Tras el fracaso del Eurogrupo de este jueves, los ministros de Finanzas de la zona euro se citarán el sábado para una enésima reunión, la de la "última oportunidad". El FMI quiere endurecer aún más la reforma de las pensiones. Pero este acuerdo no resolverá nada si no se menciona la reestructuración de la deuda. Alexis Tsipras lo sabe. Alemania y otros socios europeos prefieren no hablar del tema.
Como empieza a ser habitual, la décima reunión del Eurogrupo organizada desde la victoria de Syriza en Grecia a finales de enero no ha dado ningún fruto. El optimismo de los partidarios de un acuerdo, alentados por las nuevas concesiones de Alexis Tsipras, se ha disipado. El 30 de junio, fecha límite para que Atenas pague un importante préstamo al FMI sobre el que se cierne el riesgo de impago, se acerca. Sin embargo, la mayoría de los observadores confían en un posible acuerdo en la próxima reunión, programada para este sábado.
"Las instituciones (FMI, BCE y la Comisión) nos han explicado que hay desacuerdos importantes con las autoridades griegas. Pero la puerta sigue abierta para que las autoridades helenas acepten las propuestas puestas sobre la mesa por las diferentes instituciones", explica Jeroen Djisselbloem, ministro de Finanzas holandés y jefe del Eurogrupo. Las negociaciones que tendrán lugar las próximas horas son decisivas. El futuro de Grecia no es lo único que está en juego, también se pondrá a prueba la capacidad de Europa para dar cabida a políticas alternativas cercanas a la izquierda. Desde este punto de vista, la intransigencia del FMI, en la recta final de las negociaciones, no es una buena señal. A continuación, la descodificación de este acuerdo en construcción.
1. Así las cosas, un acuerdo no resolvería la situación
El Nobel estadounidense Paul Krugman observa perplejo el drama griego. "Pero, ¿qué piensan los acreedores exactamente?", se interrogaba este jueves en su blog. Los griegos enviaron una nueva propuesta este lunes por la mañana en la que, bajo presión, multiplicaban sus concesiones, empezando por ampliar el montante de sus futuros recortes.
A principios de semana, la Comisión Europea recibió con entusiasmo esta oferta, asegurando que un acuerdo estaba al alcance de la mano. Pero el FMI lo ha impedido. Para la institución de Washington, el Ejecutivo de Alexis Tsipras se equivoca de camino al optar por endurecer la fiscalidad, especialmente para las empresas, en lugar de poner en marcha recortes presupuestarios adicionales. El argumento de Christine Lagarde y de sus consejeros es radical: la operación podría… matar el crecimiento (Grecia ha entrado en recesión en el último trimestre). Desde la noche del lunes, las relaciones son tensas entre los "partidarios" de negociar y el FMI, que continúa apostando por una reforma más agresiva del plan de pensiones o por un aumento del IVA. Propuestas y contrapropuestas se enfrentan a la espera de un resultado incierto.
En la capital belga, el contraste entre las cuestiones de las negociaciones (la continuación o no de Grecia en la zona euro) y el contenido exacto de las discusiones, es cada vez más evidente. El jueves por la tarde, los desacuerdos persistieron en lo que concierne al IVA y las pensiones. Una reforma en estos ámbitos aportaría, según los cálculos del diario El País, un ahorro de tan solo 107.000 millones de euros… Frente a los 321.000 millones de euros de deuda griega. La reforma de las pensiones continúa siendo una cuestión sensible. Alexis Tsipras y los acreedores no consiguen llegar a un acuerdo en muchos puntos, por ejemplo, el año en el que Grecia retrasará a los 67 años la edad de jubilación (mientras que Tsipras considera el 2025, los acreedores apuestan por el 2022).
