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La democracia se tambalea en Senegal tras el aplazamiento de las elecciones presidenciales

Joseph Confavreux (Mediapart)

Dakar (Senegal) —

Dakar se despertó el martes 13 de febrero con un entramado de calles sitiadas por las fuerzas de seguridad, sin Internet móvil (que representa casi todo el tráfico en Senegal), y una ralentización debida al paro en bancos, escuelas y servicios de transporte, y sin ninguno de sus legendarios atascos. 

La capital también se despertó a la espera de una manifestación masiva convocada por más de cincuenta organizaciones de la sociedad civil. Pero la marcha preparada por el colectivo Aar Sunu Election ("Protejamos nuestra elección" en lengua wolof), que debía partir de la rotonda Jet-d'Eau para protestar contra el aplazamiento de las elecciones presidenciales, fue también aplazada

La decisión la tomó el colectivo menos de dos horas antes de la salida, después de que la manifestación fuera prohibida por el prefecto, que pidió a los organizadores que propusieran un recorrido alternativo y en otra fecha. Ésta podría ser el sábado 17 de febrero, si para entonces no ha cambiado la inestable situación de Senegal, que está a la espera de una decisión del Consejo Constitucional, ante el que se han presentado varios recursos contra el aplazamiento de las elecciones. 

Tras esta pausa en la movilización, ¿es la relativa calma de los últimos días, que siguió a los numerosos y mortíferos enfrentamientos del viernes 9 y el sábado 10 de febrero en varias ciudades del país, la que precede a la tormenta? ¿O es una señal de que los principales actores exploran todas las vías posibles para resolver sin más derramamiento de sangre la crisis política sin precedentes en la que se encuentra Senegal? 

¿O es el juego de sombras, o incluso las componendas entre amigos, de un régimen senegalés en el que, como hizo el presidente Macky Sall, se puede formar parte de los manifestantes contra la toma del poder en 2012 y reprimirlos violentamente una década después? 

En otras palabras, ¿el aplazamiento de las elecciones presidenciales de Senegal constituye un golpe sin precedentes para un buen alumno de democracia de África, el descubrimiento de un sistema oligárquico en el que "poder" y "oposición" intercambian fácilmente sus papeles en detrimento del pueblo senegalés, o ambas cosas? 

Llamamiento a la calma de los ex presidentes

En un momento de vacilación y recrudecimiento para Senegal, algunos intentos de apaciguamiento parecen más destinados a preservar intereses creados que a sacar al país del atolladero

Tal es el caso del llamamiento del presidente Macky Sall a un nuevo "diálogo" nacional, justo después de llevar a cabo, en palabras de sus opositores, un "golpe de Estado constitucional", en un intento de repetir lo conseguido tras los mortíferos enfrentamientos de junio de 2023, tras enviar a la cárcel al principal opositor, Ousmane Sonko. 

Lo mismo ocurre con la carta recién publicada de los dos presidentes anteriores, Abdou Diouf y Abdoulaye Wade. Sacados de la naftalina para la ocasión, estos dos hombres, de 89 y 97 años respectivamente, como "padres, junto con Léopold Sédar Senghor, de la democracia senegalesa duramente conquistada", hacen un llamamiento a los jóvenes para "detener inmediatamente la violencia". 

La carta causó un gran revuelo en Senegal, porque cuando Abdou Diouf dejó la presidencia en 2000, prometió no comentar los asuntos del país, y hasta ahora lo había cumplido. Y porque Abdoulaye Wade no puede considerarse un actor neutral, ya que su hijo, Karim Wade, es uno de los principales beneficiarios de la decisión de aplazar las elecciones. Éste fue eliminado de la carrera presidencial por el Consejo Constitucional por poseer la doble nacionalidad francesa y senegalesa en el momento de presentar su candidatura, y espera que las cartas se barajen suficientemente para poder presentarse el próximo diciembre.

Si el pueblo senegalés no sale hoy en masa a la calle es porque sabe que tiene todas las de perder.

