Del susurro al grito, la música que cantó contra la segregación racial

Durante una de sus giras, a principios de los sesenta, los miembros del grupo The Temptations llegaron a Carolina del Sur para dar un concierto. La exitosa banda, que triunfó en las radio fórmulas mezclando rhythm & blues, sonidos psicodélicos y proclamas contra la guerra de Vietnam, tocó frente a un auditorio separado por una cuerda: a un lado, los blancos, al otro, los negros. Al año siguiente, en otra actuación en el mismo lugar, “la cuerda había desaparecido, blancos y negros bailaban juntos, se daban la mano y se divertían”. Esa escena, según rememora Otis Williams, uno de sus integrantes, les hizo “llorar de emoción”. El movimiento por los derechos civiles había conseguido uno de sus grandes logros, el fin de la segregación racial.

Durante aquella época, las leyes de Jim Crow establecían la separación física entre los afroamericanos y los blancos en todos los establecimientos y servicios públicos. Una dinámica que marcaba el ritmo diario de los estados del sur, donde se daban casos paradójicos, e irritantes, como cuando los artistas negros que sí podían actuar en hoteles para la gente blanca, tenían vetado alojarse allí. Pero fue en los estudios de grabación de Stax, Hi Records o Motown donde se dieron los primeros pasos para la integración racial, mezclando artistas negros, que cantaban sobre la opresión de la comunidad afroamericana, con músicos blancos que bebían de la tradición del blues, el gospel y el rhythm & blues.

Así nació la música soul, un género que se podría considerar como la banda sonora del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos. “Stax Records fue muy especial y creó un ambiente favorable para que mucha gente se uniera en base a su talento y a sus intereses, sin importa la raza o el color de piel”, recuerda el reverendo y activista Samuel 'Billy' Kyles en una de las entrevistas que pueden leerse en From a whisper to a scream. Una historia oral de la música soul, un libro escrito por el periodista David Moreu y recientemente publicado por la editorial 66rpm.

La unión entre el soul y las reivindicaciones de la comunidad afroamericana se dio de manera “fortuita”, según señala Moreu. “Había unos músicos negros que vivían segregados y que hablaban de su realidad. Cuando empezaron a reclamar igualdad esta era la música que escuchaban y les inspiraba. Muchos de los entrevistados no participaron en el movimiento y se dieron cuenta después de su influencia”, explica. También había artistas que se sentían totalmente involucrados en el movimiento y celebraban que su música fuese una manera de romper las barreras raciales.

Williams, cuyo grupo The Temptations formaba parte del sello Motown, también recuerda las reuniones creativas que se hacían periódicamente en la discrográfica para evaluar y planificar todo lo que sucedía en torno a las canciones. Una auténtica fábrica de hitshits que produjo a artistas como Marvin Gaye, Diana Ross & The Supremes, Martha & The Vandellas o los Jackson Five. Pero a la Motown no le faltaron voces críticas entre la comunidad afroamericana. Su estilismo, puesta en escena e incluso el sonido de sus bandas eran acusados de ser “demasiado blancos” y esa fue, quizás, la razón de su éxito. Berry Gordy, su fundador, había diseñado el sello como “una fábrica musical”, asegura Moreu, a imagen y semejanza de las fábricas automovilísticas de Detroit, sede de la discográfica. “Quería vender discos y los que los compraban era los adolescentes blancos”. De ahí, que entre lo que se etiquetó como sonido Motown, se pueda encontrar un gran número de canciones pop, pero también otras que eran “indudablemente soul”.

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El músico Aloe Blacc ha contribuido al renacimiento del soul.

Cuando las demandas del movimiento por los derechos civiles se popularizaron, apareció un subgénero cinematográfico, el Blaxplotation, que contribuyó al auge del soul. “Era la primera vez que la comunidad afroamericana decidía plasmar sus propias historias, de manera que la banda sonora tenía que ser evidentemente afroamericana”, apunta Moreu. El éxito llegó con Shaft (1971), con la que el músico Isaac Hayes ganó el Oscar a la mejor canción original, con Theme for Shaft, una mezcla de soul y funk, y se convirtió, además, en el primer músico afroamericano en ganar este premio.

El soul también tuvo una notable influencia en bandas europeas como The Animals, The Rolling Stones o The Beatles, que versionaron muchas de las canciones de este género. Pero, ¿cómo un estilo musical que se da en unas circunstancias tan específicas consigue tener alcance internacional? David Moreu lo tiene claro: “Con el soul no hace falta entender la letra para engancharte a la música. Se dio en un momento histórico con un significado concreto, pero entonces también se necesitaban momentos de diversión y la música se utilizó para esa evasión”. Desde hace un lustro ha habido un resurgimiento de la música soul debido al éxito de artistas como Amy Winehouse, Adele o Eli “Paperboy” Reed. Un fenómeno, concluye el autor de From a whisper to a scream, que ha dado paso a una escena musical constante, aunque minoritaria, con grupos que vuelven al soul o lo mezclan con otros géneros y que funcionan en el panorama actual.

Durante una de sus giras, a principios de los sesenta, los miembros del grupo The Temptations llegaron a Carolina del Sur para dar un concierto. La exitosa banda, que triunfó en las radio fórmulas mezclando rhythm & blues, sonidos psicodélicos y proclamas contra la guerra de Vietnam, tocó frente a un auditorio separado por una cuerda: a un lado, los blancos, al otro, los negros. Al año siguiente, en otra actuación en el mismo lugar, “la cuerda había desaparecido, blancos y negros bailaban juntos, se daban la mano y se divertían”. Esa escena, según rememora Otis Williams, uno de sus integrantes, les hizo “llorar de emoción”. El movimiento por los derechos civiles había conseguido uno de sus grandes logros, el fin de la segregación racial.

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