atrapados en una trampa mortífera diseñada por una mente criminal aterradora. En este desenlace, estamos ante una Bruna Husky que ya no es una poderosa tecnohumana de combate, sino una débil androide de cálculo que debe afrontar un peligroso caso tras el que subyace la inconsciencia con la que estamos desarrollando una superinteligencia desconocida, un poder absoluto, sin saber si seremos capaces de controlarla y que puede convertirse en un arma definitiva y brutal.
A lo largo de las diferentes novelas de la serie, la autora ha intentado "desarrollar lo que puede ser el mundo dentro de cien años", sorprendiéndose durante el proceso de su capacidad de adelantarse a cosas que ya han ido pasando. "Me da miedo poner algo por si se hace realidad", ha bromeado, para luego ponerse seria al asegurar que "estamos en un momento álgido como nunca en la historia de la humanidad", ya que "se está creando una superinteligencia inhumana, que literalmente no es humana, y no tenemos ni idea por tanto de cómo es y cómo funciona".
Se está creando a si misma una inteligencia que va a ser muy superior a la nuestra, y no consigo concebir cómo vamos a ser capaces de controlarla
"Se está creando a si misma, autogenerativamente ya, una inteligencia que va a ser muy superior a la nuestra, y no consigo concebir cómo vamos a ser capaces de controlarla. Vamos a ser como las hormigas de esa IA. ¿La hormiga es capaz de saber lo que es un ser humano? No. ¿Es capaz de decirle 'no pises mi hormiguero, por favor?' No", ha reflexionado, mencionado a Geoffrey Hinton, Premio Nobel de Física en 2023, "que dejó su trabajó en Google por miedo a que su trabajo condujera a la extinción, por miedo a no saber cómo vamos a controlar esta inteligencia". Y ha aprovechado para recordar la cita del filósofo sueco Nick Bostrom con la que empieza Animales difíciles; "Crear algo más inteligente que tú es un error evolutivo básico".
En esta línea, ha recordado que el homo sapiens lleva 300.000 años en la Tierra, una cantidad "enorme" de tiempo "si tenemos en cuenta que desde hace setenta nada más hemos conseguido ponernos tres veces en riesgo de extinción simplemente por nuestro mal hacer" en tres cuestiones importantísimas: "energía nuclear, calentamiento global e inteligencia artificial". "Las tres a la vez pueden suceder en cualquier momento", ha asegurado, para acto seguido alertar: "Estamos como en una carrera para ver si conseguimos extinguirnos. ¿Qué está pasando con la humanidad en este momento trascendental? La situación es tremenda, dificilísima, hay una especie de tendencia al suicidio colectivo evidente, hay pruebas".
Todas estas reflexiones nacen en Montero gracias a un proceso de escritura en el que indaga en cuestiones como "la muerte o el sentido de la vida, si tiene alguno", siempre atendiendo al "trasfondo social y político, la relación con el poder o el amor". Y, por encima de todo ello, como tema principal sobrevuela el concepto de identidad, "un problema importantísimo en la modernidad", que lleva a la autora a cavilar de manera un tanto retórica: "¿Cómo construimos nuestra identidad en este mundo cambiante en caída libre, complemente líquido, impreciso, amenazador, híbrido y en descomposición, con tan poca capacidad de la gente de insertarse en un entorno estable cuando somos animales sociales y para ser nosotros necesitamos vernos reflejados en un entorno?"
La humanidad está en una frontera radical, crítica y peligrosísima de lo que queremos ser
"Nuestra personalidad depende de ese entorno, y en este mundo tan caótico y amedrentante esa personalidad está complemente rota", ha lamentado. A su juicio, precisamente esta ruptura de la personalidad y esta "falsa de sosiego y de reconocimiento de lo que uno es" provoca el crecimiento de la "extrema derecha, las ideologías totalitarias y violentas", ya que lo primero que estas ofrecen es la "sensación de pertenencia a un grupo por oposición al contrario". "Ser o no ser, ¿pero ser qué? Esa es la cuestión y una pregunta a nivel colectivo y social, porque la humanidad está en una frontera radical, crítica y peligrosísima de lo que queremos ser", ha planteado.