Frente a este viejo mundo, Alexandre Gubert Lette, de 37 años, se ha impuesto la misión de "hackear la democracia senegalesa" porque "el país está secuestrado por una casta de políticos". Para ello, co-fundó en 2018, en vísperas de las anteriores elecciones presidenciales, la plataforma www.senegalvote.org, que ahora forma parte del colectivo Aar Sunu Election

La plataforma ha creado aplicaciones e impresionantes herramientas digitales de código abierto para facilitar la comparación de los programas de los candidatos, garantizar una repunte fiable de la participación y los resultados y, sobre todo, animar a los jóvenes a participar en las elecciones, dirigiéndose, en sus formatos y vocabulario, a una población que vota muy poco. 

"Sólo hay 7 millones de votantes registrados en una población de 17 millones. Incluso si no consideramos a los que no están en edad de votar, la edad media de los votantes es de 42 años, cuando más del 65% de la población tiene menos de 25 años. Y si queremos que la democracia funcione, no se trata sólo del día de la votación, hay que construirla antes", prosigue Alexandre Gubert Lette. 

Temor a un derramamiento de sangre

Fadel Barro, cofundador del colectivo ciudadano Y'en a marre (Estamos hartos), que irrumpió en la escena política senegalesa en 2012 para impedir un tercer mandato de Abdoulaye Wade, también quiere acabar con una "casta política perversa". 

A su juicio, "si el pueblo senegalés no sale hoy en masa a la calle es porque sabe que tiene todas las de perder, incluso la vida, por los enfrentamientos entre un Gobierno cada vez más armado que busca acentuar la idea de que el país arde y una oposición que pretende hacer de lo viejo algo nuevo". 

"Cuando se creó Y'en a marre en 2012, quiso poner fin al juego de sillas entre políticos y optó por la no violencia, porque el Gobierno tiene todo el interés en reducir la oposición a alborotadores. En 2012, limpiamos las calles tras las manifestaciones. Somos "jamistas". Jam significa "paz" en wolof, pero en realidad es más fuerte que la connotación de la misma palabra paz, poniendo el acento en la realización del individuo en armonía con todo el entorno. Nuestro objetivo hoy es evitar tanto un tercer mandato como otro baño de sangre.” 

El hombre que aportó un soplo de aire fresco a la política senegalesa, antes de fracasar en su intento de ser elegido alcalde de la ciudad de Kaolack en las elecciones municipales de hace dos años, teme que el gobierno y la oposición se pongan de acuerdo sobre un proyecto de amnistía que permitiría sin duda la liberación de los activistas políticos encarcelados, incluidos los dirigentes del principal partido de la oposición, Pastef (Patriotas africanos del Sénégal por el trabajo, la ética y la fraternidad), pero que también ofrecería impunidad a los responsables de la muerte de más de sesenta jóvenes en marzo de 2021, junio de 2023 y ahora en febrero de 2024. 

Fadel Barro desconfía tanto de Macky Sall como de "una oposición que tiende a admitir en su seno a ciertos miembros del régimen". Su desaprobación incluye a Ousmane Sonko, que se presenta como el candidato anti-sistema, y a Pastef, cuyo candidato parecía bien situado para ganar si las elecciones se hubieran celebrado como estaba previsto el 25 de febrero.

En comparación con 2012, se ha reducido el espacio cívico y se han recortado nuestras libertades.

 "Por supuesto que cristaliza esperanzas, pero eso no basta si no cambiamos las prácticas políticas. ¿Es que aliarse con Aminata Touré, ex primera ministra de Macky Sall, como ha hecho Sonko, va a permitir cambiar las prácticas políticas?", se pregunta retóricamente el joven. 

Alexandre Gubert Lette es más comedido. "Aquí, los altos funcionarios son inmensamente ricos. Un ministro senegalés es mucho más rico que un ministro francés. Aunque Sonko, que trabajó durante quince años en el departamento de Hacienda, lugar predilecto de la élite depredadora que encarna el candidato al poder Amadou Ba, no se ha aprovechado de su posición.” 

