En las urnas, lo tiene claro: la papeleta escogida será la de algún partido progresista. Eso sí, huye de los extremos y encuentra acomodo en los discursos que tienden hacia la moderación. De izquierdas, pero no demasiado. Y más allá de siglas, sí tiene clara una cosa: su apoyo incondicional a la ley trans. Son algunas de las conclusiones del primer gran estudio sobre el comportamiento electoral de las personas LGTBI. La investigación, presentada este jueves, ha sido realizada por la Federación Estatal LGTBI (FELGTBI) y la agencia 40DB, con una muestra de 800 personas del colectivo mayores de edad.
La encuesta determina que más de la mitad de los encuestados se inclina por los partidos de izquierda: un 56,5% prefiere las opciones progresistas. Pero un nutrido 31,5% no ve con malos ojos las propuestas conservadoras. Más al detalle, un 27,8% se inclina por las siglas del PSOE y un 22,6% opta por Unidas Podemos. No tan lejos, un 19,6% elegiría la papeleta del PP. Y aunque a distancia, la siguiente opción más escogida en cuanto a intención de voto es la extrema derecha: el 7,1% señala a Vox. Por detrás, un 6,1% de la intención de voto iría a parar a Más País y un 4,8% a Ciudadanos.
"El colectivo LGTBI vota a los partidos que defienden sus derechos", estima Ignacio Paredero, secretario de Organización de la FELGTBI. Un resultado que acredita una realidad evidente, a su entender, pero que hasta ahora no venía avalada por los datos. La diferencia, además, respecto a la población general es notable: la estimación de voto entre el electorado en términos generales sitúa al PP en la cima (28,6%), seguido del PSOE (26,4%), a Vox en tercer lugar (14,1%) y a Unidas Podemos después (12,3%). Los datos relativos a la población general provienen del barómetro mensual confeccionado por 40DB para la cadena Ser y El País, correspondiente al mes de marzo.
Sin embargo, a la hora de autoubicarse ideológicamente, el electorado LGTBI huye de los extremos. Ni muy de izquierdas, ni muy de derechas. La mayoría de los encuestados, un 26,1%, se ubica en el centro: en una escala en la que cero es "extrema izquierda" y diez "extrema derecha", existe una mayoría que se sitúa ideológicamente en el cinco. Eso sí, esta realidad convive con una tendencia a desplazarse ligeramente hacia el espectro izquierdo, ya que la media del electorado LGTBI se encuentra ideológicamente en un 4,6. Es decir, un poquito más a la izquierda del estricto centro. Por norma general, hay más personas LGTBI que población general en la izquierda, si bien es cierto que en ambos casos se sienten más cómodos en posiciones moderadas.
"La realidad social es muy compleja", reflexiona Paradero, por lo que pertenecer a la comunidad LGTBI "no te libra de tu contexto". La educación, la clase, la familia, la situación económica y la ideología no entienden de orientación sexual o identidad de género.
El compromiso con el colectivo está a la izquierda
Eso sí, las personas LGTBI son conscientes de cuáles son los partidos que defienden sus intereses como colectivo. Y por eso, el 65% de los encuestados cree que Vox no tiene ningún compromiso a la hora de batallar por sus derechos, mientras que el 19,4% cree que el compromiso dela formación ultra es poco. El 39,5% estima que el PP no está nada comprometido con sus derechos y el 37,9% señala que el compromiso es bajo. En el caso de Ciudadanos, el 30,5% señalan que el compromiso es nulo y el 38,9% lo califica de escaso.
Ocurre lo contrario respecto a la visión que tienen de los partidos de izquierdas, con Unidas Podemos a la cabeza. El electorado LGTBI cree que los morados son los más comprometidos con sus derechos: el 29,5% estima que están muy comprometidos y el 26,3% bastante. En cuanto al PSOE, el 12,4% de quienes participaron en la encuesta sostienen que los socialistas están muy comprometidos con el colectivo y el 33,8% lo rebaja a bastante comprometidos.
