La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, viajará este jueves a Bruselas en busca de la ayuda de sus aún socios en la Unión Europea, para examinar fórmulas que ofrezcan las "aclaraciones" necesarias para que el Parlamento británico no tumbe el acuerdo del Brexit, a pesar del rechazo que despierta la solución de emergencia ideada para la frontera irlandesa.
El bloque comunitario ha rebajado las expectativas de la premier de renegociar las condiciones del divorcio y varios de sus líderes han dejado claro que en ningún caso aceptarán reabrir el Tratado de Retirada que ha costado diecisiete meses consensuar.
El propio presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, ha dicho que hay voluntad de ayudar al Gobierno británico para "facilitar" la ratificación parlamentaria del texto, pero que "la cuestión es cómo hacerlo".
La "gravedad" de la situación exige discutir sobre ello, dijo Tusk en su carta de invitación a la cumbre, en la que quiera que se avance también en la preparación de planes de contingencia en caso de que fracasen las negociaciones.
May llega además tocada por el voto de confianza al que ha sido sometida en el seno de su propio partido, ya que aunque ha vencido, el resultado evidencia que un tercio del Partido Conservador le da la espalda.
En los últimos días, May ha intensificado los contactos con las capitales tratando de obtener cambios en la red de seguridad para el Úlster (backstop en la jerga comunitaria), pero se trata de un mecanismo que los 27 consideran imprescindible y que ha sido pensado para evitar la vuelta a la frontera "dura" entre Irlanda del Norte e Irlanda.
"Eso no va a cambiar. No se va a decir que estará limitado en el tiempo, ni que una parte podrá retirarse. Eso no va a pasar", zanjaba un alto diplomático sobre las aspiraciones británicas de modificar la solución irlandesa.
Tampoco está claro qué modelo de declaración aspira a obtener Londres -que reclama un texto legalmente vinculante-- o estarían dispuestos a firmar los 27, que rechazan de plano cualquier formulación que pudiera alterar los límites del acuerdo.
Aunque no hay un texto sobre la mesa, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE a 27 aceptarían de buen grado ofrecerle a May algún tipo de documento con "aclaraciones" sobre el funcionamiento del llamado backstopbackstop, en el sentido de que es un instrumento de "último recurso" y que el compromiso es trabajar para no tener que recurrir a él, según diversas fuentes europeas.
La forma que podrían adoptar estas garantías está por discutir a nivel de jefes de Estado y de Gobierno, si bien todas las fuentes consultadas coinciden en que "en ningún caso" se aceptaría una redacción que alterase en algo lo ya negociado.
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May ha intensificado sus contactos con los socios de la UE en los últimos días, pero el bloque sigue sin tener la certeza de "qué es lo que quiere" la primera ministra y esperará a escuchar sus exigencias en una primera reunión el jueves, antes de discutir sin ella los "pasos a seguir" en una sesión, tras la cena, con la que se cerrará la primera jornada de cumbre.
Además, las noticias que llegan a Bruselas sobre la situación política interna del Gobierno de May y los problemas para aprobar el acuerdo --cuya votación se canceló el pasado martes-- son motivo de "preocupación".
"El tiempo corre", avisó Tusk a los líderes en la carta que les envió para convocarles a la cumbre, en la que espera también dirigir un debate sobre los avances en la preparación de planes de contingencia ante la posibilidad de un Brexit caótico porque el acuerdo se frustre por la falta de apoyos en el Parlamento británico.
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, viajará este jueves a Bruselas en busca de la ayuda de sus aún socios en la Unión Europea, para examinar fórmulas que ofrezcan las "aclaraciones" necesarias para que el Parlamento británico no tumbe el acuerdo del Brexit, a pesar del rechazo que despierta la solución de emergencia ideada para la frontera irlandesa.