En su opinión, "muchos intelectuales de izquierdas soñaban con que uno de los suyos aglutinara a las multitudes y ahora sienten una especie de resentimiento por la popularidad de Sonko, al que ven como un populista. Y también les cuesta tener en cuenta el hecho de que, en comparación con 2012, se ha reducido el espacio cívico y se han recortado nuestras libertades." 

La historia colonial y la "malvada casta política”

¿Puede ocurrir que la voluntad de acabar con la "casta política" denunciada por los dos hombres, ya sea por nuevos medios digitales o por estrategias que Fadel Barro "prefiere no mostrar públicamente en un momento de tanta represión", se convierta en una oposición maniquea entre el buen pueblo y los malos gobernantes? 

"Hay que tener en cuenta la especificidad de nuestra historia”, responde Barro. “Cuando los colonos llegaron aquí, no escogieron a los mejores de nosotros, sino a los que estaban dispuestos a colaborar con ellos. Heredamos este sistema colonial, que introdujo una profunda desconexión entre las necesidades y deseos de la sociedad y las acciones de quienes la gobiernan. El caos actual es una forma de mantener los intereses de unos privilegiados que se han apropiado de la democracia senegalesa para su beneficio, mientras ignoran las aspiraciones democráticas reales y bien arraigadas de la población". 

En ese contexto, la declaración del portavoz adjunto del Ministerio de Exteriores francés, Christophe Lemoine, el martes 13 de febrero, de que "Francia anima a todos los actores senegaleses a apostar por la vía del diálogo y a preservar la larga tradición democrática de Senegal", ha suscitado una sonrisa forzada.

Las elecciones no sirven a la democracia, sirven para mantener en el poder a una élite, que a su vez sirve a los intereses de Francáfrica.

El economista senegalés Ndongo Samba Sylla acaba de co-escribir un libro recién publicado por La Découverte, titulado “De la democracia en Francáfrica. Historia del imperialismo electoral”. El capítulo titulado "Detrás del 'escaparate democrático' senegalés: la eugenesia electoral", muestra, con cifras, cómo el partido en el poder ha elaborado durante años un censo electoral a medida, aumentando masivamente el número de votantes en las zonas que le son favorables, aprovechándose de la "ceguera de los observadores internacionales" y construyendo una "gerontocracia electoral" que excluye del voto a la mayoría de los jóvenes

“Si lo vemos desde lejos", explica el investigador, "nos sorprende menos lo que está ocurriendo hoy. Detrás del escaparate de una democracia ejemplar, podemos ver, a nivel de Senegal y de la subregión, que las elecciones no sirven a la democracia, sino que sirven para poner y mantener en el poder a una élite que a su vez sirve a los intereses de Francáfrica y a su legado neocolonial". 

En Senegal, prosigue, "la ejemplaridad democrática se confunde bastante con la estabilidad. Pero esa estabilidad se debe sobre todo a que Senegal no ha tenido dirigentes −o fueron eliminados muy pronto− que se opusieran frontalmente a la dominación colonial. Senghor no quería realmente la independencia". 

Con la instauración del pluripartidismo en 1976, Senegal se presentó como prueba de que era posible una independencia armoniosa "y Francia invirtió en su estabilidad", añade Ndongo Samba Sylla. "Pero la perspectiva de una victoria del Pastef y de sus dirigentes, muy críticos con el neocolonialismo y con Francia, ha hecho estallar la vitrina del escaparate democrático con la decisión del aplazamiento. El hecho de que las estructuras estén viciadas no es incompatible con que el pueblo senegalés crea en la democracia. Los senegaleses no se dejan dividir por conflictos religiosos o de clanes, que pueden explotarse en otros lugares, y siempre están dispuestos a salir a la calle para proteger el bien común". 

Excepción democrática o república bananera

Está muy extendida por un amplio espectro de la sociedad esa doble idea de que Senegal no es una democracia "excepcional" en África, sino que este supuesto modelo ha tenido efectos performativos que hacen que la población del país sea especialmente resistente a los abusos de poder. 

