¿Y bien? La pregunta, que formuló François Fillon la primera vez que le interrogaron por los trajes que recibió de Robert Bourgi, resume a la perfección la campaña de quien fuera primer ministro. Frente a los escándalos, a los malos resultados que arrojan las encuestas, las deserciones y las críticas en el seno de sus propio partido, el candidato de Los Republicanos ha optado por enfundarse el traje de rebelderebelde. A diario se juega el todo por el todo, convencido de poder “ganar estas elecciones”, convencido, también, de que es el único que “dispone de mayoría” para gobernar.
“Os pido que dejéis oír un enorme clamor, el clamor de un pueblo que quiere ganar estas elecciones. Y que este clamor llegue a las redacciones de París, a los que escriben a diario que esta campaña es un callejón sin salida”, arengaba el “combatiente herido” en Nantes este lunes 27 de marzo, ante un auditorio donde se habían dado cita miles de personas pletóricas. ¿Y bien?, preguntaba. Pues que no son pocos los que, tanto en la derecha como en el centro, dudan de sus posibilidades electorales en las presidenciales.
Fuera del círculo más próximo a Fillon, pocos son los que creen con los ojos cerrados en su victoria. “Antes del primer debate electoral pensaba que era posible pero ahora me parece complicado”, admite en declaraciones a Mediapart, socio editorial de infoLibre, un diputado de LR, sin embargo muy activo en el equipo de campaña de Fillon. “Todavía no hemos podido hablar del proyecto”.
Sobre el terreno, muchos deben hacer frente al enfado y a las dudas del electorado. “Estamos atados de pies y manos por los escándalos. La gente está completamente perdida”, dice otro fillonista. El diputado y alcalde de Vesoul [este del país] Alain Chrétien, que se ha retirado de la campaña aunque votará por Fillon, hace la misma constatación. “La militancia todavía le apoya, pero la derecha ya no sabe a quién votar. Ya no les apetece movilizarse por Fillon. En mi departamento, habrá mucha abstención y muchos votarán a Le Pen”, dice.
Este martes 28 de marzo por la mañana, en France Info, la exministra de Chirac y de Sarkozy Marie-Anne Montchamp anunciaba su apoyo a Emmanuel Macron. “Tiene el proyecto más innovador, más realista, más acorde con la sociedad francesa actual”, justificaba. Después del senador de LR Jean-Baptiste Lemoyne, que apoyó a Alain Juppé en las primarias; después de un puñado de exministros de Chirac; después de otro puñado de centristas, esta nueva adhesión no ha pasado desapercibida. Y no es para menos. La exministra Montchamp es ¡la primera sarkozystasarkozysta que se suma al movimiento socioliberal En Marche !
Por supuesto, nadie sabe qué va a suceder en la primera vuelta. “A cuatro semanas de las elecciones, está todo muy abierto”, apuntaba el portavoz Luc Chatel en France Inter el domingo. “Por supuesto que es difícil [...]. Yo creo que puede el electorado de derechas puede dar una sorpresa [...]. Los votantes de derechas quieren ganar, quieren pasar página, las ideas de derechas son mayoritarias”. “Pienso que a la hora de meter la papeleta en el sobre, los electores van a votar pese a todo a la derecha”, añadía la diputada Laure de La Raudière.
Pese a la incógnita que rodea a estas elecciones, el panorama es bastante sombrío como para que la mayoría de los tenores de la calle Vaugirard empiecen a pensar en el día después de las presidenciales. Aunque estos traumatizados por las encuestas –que no supieron anticipar la victoria en las primarias del ex primer ministro– evitan dar nada por sentado, son más los que apuestan, pese a todo, por la derrota. “Nadie puede decir aún si Fillon será eliminado el 23 de abril, pero la posibilidad es bastante alta como para que todo el mundo se organice”, resume uno de ellos. Y esta organización se articula en torno a la posibilidad de que el 7 de mayo el duelo enfrente a Marine Le Pen y a Emmanuel Macron.
Partiendo de esta hipótesis, hay varios escenarios posibles. En el punto de mira, la idea de salvar todo lo que se pueda en las legislativas previstas para el mes siguiente: “La noche del 23 al 24 de abril puede ser larga...”, ironiza un mando del partido. Porque en caso de derrota en la primera vuelta, la derecha y el centro tendrán que decidir por quién se decantan en la segunda vuelta. O lo que es lo mismo, decidir si apuestan por el “ni-ni” (ni FN ni izquierda) de Sarnoky en 2011, año en que decidió romper con el frente republicano tan querido por la derecha de Chirac.
