“¡No hay que perder la esperanza ni el optimismo, no hay que ceder al miedo que tratan de infundirnos, tenemos que mantener la sonrisa!”. Esta mañana, Gabriel Sakellaridis se dirige a un grupo de personas de edad avanzada en un barrio popular del norte de Atenas. Este candidato de Syriza a las elecciones legislativas que se celebran el próximo domingo 25 de enero, acude a dos kapie, centros de pensionistas, que con más o menos fortuna han logrado mantener sus puertas abiertas pese a las masacres políticas de un Estado del bienestar que nunca llegó a serlo realmente.
Sentados en torno a un café, juegan al tavli. Los asiduos apenas se inmutan, pero aprovechan para preguntar al candidato sobre el recorte en las pensiones, que han sufrido un tijeretazo de casi el 40% desde 2010 por mor de las políticas de austeridad aprobadas. Muchos no tienen ni para pagarse un café fuera de los centros subvencionados por el Estado.
Gabriel Sakellaridis busca las palabras más indicadas para reconfortar a la concurrencia. El programa de Syriza prevé la devolución de la 13ª paga, suprimida tras la aprobación del primer programa de austeridad, en la primavera de 2010. Ante todo, hay que tranquilizar a este electorado, conservador, pero imprescindible para ganar las elecciones. Grecia es un país más envejecido que otros Estados europeos, no en vano los mayores de 70 años representan el 15% de la población.
A la salida del kapi, pasamos por una pequeña farmacia social, nacida en lo peor de la crisis, hace dos años. Dora, su responsable, admite haber votado al Pasok durante años, pero esta jubilada perdió 65.000 euros en la operación de cancelación de la deuda de 2012 , ya que había invertido en obligaciones del Estado todo el dinero obtenido por la venta de unos terrenos familiares. Ahora, integra el comité de Syriza del barrio.
Segundo centro de pensionistas. Precisamente en el día en que se celebra la Epifanía ortodoxa, en el local se apresuran a la hora de repartir roscón de reyes. La sala está hasta los topes, hay una cincuentena de jubilados, así como dos popes que entonan rezos y reparten bendiciones. El joven candidato de Syriza duda por un instante. ¿De verdad tengo que participar en esto?, pregunta Sakellaridis a su equipo. Pero hete aquí que acaba en primera fila, al lado de los popes... Acabará por persignarse como todo el mundo y recibirá, como exige el ritual, algunas gotas de agua bendita. Al inicio, la concejala de Syriza hacía una confidencia a esta periodista: “No somos creyentes pero, si queremos ganar la campaña, tenemos que dejarnos vernos al lado de los popes”.
Dos semanas antes, durante otro rito tradicional ortodoxo, la teofanía, el jefe del partido Alexis Tsipras llegó incluso a participar en la tradicional suelta de palomas que tiene lugar con motivo de esta celebración del bautismo de Cristo. Desde el comité central de Syriza, reconocen que en estos momentos la estrategia del partido pasa por dirigirse al electorado conservador: “Se trata de ganarse a este estrato de la población que tiene miedo”. Una decisión que ha provocado un debate interno, ya que es radicalmente contrario a los resultados que arrojaba un estudio de opinión encargado hace seis meses por el partido.
“Este estudio decía que si se quieren ganar las elecciones, hay que dirigirse a la parte de la población que se encuentra desesperada y que no vota, no al que vota a la derecha. Para conseguirlo, es necesario aludir a la justicia, comprometerse a que se obligará a pagar a los que causaron la crisis. Precisamente, a este electorado es al que logró cautivar el partido neonazi Amanecer Dorado en 2012... Pero finalmente no nos decantamos por esta opción”, explica un miembro del comité central. En resumen, Syriza se dirige cada vez más abiertamente al electorado de Nueva Democracia.
Conquistar al electorado conservador
La semana pasada, Tsipras defendía en una charla organizada en Twitter por el diario del partido, Avghi: “Quemar el último cartucho que os queda: ¡un voto para Syriza”. Una frase que ha sorprendido a la izquierda de Syriza: “Una declaración así no es propia de la izquierda”, explica el historiador Dimitris Kousouris. “Ser de izquierdas significa participar en movimientos sociales, movilizarse... no es contentarse con echar una papeleta en una urna y volverse a casa”.
Syriza, acrónimo que en griego significa “coalición de la izquierda radical”, corre el riesgo de decepcionar a más de uno al día siguiente de las elecciones. La estrategia de apertura, la integración de numerosas figuras del Pasok, el partido socialista –algunas de las cuales de han sumado muy tarde y después de haber votado todas las medidas de austeridad hasta el año 2012–y la moderación del discurso de Tsipras desde hace unos meses, han permitido ciertamente conquistar a nuevos electores y ganar en credibilidad frente a las instituciones europeas. Sin embargo, el partido no corre el riesgo de enredarse? “Aunque la comparación sea delicada, habida cuenta de lo diferentes que son las épocas, el discurso actual de Syriza es menos radical que el que mantenía el Pasok antes de llegar al poder en 1981. Entonces el partido quería sacar a Grcia de la OTAN y de la Unión Europea en la que acababa de entrar”, sigue Dimitris Kousouris.
