Garabatos de un violín viejo
Francisco Beltrán
Editorial Sonámbulos (Granada, 2023)
Garabatos de un violín viejo es un libro de vivencias y de sentimientos en donde, a veces, estos traspasan las palabras.
Con la estela de Antonio Machado, con ecos de Jorge Manrique, entre otros, Francisco Beltrán afina su violín y escuchamos retazos de vida que solo con el paso del tiempo, desde la sabiduría que la edad otorga, traza unos poemas que muestran la esencia de las cosas: "cómo se hace camino al andar", "contemplando cómo se pasa la vida…, tan callando". Es un poemario medido en el fondo y en la forma, todo está acompasado, en donde desde la edad adulta se cuelan recuerdos de infancia que le llevan a otras infancias.
Francisco Beltrán es profesor, poeta, narrador, un humanista comprometido con lo social, de ahí son los proyectos sobre medio ambiente y ecología en donde está inmerso, también, esta preocupación se refleja en su escritura.
Desde que cogemos el libro percibimos que es singular por su forma apaisada y cuya lectura debe hacerse en horizontal. El poemario es un relato poético con poemas breves, extensos, otros en prosa, que conforman una arquitectura versal en donde todo está milimetrado: desde el índice de primeros versos que se puede leer como un poema independiente, así como cuando estructura los versos, en algunos poemas, en dos columnas, e incluso en tres, que se pueden leer seguidamente como un verso clásico, y también con la opción de leerse de arriba hacia abajo, a partir de la cesura o hemistiquio que divide al verso. Nos da todas las posibilidades.
El poemario está dispuesto en tres partes que estructura a la manera clásica: introducción, nudo y un final abierto a la existencia, todas conllevan paralelamente, alma, corazón y vida, con una música que a ritmo de paseo nos acompaña. A cada una de estas tres secciones en su título le antecede la palabra "tesitura", que la RAE define como la coyuntura, la circunstancia que se da en un momento determinado, esto unido a una segunda acepción en donde se refiere a un registro musical, a un segmento de notas determinado. Por eso Francisco Beltrán se para en este momento de su vida y cuenta su experiencia de lo cercano. Así las denomina: Tesitura I: Partituras desabrochadas, nos escribe versos en "donde todo aspira a volver a otro inicio, /donde, ¿te curas de la nostalgia/ en las hojas de tu otoño?". En la segunda, Tesitura II: Resonancia de garabatos, nos dice: "miro los ojos azules y profundos de una infancia que comienza y/ estas cuerdas cansadas se renuevan para otro concierto". La última sección la titula, Tesitura III: Los violines viejos aún suenan, continua diciéndonos que "trae un relumbre de niñez que hostiga un charco,/ inquietos ojuelos que te observan desde ambos lados del agua."
Este libro es un canto a la vida, así nos escribe en un poema: "El corazón de un abuelo siempre está abierto/ en la armonía del desvarío del tiempo.". Sabe de los temas clásicos: Carpe diem, Tempus fugit, Collige virgo rosas. Los utiliza como invitación, porque lo que le importa son los momentos, los instantes. Utiliza un estilo literario repleto de recursos estilísticos, tras la metáfora del título, consigue con símbolos, imágenes y sinestesias llevarnos a que queden los sentidos expuestos, que todo esté en relación, incluso en correlación.
En este viaje, el poeta transmite su amor a las personas, en especial a la niñez. Utiliza estos recursos hábilmente para crear sensaciones como el asombro y el descubrimiento de esa infancia que está observando con una mirada perpleja y "con pie en tierra y la memoria herida,/ afrontas ese vacío como de faro infinito sin barcos."
Esto nos lleva al oficio que sostiene a sus espaldas por el bagaje de años de escritura. De hecho, son poemas en donde viven y perviven las cosas cotidianas, las pequeñas cosas. Textos hermosos y sugerentes con un narrador omnisciente que garabatea esa niñez que le sobrecoge y que con ternura, melancolía y nostalgia va de acá para allá como un atlas de geografía de lo que nos roza, y lo hace para dejar rastro. Así entre lo dicho y lo callado escribe un borrador que es la vida con los colores del atardecer, de los paseos, de las conversaciones en donde el amor es el denominador común. En estos poemas se piensan los sentimientos. Por eso Francisco Beltrán camina conscientemente por caminos buscando veredas para aprovechar mejor y lo hace con una ética y estética entre la realidad y la ficción, es como un signo lingüístico en donde sus dos caras son inseparables. Toma conciencia del paso del tiempo y de sus circunstancias. Este libro nace con la vocación de dejar constancia de su paso por el mundo, en donde los referentes personales, reales y los literarios, ficticios, son espejos en donde reflejarse.
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Decía Alda Merini que "se nombra el amor para indicar la trayectoria limitada e ilimitada de la infancia que brota del origen y regresa a la memoria para crear al débil, al fuerte, al omnipotente poeta". Por eso, Francisco Beltrán crea y recrea este relato poético desde la hondura y la piel que no deja a nadie indiferente.
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* Carmen Canet es crítica literaria y aforista. Su último libro, 'Cipselas' (Polibea, 2022).