Tu navegador no soporte el elemento de audio HTML5. La poeta lee 'Y habitó entre nosotros'.
Y habitó entre nosotros(El día que entré por primera vez en el salón de Oskar Kokoschka)
Alma, mi amor, no entres.No quiero que suceda lo que ya sucedió,lo que va a suceder.
(“Alma Mahler Hotel”, José Hierro)
Hubo una risa lejana calentando el fuego.
Un fuego con olor hiriente
a carbón sin jazmines,
condenado a la hoguera,
expuesto en las plazas públicas,
penado a consumirse en sí mismo
ante las risas infames de las oscuras bocas.
Hubo un pincel. Y unas manos. Y varias vidas resbalando
por el borde ahumado del cenicero.
Hubo el fantasma de unos dedos
en el piano. Espíritu encorvado
que, según los más ancianos,
se escapa del aliento de los muertos en tardes como esta.
Hubo un sexo abierto, ruin y amargo,
que una certera pincelada cerró para siempre.
—Alma no está. Puedes entrar.
Y entré. Me acomodé entre los restos
de las copas y los huesos
y apagué el fuego.
Sentí el vaivén opiáceo del color,
de la carrera ya lejana de la llama,
de la cercanía pesante de unas venas
que exudaban la pureza orgánica
del azul y el ocre.
Entré tan adentro de aquel útero de hombre
que lloré como deben de llorar los fósiles: quietos
y con memoria.
Y mientras lo hacía, sentí el ruido del viento
que precede a los terremotos y a los años,
que esta vez anunció, sin manto ni culpa,
que el alma se hizo carne y habitó entre nosotros.
*Rosario Pérez Cabaña es poeta. Su último libro es 'Mi padre nació en Praga' (Ediciones en Huida, 2014).Rosario Pérez Cabaña