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El rincón de los lectores

Un sol más vivo

Octavio Paz, en Malmö, en 1988. CC BY

Antonio Deltoro

En este mes de abril se cumplen 18 años de la muerte de Octavio Paz. Ya hay jóvenes poetas mexicanos para los cuales el autor de Libertad bajo palabra es un miembro de la generación de sus abuelos o bisabuelos, no un contemporáneo, sino un clásico con libros que se leen como material didáctico en el bachillerato. Además, acabamos de celebrar, hace apenas dos años, nacional y oficialmente, el centenario de su nacimiento ¿Cómo ha resistido la obra de Paz este periodo y los diversos actos conmemorativos? Creo que no se ha acartonado y que ha salido de estas pruebas con extraordinario vigor. Les he preguntado a los jóvenes poetas con los que tengo contacto si leen a Paz y qué tanto. En su mayoría me han dicho que sí y que mucho, pero siento que lo hacen de una manera menos obsesiva y apasionada, en todos los sentidos, que los jóvenes poetas de hace 30 o 40 años. Los jóvenes actuales se concentran, sobre todo, en "Piedra de sol" (como lo hacíamos nosotros a su edad) y en algún otro poema extenso, y miran la figura de Octavio Paz en forma más serena.

A mí su muerte me hizo leerlo mejor y más asiduamente; apreciarlo, si cabe, todavía más, pero, sobre todo, leerlo en forma menos polémica, más íntima, más necesaria, más acompañada por mis tribulaciones y mi biografía. Tengo 68 años y muchos de lector de poesía. Hace aproximadamente dieciocho años leo con singular atención los libros finales de los poetas que admiro. En ellos suelen concentrarse, depuradas por el tiempo y enfrentadas a la muerte, como si fueran una sola, la sabiduría poética y la vital.

Hay algo que, a través de las épocas, de los metros y de la extensión hace de un poema de Paz un poema de Paz; pienso que, más allá de un estilo, es un temperamento siempre en movimiento, gobernado por un ritmo y una actitud valiente que siempre da la cara más allá de la forma del poema; pues en palabras del mismo Paz: "No la vida eterna, sino la eterna vivacidad es lo que importa"… "La verdad original de la vida es su vivacidad y esa vivacidad es consecuencia de ser vida mortal, finita: la vida está tejida de muerte".

Pese que los poemas de su último libro, Árbol adentro, están escritos por un Paz ya viejo, entre los 62 y 74 años, no pierden ni un ápice del vigor permanente que caracteriza a su obra tanto poética como ensayística. No hay nunca en ellos el monólogo del hombre abrumado, ni la queja de la víctima. Incluso la presencia inminente de la muerte le despierta curiosidad: "Pido / no la iluminación: / abrir los ojos, / mirar, tocar al mundo / con la mirada del sol que se retira". Pero ese sol que se retira no es en él un sol pálido y crepuscular. La sección de este libro que agrupa los poemas dedicados a la muerte se llama "Un sol más vivo". Incluso la noche está vista como tránsito entre la luz y la luz y a la luz de las estrellas, nunca desde el hoyo profundo sin salida; como castigo o como infierno. "Puertas al alba", se podría titular, paradójicamente, la última poesía de Octavio Paz ("Al alba busca su nombre lo naciente"). Paz va del amanecer al mediodía y a la noche, sin pasar por la tarde. Árbol adentro, junto a Pasado en claro y los pocos poemas posteriores a estos libros, que son los que más frecuento, me sumergen en una poesía que se fue haciendo cada vez más humana y hospitalaria, que se fue cargando de tiempo, sin perder ni un ápice su característica vitalidad.

Octavio Paz hizo grande, con su vida y su obra, su muerte: nos ayudó a bien vivir y leer su última poesía nos ayuda a bien morir. Paz no se quiso perder ese instante, quiso morir como vivió: con los ojos abiertos.

*Antonio Deltoro es escritor. Su último libro es 'Poesía reunida (1979-2o14)' (Visor, 2015). 

Antonio Deltoro

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