En el fondo, más de un economista duda sobre la importancia de estas medidas de ahorro, todas ellas muy similares a lo que Grecia ha experimentado en los últimos años. Para el economista belga Paul de Grauwe, profesor en London School of Economics, la situación es aún más cínica: "Las políticas de austeridad inspiradas por el FMI han destrozado la economía griega. Ahora las políticas de austeridad inspiradas por el FMI quieren acabar con el Gobierno griego (comunista)".
Según Richard Portes, un universitario adjunto al diario Financial Times, si este nuevo paquete de medidas entra en vigor, puede agravar aún más la recesión griega: "Se trata únicamente de presupuestos, esto me desespera. Los objetivos presupuestarios no son realistas, y la economía continúa contrayéndose, la incertidumbre no va a desaparecer", advierte el economista de London Business School. Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de Estados Unidos bajo el mandato de Bill Clinton y ex asesor económico de Barack Obama, también se preocupa por la línea dura que sigue el FMI: "El FMI tiene que aceptar que no se trata solo de números. Está en juego el futuro político de Europa. Su trabajo consiste en apoyar cualquier acuerdo que evite la ruptura", escribe el economista.
2. Un acuerdo que duraría... un verano
En el caso de que, finalmente, emerja un acuerdo, este será fugaz. En palabras del ensayista alemán, Wolfgang Streeck, no permitiría más que "comprar" durante algunos meses el retraso de la catástrofe. El acuerdo debe permitir el desbloqueo de 7,2 mil millones de euros en Atenas, la última línea de crédito prevista para el segundo plan de ayuda a Grecia negociada por el Gobierno conservador Antonis Samaras. Una cantidad a penas suficiente para sostener a Atenas hasta el final del verano: el Gobierno heleno deberá pagar sus deudas al FMI (los famosos 1,6 mil millones de euros el 30 de junio) y, a continuación, rembolsar al BCE 6,5 millones de dólares entre julio y agosto.
A priori, los acreedores aceptarán la extensión, durante algunos meses, de este plan de ayuda (ya que Grecia no estará lista para refinanciarse en el mercado el 1 de julio, como sucedió con Portugal e Irlanda al final de su programa de ayuda). "Habrá todo un programa técnico que llevar a cabo para ver cómo ayudar a Grecia sin desbloquear nuevos préstamos", explica un diplomático europeo que imagina, por ejemplo, echar mano a los fondos destinados a la recapitalización de los bancos griegos (que no han sido utilizados en su totalidad y son gestionados por el BCE).
"Cualquier acuerdo será sólo una solución provisional –estima Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga y líder de los liberales en el Parlamento Europeo–. En pocos meses, vamos a iniciar las negociaciones sobre las condiciones del próximo rescate". Salvo que Tsipras, como Angela Merkel, ya han dicho que no estaban a favor. ¿Se atreverían a iniciar una reestructuración digna de este nombre?
3 - Un falso plan de recuperación para dorar la píldora a los griegos
Jean-Claude Juncker está familiarizado con este tipo de anuncios estrafalarios (ver la astucia del plan Juncker). Este lunes, después de la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro, el jefe de la Comisión presentó un plan de inversión de 35 millones de euros para reactivar la economía griega. ¿Un punto de inflexión en la estrategia de la UE? Absolutamente no.
El luxemburgués se ha contentado con un discurso fácil en el que ha añadido todo lo que estaba previsto en el presupuesto de la UE adoptado en 2013 (2014-2020) para Grecia: 20 mil millones de euros de fondos estructurales y 15 mil millones de fondos para apoyar a la agricultura. Además, el Ejecutivo europeo se compromete a acelerar el desbloqueo de las ayudas, en determinadas condiciones. Queda por ver si Atenas contará con algo de liquidez para lograr la confianza de los inversores (sin la cual no se podrá contar con los fondos estructurales europeos).