Siguiendo con su visión del momento presente, ha avisado Montero de que uno de los "grandes problemas" del presente y del futuro, relacionado con todos estos planteamientos, son "los desplazados y las migraciones". de las que hasta ahora solo estamos viendo "la punta del iceberg, el comienzo de un tsunami brutal por el calentamiento global". "Ante este reto hay parte de la sociedad que quiere levantar muros y poner fronteras, acorazarnos en el primer mundo frente a los pobres. pero esto aparte de que es éticamente discutible, es una imbecilidad, porque no hay murallas suficientemente altas para defenderse del tsunami de desplazados que va a haber. Es imposible. O nos salvamos todos o ninguno, y esa también es otra frontera de identidad. ¿Qué tipo de humanidad queremos ser?", ha destacado.
En este contexto, son el "miedo" y el "vacío" los que "sostienen a los extremismos" y, justo por eso, "estamos en un momento crítico de falta de legitimidad democrática y de crisis de credibilidad democrática". En su opinión, la democracia "es el único sistema posible, aún con todos sus defectos", por lo que no ha dudado al afirmar que "la peor democracia es mil veces mejor que la mejor dictadura", y ha retrocedido hasta un punto muy concreto como inicio de esa falta de legitimidad a la que hacía referencia: la salida en falso de la crisis de 2008, con el "empobrecimiento del 25% de la población mundial". "Tras la Segunda Guerra Mundial vino el estado del bienestar, el ascensor social. La gente pensaba que sus hijos podían ser más ricos que ellos y eso provocó una cierta paz que ahora se ha acabado", ha advertido.
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Y ha continuado: "Ahora la gente siente que la democracia no habla con ellos, no los defiende, que ellos se han empobrecido y sus hijos van a ser más pobres, mientras los causantes de la crisis no han pagado nada y se han hecho más ricos que antes. Ahí hay una crítica legítima de todos los que votan a Trump y a la extrema derecha alemana: la democracia no mira por mi, no me da una salida ni un futuro. Lo malo es que esa crítica legítima la hace en su mayoría gente que además no tiene suficiente formación, que es otra crítica legítima en sí misma, y eso hace que sean más fáciles de manipular y que puedan creer que esta gente aparentemente antisistema, como Trump, sí que nos van a mirar, nos van a escuchar y defender por nosotros contra esta democracia corrupta. En el Tercer Reich sucedió lo mismo y después del crack del 29, esto ya ha sucedido y está volviendo a suceder. Como no refundemos la democracia y le demos un contenido donde la gente se sienta escuchada y sienta que su participación cambia la realidad, vamos muy mal".
Se ha referido también la escritora a la batalla por la apropiación del término 'libertad', con la intención última de vaciarlo de contenido para darle otro nuevo por conveniencia. "La gente que se le llena la boca con la palabra 'libertad' es la que más libertades quiere quitar a los demás, porque quieren libertad de comercio y liberalismo económico, cuando en realidad son tremendamente restrictivos", ha remarcado, aclarando que esta es una lucha de la sociedad no de ahora, sino de "hace siglos". "Peces-Barba dijo que la finalidad principal de la izquierda es la justicia social y la igualdad social, y la de la derecha es la libertad en ese tipo de cosas individuales. y por eso está muy bien que entre unos y otros se vayan limando los excesos. Esa combinación es perfecta en un mundo ideal, estaría muy bien, pero ahora estamos en el caos", ha resaltado.
A pesar de esta visión no demasiado alentadora del mundo en este recién estrenado nuevo año, ha subrayado Montero que "el ser humano tiene la capacidad de reinventarse e intentar encontrar otra manera de vivir y de relacionarse con el entorno y unos con otros". Es por ello que, a pesar de la "oscuridad" de Animales difíciles, "al final hay una reafirmación de la vida" porque cree en la "fuerza de la vida, en la capacidad de adaptación y supervivencia de los seres humanos". "Creo en la fuerza de la vida que se regocija en vivir", ha resaltado, lanzando antes de concluir una última reflexión: "La democracia no se puede reinventar si no hay una prensa fuerte. Para que haya una democracia fuerte tiene que haber medios de comunicación fuertes. Y no es casualidad que en este momento que hay una crisis de la democracia haya también crisis de los medios".