El Primero de Mayo de CCOO y UGT ha querido aprovechar como vientos de cola las masivas protestas feministas y de jubilados de los últimos meses, para reivindicar la validez, y eficacia, de la movilización en la calle. También para proclamar el valor de un “sindicalismo fuerte” sin el que “no es posible ni una distribución justa de la riqueza ni un sistema de pensiones potente ni empleos y salarios calidad”, advirtió el secretario general de CCOO, Unai Sordo, en su discurso final en la Puerta del Sol de Madrid.
Tanto Sordo como el líder de UGT, Pepe Álvarez, aparecieron vestidos de morado, un color que quería competir con el rojo en banderas y atuendos. También en el estrado de la Puerta del Sol los responsables madrileños de ambos sindicatos cedieron este año el protagonismo a las secretarias de Igualdad de las dos organizaciones, que precedieron a Sordo y Álvarez en sus alocuciones. “Las mujeres sindicalistas somos feministas”, manifestó Ana Sánchez de la Coba, la responsable de Política Social de UGT. La “página gloriosa” que, a juicio de Pepe Álvarez, escribió el 8-M, con sus multitudinarias protestas en toda España, se ha convertido en “un Primero de Mayo morado” para decir “basta, ni un acoso más ni en la empresa, ni en la calle, ni un asesinato más”.
Las pancartas de los pensionistas eran menos numerosas, pero en los discursos los elogios a sus movilizaciones –“que han doblado el pulso al Gobierno”– fueron continuos. “Necesitamos presión en la calle”, pidió Unai Sordo antes de destacar que las protestas de los jubilados hicieron posible lo que sólo dos meses atrás “era imposible porque vigilaba Europa”: subir las pensiones al mismo ritmo que lo hace el coste de la vida.
Sin embargo, este Primero de Mayo de Madrid repitió la tónica de las últimas convocatorias, con una afluencia –y ambiente– que distaba mucho de la conseguida en los peores tiempos de la crisis, cuando los despidos y los conflictos laborales arreciaban. Según los sindicatos, UGT y CCOO reunieron este martes a unas 50.000 personas, 25.000 de acuerdo con los cálculos de la Policía Municipal y 12.000 según la Delegación del Gobierno. Sordo habló de medio millón de manifestantes en toda España. En Madrid hubo batucada un año más, pero los cabezas de cartel en esta ocasión fueron los cantantes del Teatro de la Zarzuela, que regalaron a los reunidos en Sol un ramillete de temas de La Verbena de la Paloma, Gigantes y cabezudos, y alguna jota, castañuelas incluidas. Enfrentados con el Ministerio de Cultura, que ha decretado su fusión con el Teatro Real, los trabajadores de la Zarzuela quieren seguir siendo empleados públicos. “Están ensayando con nosotros”, protestan contra su traslado a una nueva fundación “semipública”.
Contratas de limpieza, H&M
Les seguían en el recorrido desde la Plaza de Neptuno hasta la Puerta del Sol los trabajadores de las contratas del servicio de limpieza del Ayuntamiento de Madrid. Los mismos que hace cinco años mantuvieron una huelga de 13 días contra el gobierno municipal de Ana Botella y consiguieron así parar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que les amenazaba con 1.134 despidos. Con sus chaquetas reflectantes, los trabajadores de Ferrovial, Valoriza, OHL, Urbarser y FCC reclaman ahora un convenio “con garantías y derechos” y que se les suba el sueldo, después de cinco años de congelación salarial.
También la plantilla que aún queda en la fábrica de Coca Cola en Fuenlabrada protestaba un año más contra la multinacional. En cambio, estaban de estreno los trabajadores de otra gran compañía, la sueca H&M. El pasado lunes fueron convocados a una huelga en el centro logístico de Torrejón de Ardoz (Madrid) en demanda de que se cumpla el convenio y se les pague el plus de nocturnidad de los dos últimos años. “Hambre & Miseria”, jugaba una pancarta con el nombre de la marca sueca.
