PoesíasSafoEdición y traducción de Juan Manuel Macías.Oficina de Arte y EdicionesMadrid2017Poesías
Filólogo, traductor de Cavafis y otros poetas griegos y poeta él mismo, Juan Manuel Macías acaba de dar a la imprenta una edición mejorada y ampliada de las traducciones de Safo que ya publicó hace años en la extinta editorial DVD; y lo hace incorporando a la nueva edición algunas aportaciones recientes al acervo de la poeta de Lesbos, tales como el hermoso poema que en esta edición lleva el número 31, reconstruido por M. L. West en 2004. Pero lo importante, nos da a entender el traductor, no es tanto la puesta en valor de esos u otros vestigios filológicos, como la evidencia de que en ellos sigue haciéndose oír la voz de una poeta de la que bien poco sabemos y de la que 26 siglos nos separan, pero en la que, sin embargo, podemos encontrar a una interlocutora increíblemente cercana: “Mi piel, en otro tiempo suave, de la vejez ya es presa, / y tengo blancos mis cabellos que fueron negros (…) / He aquí mis asiduos lamentos, pero, ¿qué podría hacer yo? / A un ser humano no le es dado durar por siempre”.
Pero si aquella mujer que vivió en la isla griega de Lesbos entre los siglos VII y VI antes de Cristo acertó a diagnosticar de ese modo memorable su propia transitoriedad, lo curioso es que esas temblorosas palabras se dejen oír hoy con la misma fuerza con la que debieron sonar cuando fueron escritas en circunstancias que ignoramos y sobre las cuales, nos advierte Juan Manuel Macías, es mejor no especular: “No hay mejor manera de adentrarse en los versos sáficos que desde una saludable posición de ignorancia”. Se refiere el traductor a la controvertida “cuestión sáfica” y a la curiosa circunstancia de que estos versos, poseedores de un innegable temblor que todavía nos atañe y conmueve, hayan sido también motivo de innumerables especulaciones sobre la naturaleza de los sentimientos que expresaban, a veces motivados por muchachas de las que no sabemos otra cosa que la mágica reverberación de sus nombres: Góngula, Anactoria, Mnasídica…; algunos de los cuales, por cierto, han pasado al imaginario popular a través de recreaciones más o menos sensacionalistas de lo que sucesivas generaciones de lectores han querido imaginar al leerlos: véanse, por ejemplo, las afamadas –y muy resultonas– Canciones de Bilitis, debidas al poeta de segunda fila francés Pierre Loüys, a quien Macías evita mencionar.
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Nada tienen que ver, en efecto, esas elaboradas fantasías masculinas con la noble resonancia de los versos de la gran poeta de Lesbos. La que cantó, por ejemplo, que “lo más bello (…) es lo que uno ama”, más allá incluso de la belleza codificada que otros querían ver en “los carros guerreros de los lidios”. Es esa civilidad, e incluso ese individualismo a destiempo, desentendido de entusiasmos guerreros y devaluados ideales colectivos, lo que hace que la voz de Safo nos siga resultando tan inmediata. Lo otro… Bueno, ya sabemos qué se ha hecho y se hace con lo otro.
*José Manuel Benítez Ariza es escritor. Su último libro es José Manuel Benítez ArizaEfémera (Takara, 2016).
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