El cantante y rapero Didier Awadi, que acaba de publicar un clip contra el "tercer tiempo" exigido por un mal jugador de fútbol que quiere quedarse con el balón, opina que "los países de nuestro entorno no tienen el monopolio de la estupidez y la inestabilidad. Pero los senegaleses son un pueblo extremadamente politizado, y no se les puede obligar a tragarse cualquier cosa. Sigo confiado, porque el sentido de la historia nos obliga a todos y ninguna represión puede retener a un pueblo durante mucho tiempo. Miren a Blaise Compaoré en Burkina Faso: tenía un cuerpo de élite de tropas muy represivas y muy armadas, y eso no le impidió caer.”

 

El opositor Guy Marius Sagna también cree que la excepcionalidad democrática de Senegal "siempre ha sido un mito, una medalla de chocolate. Era teoría sin práctica. Costa de Marfil era el escaparate económico de Francáfrica. Senegal era el escaparate democrático de la misma Francáfrica". 

Incluso Thierno Lô, varias veces ministro de Macky Sall y ahora jefe de campaña de un ex primer ministro candidato a la presidencia, cree que "Senegal no es una excepción democrática. Hoy, nuestro país parece una república bananera. Pero los senegaleses van por delante de quienes les gobiernan". 

George Lamine Diop, de 33 años, que creó varias de las herramientas digitales de la plataforma Senegalvote.org y se ha tomado una excedencia en su empresa durante al menos tres semanas para centrarse en la situación actual, también cree que la población "ya está aplicando nuevas prácticas políticas. En la ciudad de Rufisque, por ejemplo, se han organizado las comunidades para pavimentar los barrios" sin esperar nada del sistema clientelista e ineficaz del Estado. En otras ciudades, "los vecinos han puesto en común sus recursos para construir una red de alcantarillado que, de otro modo, habría tenido que esperar años".

Si la democracia es un alfabeto, no podemos contentarnos con la letra E de Elecciones.

 Para Alexandre Gubert Lette, "Senegal sigue siendo un modelo de democracia en el sentido de que su pueblo busca siempre prevenir y superar los conflictos. Los senegaleses están orgullosos de sus elecciones, orgullosos de no tener que esperar varios días como en los países vecinos para conocer los resultados, que se anuncian a las 20h en punto. Para ellos, las elecciones presidenciales son una fiesta de la democracia, y su aplazamiento es una verdadera puñalada por la espalda"

Pero, añade, "si la democracia es un alfabeto, no podemos contentarnos con la letra E de Elecciones. En la práctica nos faltan muchas letras. Es cierto que nuestra asamblea nacional tiene una paridad 50/50, que no existe en Francia. Pero en la realidad, las mujeres siguen relegadas a un segundo plano. Otro ejemplo: en Touba, la principal ciudad religiosa del país, sólo se somete a votación una lista, elaborada por los morabitos, en las elecciones legislativas o municipales.

 Mientras muchos apuestan aquí por una intervención discreta de los líderes de las poderosas hermandades del país para resolver la crisis, Alexandre Gubert Lette destaca "el silencio de las autoridades religiosas, que contrasta con la declaración del arzobispo de Dakar, que se pronunció contra el aplazamiento de las elecciones". 

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En este contexto, ¿por qué la movilización parece estancarse a pesar de todo, aunque la oposición anuncie y prepare otras acciones? Para George Lamine Diop, la respuesta es desgraciadamente sencilla: "Si tomamos un grupo de diez jóvenes que, como yo, se manifestaron contra el tercer mandato de Abdoulaye Wade en 2012, y vemos que tres están en la cárcel, dos resultaron heridos o incluso muertos, y tres huyeron en patera de un país que no tenía nada que ofrecerles, sólo quedan dos.”

 

Traducción de Miguel López

Dakar se despertó el martes 13 de febrero con un entramado de calles sitiadas por las fuerzas de seguridad, sin Internet móvil (que representa casi todo el tráfico en Senegal), y una ralentización debida al paro en bancos, escuelas y servicios de transporte, y sin ninguno de sus legendarios atascos. 

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