En las filas de LR, nadie tiene ninguna duda de cuál será la apuesta de Alain Juppé, y de su entorno, en caso de que el duelo se libre entre Le Pen-Macron. Del mismo modo, nadie parece preocuparse verdaderamente por las posibles palabras de François Fillon, de ser derrotado en la primera vuelta. “Quizás vuelva a decir que hay que votar por el candidato ‘menos sectario’”, se burla un diputado sarkozysta en alusión a las palabras que el ex primer ministro dirigió a los votantes del UMP que dudaban entre el FN y el PS en las municipales de 2014.
“Catástrofe a la vista”
Entre las personas del entorno de Sarkozy, a algunas les gustaría ver tomar a éste la palabra el domingo por la noche para hacer un llamamiento dirigido a “vencer al Frente Nacional”. “El ni-ni es indispensable para las elecciones de mitad de mandato, pero imposible frente al peligro Le Pen”, indica un parlamentario LR que considera que “Sarkozy debe regresar como jefe natural de la familia política” porque “cuando no está, el resultado es evidente que es el cao”. El regreso del expresidente permitiría también que su gente imponga a François Baroin como figura destacada de la oposición.
El senador y alcalde de Troyes, encargado de la “unión política” en el equipo de Fillon, juega sus propias cartas en la campaña presidencial. Se presenta junto al candidato de LR pero sabe desmarcarse cuando hace falta. Baroin ocupa el hueco y se esfuerza por unir, efectivamente, a todas las corrientes del partido. Si la derecha vence, habría cumplido su misión. Si pierde, estará bien situado para lo que venga después.
Si se produce una eventual derrota, la continuación, precisamente, sólo puede plantearse de forma hipotética. “Probablemente sea el momento de la verdad para la derecha republicana”, reconocía a Mediapart el exdirector de campaña de Alain Juppé, Giller Boyer, a finales de febrero. Se contemplan varias opciones, algunas muy arriesgadas. Y es que, como reconoce el propio Fillon, hace tiempo que se teme que se produzca un importante trasvase de votos desde las filas republicanas del LR –cuya base electoral no ha dejado de radicalizarse en la última década– al FN.
En algunas regiones, donde la ultraderecha consigue mejores resultados cada vez que hay elecciones, los republicanos se encontrarían en una situación cuando menos delicada frente a su electorado. Sucede así sobre todo en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), donde la presión es constante, aunque también pasa en otros puntos de Francia. Tal y como le dijo un agricultor de Pirineos Atlánticos al ex primer ministro: “Si Fillon no pasa a la segunda vuelta, ¡votaremos a Le Pen!”.
En privado, algunos cargos electos de derechas aseguran sentirse tentados por votar al FN. Pocos lo confesarán abiertamente, ya que prefieren atrincherarse detrás del eventual ni-ni para no enfadar a nadie. Otros, mucho más numerosos, aseguran a Mediapart que no dudarán ni un segundo en pedir el voto para Macron para contrarrestar el tirón de Le Pen. Cuando se les pregunta sobre este eventual escenario, hay dos escuelas claras. La primera consistiría en permanecer en la oposición de En Marche ! para ganar las legislativas y, por qué no, conseguir mayoría en la Asamblea Nacional, lo que llevaría inevitablemente a la cohabitación.
La segunda, para varios parlamentarios de LR, se materializaría en “una coalición para una decena de textos, sobre todo de carácter económico, que nos comprometeríamos a aprobar una vez elegidos”, explica uno de ellos. “El gran drama para la derecha será reunir a todos los tipos de electores [FN, ni-ni, Macron-oposición, Macron-coalición] en el seno de una misma candidatura de cara a las legislativas. La catástrofe se anuncia y, además, avanzamos hacia la deshonra...”.
En una situación así, el diputado y alcalde de Vesoul, Alain Chrétien, que ha decidido mantener su cargo local y convertirse en suplente de su actual suplente que le sucede apuesta por lo que llama “cohabitación de consenso”, en lugar de por una “cohabitación de oposición”. “Cada uno permanece en sus puestos, pero cada uno busca su común denominador”, precisa. “Macron tiene que dejar vivir a la derecha”, añade un exministro de Sarkozy, también tentado por la fórmula de la “plataforma para las legislativas” siempre que “no se pida a los diputados de derecha que se hagan macronianos”.
