“Volvería a hacerlo sin dudarlo”, afirma la activista danesa multada por ayudar a unos refugiados

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El pasado septiembre, Lizbeth Zornig Andersen y su marido ayudaron a una familia de refugiados sirios en su camino hacia Suecia a través de Dinamarca. Ella los trasladó en su vehículo particular desde la frontera con Alemania, les invitó a su casa y ahí –junto con su marido– les proporcionaron alimento y luego los acercaron a la estación de Copenhague para que pudieran seguir su camino. Hoy, la pareja se enfrenta a una multa de 6.000 euros –3.000 cada uno– por una acción que, afirma Zornig, “no sabía que era ilegal”. En conversación telefónica con infoLibre, esta activista y escritora danesa asegura que "volvería a hacerlo sin dudarlo", aun sabiendo que podría "acabar en la cárcel". 

Zornig explica que en ningún momento pensó que lo que estaba haciendo fuese a acarrearle tales problemas y denuncia que se ha desvirtualizado lo que realmente sucedió. “Algunos periódicos dijeron que yo había cruzado la frontera con los refugiados, pero es falso”, afirma tras explicar que ella lo único que pretendía era ayudar a una familia siria como lo hacen “otros muchos daneses”.

“Mucha gente, estudiantes, gente rica y con más o menos recursos, está ayudándoles, dándoles dinero o pagándoles billetes”, apunta ésta. “Muchos de ellos tienen niños pequeños, atraviesan Dinamarca y no tienen nada porque han caminado durante cientos de kilómetros por la carretera para llegar aquí”, por eso, subraya Zornig, “volvería a hacerlo sin dudarlo”.

“Yo me encontraba en la zona y los recogí en la misma carretera”, explica, “era la primera vez que lo hacía”. Lisbeth argumenta que no fue la única, ya que muchas personas al ver las condiciones en las que viajaban estas personas no dudaron en subirlos a sus coches y trasladarlos hasta la ciudad. Una vez allí, “les invité a casa, les dejé que usasen el baño, que tomasen un café con unas galletas”, añade.

Lisbeth Zornig visita en Suecia a la familia siria a la que ayudó. | LZ

Sin embargo, esta acción le ha costado a ella y a su marido una multa de 22.500 coronas –alrededor de 3.000 euros–. Ante tal situación, Lisbeth se siente “muy enfadada” porque cree que la ley por la que ha sido multada en Dinamarca está “abrazando la criminalidad” ya que “no es ilegal ayudar a gente por razones humanitarias, lo ilegal es dar dinero para que la gente trafique con humanos”.

“Muchas personas en el país están indignadas por esta sentencia” pese a que hemos visto cómo los grupos de extrema derecha están incrementando su popularidad desde hace un tiempo. “La gente que les apoya estn asustada y tratan de protegerse ellos mismos”, considera Zornig. “Esta situación es nueva en Dinamarca y existe un gran desconocimiento”, añade, y entiende, no obstante, que los detractores son una minoría ya que, como ella, casi 300 personas más en el país han sido multadas por ayudar a refugiados.

“Existen muchos muchos de jóvenes cuyos padres fueron refugiados también y vinieron a Dinamarca hace unos 20 años”, apunta. “Ellos saben lo que es ser refugiado y su mayor miedo es que por ayudar a otros inmigrantes los vuelvan a multar y les quiten incluso la nacionalidad”, denuncia. En su caso no podría darse tal situación, pero lo ejemplifica para insistir en que hay gente que está pasando por lo mismo que ella, pese a que su caso ha saltado a los medios “por ser activista”. “Trabajé en el Consejo de la Infancia y me conoce mucha gente”, argumenta, ésta es la razón por la que “mi historia se ha vuelto mediática, pero podría haberlo sido cualquier otra”.

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De hecho, la imposición de multas a tantas personas ha provocado un movimiento social en el país que se ha transformado en diferentes plataformas de crowdfunding para que gente de cualquier lugar pueda colaborar para saldar la deuda de éstos con la Justicia. La repercusión ha sido tal que la suma de donaciones alcanzada durante el fin de semana para la multa de Lisbeth ha alcanzado las 145.000 coronas danesas –unos 20.000 euros–, casi 7 veces más de lo necesario. "No sé por qué no recaudan dinero para mí también", bromea su marido en conversación con este periódico, agradecido de ver el movimiento social que se ha formado y la solidaridad de la gente con la causa.

Probablemente si lo volviese a hacer me meterían en la cárcel”, reconoce, pero “no dudaría en hacerlo”. Zornig va incluso más allá. “He estado visitando en Suecia a la familia que ayudé y nos comunicamos en sueco, no en inglés”, apunta tras afirmar que lo que quieren es involucrarse en el país, y opina que el miedo existente en determinados sectores de la sociedad es infundado. “Uno de ellos incluso ha conseguido un trabajo y están muy felices”, añade.

Zornig reclama a los países de la Unión Europea que “trabajen juntos y tomen partido en esta crisis”. Lo único que lamenta es que –de seguir el bloqueo en las fronteras– “existirán más refugiados que no podrán ser ayudados en un futuro, pero será por el rechazo de los gobiernos, no de las personas".

El pasado septiembre, Lizbeth Zornig Andersen y su marido ayudaron a una familia de refugiados sirios en su camino hacia Suecia a través de Dinamarca. Ella los trasladó en su vehículo particular desde la frontera con Alemania, les invitó a su casa y ahí –junto con su marido– les proporcionaron alimento y luego los acercaron a la estación de Copenhague para que pudieran seguir su camino. Hoy, la pareja se enfrenta a una multa de 6.000 euros –3.000 cada uno– por una acción que, afirma Zornig, “no sabía que era ilegal”. En conversación telefónica con infoLibre, esta activista y escritora danesa asegura que "volvería a hacerlo sin dudarlo", aun sabiendo que podría "acabar en la cárcel". 

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