Entre los manifestantes se encontraban los secretarios generales del PSOE, Pedro Sánchez, y de Podemos, Pablo Iglesias, así como el diputado y candidato de Podemos en Madrid Íñigo Errejón y el coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón. Del PSOE acudieron igualmente su portavoz en la Asamblea de Madrid, Ángel Gabilondo; el concejal Antonio Miguel Carmona y el diputado Rafael Simancas. El representante de Ciudadanos en la comisión del Pacto de Toledo, Sergio del Campo y la diputada madrileña Victoria Alonso tuvieron que escuchar casi en primera fila cómo el secretario general de UGT les recriminaba: “[Ciudadanos] No son de fiar ni de negociar, no les interesan los pensionistas, el PNV les ha pasado por la cara”.
En su reivindicación del sindicalismo como “expresión del mundo del trabajo organizado”, Unai Sordo lo presentó como la herramienta necesaria para conseguir una distribución justa de la riqueza. “España produce ahora más que en 2008, el PIB crece un 2,8% desde 2014, las empresas ganan 36.000 millones más que antes de la crisis, pero los salarios se han devaluado y los más bajos han perdido un 22% de su poder adquisitivo”, enumeró el dirigente de CCOO, que daba su primer discurso en un Primero de Mayo desde su elección al frente del sindicato hace poco menos de un año.
Para alcanzar ese objetivo, arrancar subidas salariales a la patronal y al Gobierno la derogación de las reformas laboral y de las pensiones, los sindicatos proponen intensificar la presión en la calle. “O hay reparto de la riqueza y justicia social, o el conflicto está garantizado”, advirtió Unai Sordo.
Pensiones y salarios
El responsable de CCOO avisó también de que la reforma de las pensiones de 2013 sólo está “en el congelador” –la entrada en vigor del factor de sostenibilidad se retrasa hasta 2023 y el Índice de Revalorización de las Pensiones no se aplicará ni este año ni el próximo–, y para que desaparezca definitivamente hace falta “tensión en la calle” y “pedagogía”.
Otro tanto pide para sacar a la CEOE del “ventajismo” en que está instalada, aseguró Sordo, gracias a la reforma laboral. “No nos vale un mal acuerdo [sobre salarios con la patronal]”, rechazó. El año pasado sindicatos y empresarios no consiguieron pactar un marco para las subidas salariales y este ejercicio las negociaciones permanecen paralizadas. “No puede haber convenios con salarios por debajo de los 1.000 euros”, desechó Pepe Álvarez. Es una de las peticiones sindicales. Los empresarios la rechazan, pero está dispuesta a hablar sobre cómo subir los salarios más bajos. “La CEOE haría bien en escuchar a la calle”, apuntó.
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Al secretario general de UGT, además, la propuesta del Gobierno de sufragar la subida de las pensiones del 1,6% durante los dos próximos años con los impuestos a las grandes empresas tecnológicas se le queda “corta”, porque “servirá de poco”. Álvarez desempolvó una iniciativa de la que lleva tiempo hablando: “Que los robots coticen a la Seguridad Social, que se repartan los beneficios que generan las máquinas”, planteó de nuevo.
Tanto Álvarez como Sordo se conjuraron ante los titulares del día siguiente. “Que si los sindicatos pinchan, que si confunden sus prioridades o se meten en líos políticos”, apuntó Unai Sordo. “La verdad es que los trabajadores han salido a la calle para decir basta ya, se ha acabado la explotación”, respondió después Álvarez. En la Puerta de Sol sólo se vio una pequeña pancarta donde se leía “Álvarez traidor, a España y a UGT”. La decisión de ambos sindicatos de participar en la manifestación soberanista del pasado 15 de abril en Barcelona amenazó con abrir una fisura interna cuando las secciones sindicales de UGT en Renfe y Telefónica, así como en algunas administraciones, expresaron su desmarque y se registraron cientos de bajas de afiliados. Según los convocantes, en Barcelona se manifestaron este martes unas 30.000 personas, 8.000 según la Guardia Urbana.
El Primero de Mayo de CCOO y UGT ha querido aprovechar como vientos de cola las masivas protestas feministas y de jubilados de los últimos meses, para reivindicar la validez, y eficacia, de la movilización en la calle. También para proclamar el valor de un “sindicalismo fuerte” sin el que “no es posible ni una distribución justa de la riqueza ni un sistema de pensiones potente ni empleos y salarios calidad”, advirtió el secretario general de CCOO, Unai Sordo, en su discurso final en la Puerta del Sol de Madrid.