4. Por qué la reestructuración de la deuda sigue siendo un tabú
Si Grecia quiere sacar la cabeza del agua debe acabar con una parte de su deuda, la cual asciende al 181% de su PIB. Alexis Tsipras sabe que no puede perder de vista a sus votantes, sino que debe sumar puntos en este tema, centro de su prometedora campaña electoral. Varias fuentes de Mediapart aseguran que los griegos esperan zanjar este asunto en los próximos días. En este mismo plano, hay que recordar que, la semana pasada, el comité de auditoría de la deuda presentó su primer informe en Atenas.
Si este debate llegara a traspasar los muros del Eurogrupo, el FMI sería más bien favorable. Pero los Estados miembros, empezando por Alemania, han puesto freno a esta posibilidad. Pasando de mano en mano desde 2012, la mayor parte de la deuda griega no está en poder de los bancos privados, sino que directa o indirectamente, está en manos de los Estados europeos. Si la deuda griega se reduce, los contribuyentes franceses, alemanes o italianos, se verían afectados. Se trata de un tema muy sensible, especialmente en Berlín.
Angela Merkel siempre ha sido muy prudente en este asunto. Por una razón muy sencilla: para adoptar un futuro acuerdo con Grecia debe contar con el apoyo del Bundestag (que no es el caso de Francia). Sabe, además, que tiene que convencer a una mayoría para poner en marcha cualquier proyecto sobre la reestructuración de la deuda, una iniciativa que ella ha convertido en poco popular. El mismo razonamiento se repite en los Países Bajos. Otros países, como España y Portugal, que también pasaron por fases de fuerte austeridad, ni se plantean considerarlo. Y, para Madrid, hacer un regalo a la izquierda radical de Syriza no es negociable,regalo menos aún cuando se acercan las elecciones generales en las que Podemos espera ganar. Eslovaquia y Letonia, que también han aplicado paquetes de austeridad, no quieren ni oír hablar del tema.
"No queremos cerrar completamente la puerta a este posibilidad, pero hay que entender que en la mesa del Eurogrupo, en el momento en que hablamos, esta opción no es posible", asegura un diplomático de un pequeño país de la UE, testigo de las negociaciones. Durante una reunión del Eurogrupo en noviembre de 2012, Grecia había obtenido la promesa de una reestructuración de su deuda cuando el país contara con un superávit presupuestario primario (excedente que resulta al excluir los pagos de los intereses de la deuda). El Gobierno de Tsipras espera obtener un equivalente de este borrador en el acuerdo final. Pero la noche del pasado jueves no se adquirió ningún compromiso.
En este difícil contexto, el equipo griego parece contar con una cierta comprensión por parte de Francia, que estima que "el tema de la deuda no es un tabú". "Queremos un acuerdo global y duradero. No se debería volver cada tres meses sobre este tema", explican desde el lado francés. Pero ningún responsable –ministro o presidente– expresó de forma explícita su apoyo al alivio de la deuda. "Hay muchos escenarios posibles en lo que se refiere a la ingeniería financiera", recalcan.
François Hollande, durante la cumbre del pasado lunes, expresó su intención de respetar las prioridades: primero las reformas estructurales y ahorros presupuestarios, a continuación, el debate sobre la reestructuración de la deuda. Para el presidente francés, este tema "no está en discusión actualmente". Al final de la primera jornada del Consejo Europeo en Bruselas, el jueves por la noche, Angela Merkel aseguró, por su parte, que el tema de la deuda aún no había sido mencionado por Alexis Tsipras.
Ver másEl Eurogrupo y Grecia, sin acuerdo, volverán a intentarlo el sábado
Traducción: Irene Casado SánchezIrene Casado Sánchez
Puede leer el artículo original en francés aquí:
Tras el fracaso del Eurogrupo de este jueves, los ministros de Finanzas de la zona euro se citarán el sábado para una enésima reunión, la de la "última oportunidad". El FMI quiere endurecer aún más la reforma de las pensiones. Pero este acuerdo no resolverá nada si no se menciona la reestructuración de la deuda. Alexis Tsipras lo sabe. Alemania y otros socios europeos prefieren no hablar del tema.