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Francia pasa de la donación a enriquecerse con la venta de armas a Ucrania ante la escasez de stock bélico

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Justine Brabant (Mediapart)

¿Debería decir eso un Ministro de las Fuerzas Armadas? Probablemente no. Durante un viaje a Ucrania el jueves 28 de septiembre, acompañado por una delegación de fabricantes franceses de armas, el Ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, declaró que las necesidades del ejército ucraniano representaban "oportunidades para las industrias francesas". 

Difícilmente podrá alegar que fue un momento de despiste y que olvidaba la cruda realidad de la guerra, pues el ministro hizo esa declaración poco después de presentar sus respetos ante el "muro de los héroes" del monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas, en Kiev, donde se alinean cientos de fotos de soldados muertos por Ucrania. 

La frasecita sobre las "oportunidades" que indirectamente ofrecía la guerra no era en realidad un comentario torpe, sino todo un programa. "Perdón por decirlo así, pero hay que asumirlo", insistió Sébastien Lecornu. 

El ejecutivo francés al igual que otros países que han optado por suministrar equipos al ejército ucraniano desde la invasión rusa de febrero de 2022 ha decidido cambiar su enfoque y así lo está haciendo saber. Hasta ahora, la parte más visible del apoyo militar prestado por París a Ucrania consistía en transferencias de material en poder de los ejércitos franceses: cañones César, vehículos blindados, misiles antitanque, etc. Estas transferencias no eran exactamente "donaciones", por cierto, ya que un fondo europeo el mal llamado Fondo Europeo para la Paz permitía reembolsar al menos en parte a los Estados que habían entregado armas a Kiev. 

A partir de ahora, el Estado ucraniano tendrá que rascarse el bolsillo para comprar armas nuevas o producirlas él mismo. El ministro Lecornu anunció que si bien las transferencias "continuarán", ahora serán como "excepción", afirmando que "esto sitúa a Ucrania como cliente y [que] eso es bueno". 

Problemas de stock

Ocho días después de que Polonia anunciara el cese de las entregas de armas a Ucrania (declaración aún no confirmada por los hechos), este giro de los acontecimientos parece un duro golpe para Kiev. Pero no es una sorpresa total para las autoridades ucranianas. 

Al igual que Francia por boca de su ministro, varios partidarios de ayudar a Ucrania han advertido de que no podrán seguir entregando indefinidamente el material en su poder para no quedarse sin nada para sus propias fuerzas. "La transferencia de material en el seno de las fuerzas armadas francesas pero no sólo francesas tiene por definición sus límites", alegó Lecornu en Kiev. 

París ya ha utilizado antes el argumento de las existencias muy limitadas para explicar la aparente debilidad de su ayuda militar. ¿Está justificado? Sin duda, estima Yohann Michel, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), un think tank británico que publica cada año el Military Balance, un informe al detalle sobre las capacidades militares de 173 países.

En Francia, el hecho es que nos estamos quedando sin ciertas existencias.

Salvo vehículos como el blindado de ingenieros de ruedas (VAB) o el AMX-10 RC, para los que debería haber "continuidad en las entregas" debido a las reservas existentes, los ejércitos franceses se ven ahora limitados en lo que pueden ofrecer a su socio ucraniano, afirma el analista, entrevistado por Mediapart: "El hecho es que nos estamos quedando sin ciertas existencias.” 

Ni siquiera el ejército americano, cuyos hangares contienen decenas de miles de armas y material militar, es inmune a estas consideraciones. "Las existencias americanas también están llegando a un límite, en términos de munición", afirma Yohann Michel. Porque "Estados Unidos tiene que tener en cuenta otros teatros de guerra y, aunque disponga de existencias, no bajarán de un cierto umbral porque necesitan seguir siendo creíbles", para disuadir a China de atacar Taiwán, por ejemplo. 