Apoyo mayoritario a la ley trans
El mayor consenso llega con la pregunta relativa a la valoración de la ley trans. Los votantes de todos los colores, salvo aquellos de extrema derecha, tienen una valoración positiva de la ley. El 33% de los votantes socialistas la valoran muy positivamente y el 41,6% positivamente; porcentajes que se instalan en el 31,4% y el 45,8% respectivamente cuando se trata de los electores morados.
También quienes se declaran más afines al PP y Ciudadanos entienden la ley trans como una buena norma. El 23,2% de los votantes conservadores la valora muy positivamente y el 29,3% positivamente. Y el 7,7% de los naranjas cree que es muy positiva, seguido de un 50% que la califica como positiva asecas.
Los votantes de extrema derecha, en cambio, no lo tienen tan claro. Aunque la respuesta no es rotundamente contraria a la ley, o al menos no tanto como escenifica el partido de Santiago Abascal. El 15,8% la valora muy positivamente, el 18,4% cree que es positiva y el 21,1% se reconoce indiferente. En el extremo opuesto, el 10,5% cree que es negativa y el 23,7% muy negativa. Si bien es evidente que el electorado de extrema derecha es reticente a la ley, lo cierto es que sí existe un apoyo significativo incluso entre los votantes más ultras.
Paredero lo encaja dentro de la normalidad. "Son derechos que ganan. Te puede gustar menos Irene Montero, te pueden parecer mal los partidos que la han promovido, pero al fin y al cabo son derechos para el colectivo", sostiene.
Menos movilizado
El análisis establece una panorámica sobre cómo de movilizado está el colectivo a la hora de acudir a las urnas. Y si bien la respuesta mayoritaria apunta a una determinación clara de participar en los siguientes procesos electorales, lo cierto es que el colectivo no está tan convencido como el resto de la población general. Así, el 41% de los encuestados votará en las próximas elecciones, frente al 54,5% de la población general. En una escala del cero al diez, se sitúan en el ecuador un nada desdeñable 11,9% de las personas del colectivo. Es decir, casi un 12% se está planteando si votar o no. Es el doble de la población general: en esta situación se encuentra el 5,2% del resto de electores.
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"Tiene que ver con que hay un peso importante de jóvenes LGTBI", señala Paredero. Según constatan los datos, existe una sobrerrepresentación de las personas más jóvenes dentro de la comunidad LGTBI. "Y los jóvenes tienden a votar menos en general", explica.
Un dato significativo: entre las personas que están convencidas de su participación electoral, la mayor parte se declara votante del PSOE y una clara minoría simpatiza con Vox. En concreto, la probabilidad de ir a votar de las personas del colectivo afines a la extrema derecha es casi cuarenta puntos más baja que la de la población general. "Es lógico", concluye Paredero, que quienes han votado a Vox y han visto cómo el proyecto político del partido se ha basado "en insultar al colectivo" ahora se lo piensen dos veces.
Según el CIS, un 90,9% de la población se declara heterosexual. Y entre un 7% y un 8% pertenecería al colectivo LGTBI, lo que se traduciría en tres millones de votantes, cruzando los datos con la información que proviene del censo. La comunidad LGTBI está "politizada y movilizada", subraya el sociólogo y activista, así que "cuestionar" sus derechos tiene "un coste electoral". En juego, tres millones de votos. "Que cada cual haga lo que tenga que hacer", zanja.
En las urnas, lo tiene claro: la papeleta escogida será la de algún partido progresista. Eso sí, huye de los extremos y encuentra acomodo en los discursos que tienden hacia la moderación. De izquierdas, pero no demasiado. Y más allá de siglas, sí tiene clara una cosa: su apoyo incondicional a la ley trans. Son algunas de las conclusiones del primer gran estudio sobre el comportamiento electoral de las personas LGTBI. La investigación, presentada este jueves, ha sido realizada por la Federación Estatal LGTBI (FELGTBI) y la agencia 40DB, con una muestra de 800 personas del colectivo mayores de edad.