“El problema es el hombre, no sus ideas”
En todos los casos, para el escenario postelectoral, Alainn Chrétie quisiera que las figuras de la nueva generación “se pongan de acuerdo para trabajar juntos”. “Pase lo que pase, la derecha se va a ver obligada a reformarse. Debemos aprender de todo lo que ha pasado en diez años”.
Mientras, Marine Le Pen se mantiene a la cabeza en la intención de voto. Al tiempo que Fillon, de cara a la primera vuelta, centra el grueso de sus ataques en el fundador de En Marche ! y otros reflexionan sobre los argumentos contra el FN con el fin de limitar la fuga de votantes del LR en la primera vuelta y, eventualmente, en la segunda.
Porque, aunque son pocos los que a día de hoy –incluidas las personas de su entorno más próximo– creen que el ex primer ministro tenga posibilidades reales de acceder al Elíseo, aún son mayoría los que piensan que su proyecto sí es el que quieren los franceses. “El problema es el hombre no sus ideas”, quiere creer alguien que apoya a Fillon y que considera “prioritario defender este zócalo programático en las legislativas”. “Defiendo el proyecto de la derecha y del centro y, por tanto, a su candidato candidato”, dice la diputada Laure de La Raudière, quien no obstante se retiró de la campaña el 1 de marzo.
En medio de los cálculos y de las conjeturas persiste otra incógnita: los centristas. El pasado fin de semana, diez senadores de las filas del MoDem y de UDI anunciaron su apoyo a Macron. El sábado 25 de marzo, la UDI aprobaba en el consejo nacional el acuerdo alcanzado con LR de cara a las legislativas y que prevé 92 circunscripciones “de unión” para los candidatos centristas. Y, pese a este texto, la tentación En Marche ! es fuerte. Según Le Figaro, “algo más del 10% de los votantes de las federaciones UDI se ven tentados por Macron”.
Sea cual sea el resultado de las presidenciales, la derecha francesa se encuentra en una situación tal que tendrá muchas dificultades para evitar la casilla “recomposición”. Aunque Laurent Wauquiez espera recuperar el partido –algo lógico dado que es ideológicamente próximo al núcleo duro de LR– otros se preocupan por una deriva –aún mayor de la actual– hacia la extrema derecha. Para no ceder en los debates, hay quien ha decidido sumar fuerzas sin esperar a que lleguen las elecciones. Es el caso de los firmantes de la tribuna titulada “Las preguntas no son las buenas”, promovida por el diputado y alcalde de Le Havre Édouard Philippe, y por el edil de Tourcoing, Gérald Darmanin, para “hacer oír la voz de alarma”, dicen. “Después de haber sido incapaces de resolver los problemas de finales del siglo XX, tenemos que evitar a toda costa no entender los del siglo XXI. La política, y por tanto nuestro país, no se recuperarían”, escriben en este texto una veintena de cargos electos, una mayoría de ellos alcaldes, que han decidido no presentarse a la reelección en las legislativas, aunque también hay presidentes de consejos departamentales entre los firmantes.
“La idea es que la gente que no se ha sentido identificada en la candidatura de Fillon no se sientan huérfanos en caso de que haga falta reconstruir algo después”, explica uno de ellos. A este primer texto le seguirá próximamente otro, articulado en torno a uno o dos asuntos más precisos. La propuesta ha hecho rechinar los dientes a más de uno en la derecha. “Es lamentable”, dice un candidato a las legislativas. “No nos hace ningún bien. A ellos les da lo mismo porque no se presentan a la reelección”. “Están asustados porque no están”, ironiza otro. “No es muy afortunado”, aseveró también Fillon durante su viaje al departamento de Pirineos Atlánticos.
Más allá de las ambiciones y de las estrategias, la situación actual evidencia la división ideológica en la derecha y en el centro. 15 años después de la fundación de la UMP, unas y otras habrán tenido al menos el mérito de aclarar una situación que hasta entonces se calificaba púdicamente de “riqueza en el debate de ideas”. Eufemismo que se emplea muy a menudo para ocultar profundos desacuerdos. ____________
Traducción: Mariola Moreno
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¿Y bien? La pregunta, que formuló François Fillon la primera vez que le interrogaron por los trajes que recibió de Robert Bourgi, resume a la perfección la campaña de quien fuera primer ministro. Frente a los escándalos, a los malos resultados que arrojan las encuestas, las deserciones y las críticas en el seno de sus propio partido, el candidato de Los Republicanos ha optado por enfundarse el traje de rebelderebelde. A diario se juega el todo por el todo, convencido de poder “ganar estas elecciones”, convencido, también, de que es el único que “dispone de mayoría” para gobernar.