Algunos altos funcionarios estadounidenses parecen estar ahora de acuerdo con París en que la ayuda directa a Ucrania debería reducirse progresivamente para que el país comience a desarrollar su propia industria de defensa. "Fuentes oficiales ven esos esfuerzos como un paso para que Ucrania se desenganche de los envíos de armas occidentales que recibe casi semanalmente", informa el New York Times. El diario cita, entre otros, al senador demócrata Richard Blumenthal, quien afirma que los ucranianos deben aumentar su producción nacional, pues de lo contrario "las existencias [americanas] y los suministros de Ucrania se reducirán considerablemente y podrían agotarse". 

Convencer a europeos y americanos para que abran fábricas en Ucrania

Las autoridades ucranianas parecen, al menos públicamente, aceptar este cambio de rumbo, al menos por tres razones. 

En primer lugar, porque son conscientes de las existencias relativamente limitadas de muchos de los países que les apoyan. En segundo lugar, porque saben que la colosal cantidad de apoyo militar americano puede no durar (sobre todo si Biden no es reelegido en 2024) y que sería útil empezar a pensar en otras formas de obtener armas. 

En tercer lugar, la presidencia ucraniana parece creer que, tomando la iniciativa, podrá darle la vuelta a la situación en beneficio propio: consiguiendo que sus socios financien gran parte de esas compras (a través de fondos de apoyo), y trayendo empresas extranjeras a su territorio en lugar de verse obligada a comprarlo todo en el extranjero, por ejemplo. 

Ese es el objetivo de un foro de industriales de la defensa celebrado el 29 de septiembre en la capital ucraniana, al que asistió una delegación de empresarios franceses. En términos más generales, desde hace varias semanas (o incluso meses) Kiev intenta convencer a las empresas francesas, americanas, británicas y alemanas para que abran fábricas en Ucrania, e incluso para "co-producir" algunos de los equipos militares que necesitan sus fuerzas armadas. 

Esa solución tendría la ventaja de hacer a Ucrania más autónoma en su producción, al menos a largo plazo; también representaría una buena oportunidad para su economía, devastada por la guerra. 

Varios fabricantes ya han dado el paso: el constructor alemán Rheinmetall se encargará del mantenimiento de sus tanques en Ucrania e incluso los fabricará directamente allí a través de una joint  venture con una empresa estatal ucraniana. La británica BAE Systems también anunció a finales de agosto su implantación en Ucrania. 

Es sin duda este movimiento emprendido por otros Estados lo que ha llevado al Ejecutivo francés a sumarse y presentar una delegación en Kiev el 28 de septiembre. "Probablemente se dieron cuenta de que el foro iba a ser un poco complicado si todo el mundo se apuntaba menos Francia", reconoce un industrial francés. Al final, el viaje permitió a la delegación francesa firmar "una veintena de contratos, cartas de intenciones o memorandos de entendimiento con fabricantes ucranianos", según el Ministerio francés de las Fuerzas Armadas. 

A pesar de esas "oportunidades" (en palabras del ministro) en Ucrania, algunos fabricantes europeos y americanos señalan riesgos de seguridad para sus empleados, los quebraderos de cabeza para sus compañías de seguros y el riesgo de que les roben su tecnología. Por ello, es más probable que se planteen invertir en Ucrania una vez finalizada la guerra. 

Sébastien Lecornu también se apresuró a señalar los mercados que podrían abrirse para Francia una vez que cesen las armas: "Existe un mercado para la retirada de minas y Francia es experta en ese campo. [...] Es un mercado en el que tenemos que posicionarnos", declaró durante su visita a Kiev.

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Traducción de Miguel López

 

¿Debería decir eso un Ministro de las Fuerzas Armadas? Probablemente no. Durante un viaje a Ucrania el jueves 28 de septiembre, acompañado por una delegación de fabricantes franceses de armas, el Ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, declaró que las necesidades del ejército ucraniano representaban "oportunidades para las industrias francesas". 

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