Gabriel Sakellaridis, que dio sus primeros pasos en las juventudes del partido, no se preocupa. “Estamos escribiendo una página de la historia”, llegaría a repetir en varias ocasiones el candidato durante la jornada de campaña. A sus 34 años, este economista de formación era un completo desconocido hace un año. En primavera, el partido lo eligió como candidato a la alcaldía de Atenas. Logró un resultado inesperado que lo llevó a la segunda vuelta. Toda una novedad en la capital, donde Syriza todavía no había logrado alcanzar un peso significativo. De hecho, el voto de Syriza aparece ahora como un voto urbano, a diferencia de Nueva Democracia, mucho más arraigada en las pequeñas ciudades y en el entorno rural.
“No por tratar de conquistar al electorado conservador vamos a dejar de lado nuestra radicalidad”, explica el candidato a Mediapart. “Las personas de edad avanzada son un grupo de la sociedad a la que tenemos que dirigirnos. ¡Estamos en un momento en el que cada voto cuenta! Esto no impide que defendamos el divorcio amistoso con la iglesia y que queramos que aumente su aportación al esfuerzo nacional que se está realizando, que pague más impuestos –aunque ya sea muy activo, mediante la realización de obras de caridad–. Y nuestro programa incluye algunas medidas que adoptaremos sin negociar en las primeras semanas de gobierno”. Se refiere a la subida del salario mínimo (que pasó de 740 euros a 512 euros brutos en 2012), aumento del mínimo exento hasta los 12.000 euros anual (desde el año 2012, situado en los 5.000 euros), el restablecimiento de los convenios colectivos, la reforma del impuesto sobre los bienes inmuebles para que solo afecte a las grandes propiedades. “En nuestra opinión, el clima ha cambiado en Bruselas”, observa Sakellaridis. “Los dirigentes europeos han comprendido que la situación aquí, lo único que ha hecho ha sido empeorar”.
Por el contrario, en lo que respecta a la cancelación de una parte de la deuda, que constituía un eje central del discurso de Syriza hace tres años (en esta entrevista a Alexis Tsipras de abril de ese año reclamaba una cancelación del 60%), el partido, realista, ya solo habla de “negociación”. Syriza pide un cambio en las políticas europeas en materia de inmigración. Desea abrir las fronteras europeas de Grecia a los inmigrantes para que estos pueden encontrar trabajar en la UE. El partido pretende también ampliar las estructuras de acogida para los demandantes de asilo en el país.
El clima del entorno económico ha cambiado
Pero para todo esto, se necesita un Gobierno fuerte, observa Sakellaridis o, dicho de otro modo, pasa por lograr la mayoría absoluta en el Parlamento, no un gobierno de coalición. El candidato rechaza cualquier alianza con los griegos independientes, partido contrario a la austeridad pero que tiene su origen en la derecha nacionalista. “Nos separan demasiadas diferencias relativas a asuntos de inmigración y de seguriddd”. Y oficialmente, al menos de momento, Syriza excluye cualquier coalición con el resto de formaciones.
“¡Es preciso que nos deis la mayoría absoluta!”, lanza Sakellaridis mientras se corta el roscón. Insiste en la importancia de los “lazos sociales” y las iniciativas “solidarias” en las que participa Syriza que, de hecho, ha realizado un trabajo de campo considerable estos dos últimos años. El partido está detrás de numerosos colectivos que recogen y distribuyen productos alimenticios, permiten que funcionen clínicas sociales y restablecen la corriente eléctrica en los hogares que se han quedado sin electricidad.
Toca cambio de escenario. Sakellaridis va hasta uno de los hoteles más lujosos de la capital, el Gran Bretaña, frente al Parlamento. El joven candidato pisa las instalaciones por primera vez. Vestido con vaqueros y polo, su estilo desentona entre dorados y trajes. La Cámara de Comercio ateniense organiza una conferencia para que cada partido pueda presentar su programa a los emprendedores griegos.
Dora Bakoyanni, heredera y figura central de Nueva Democracia (hija del exprimer ministro Konstantin Mitsotakis) es la primera en hablar. Reconoce “errores” y “debilidades” de la política de estos dos últimos años. “Vamos a bajar los impuestos”, asegura, pese a que su partido lo único que ha hecho es aumentar la carga impositiva a las clases medias. “Vamos a reformar los impuestos que graban los bienes inmuebles”, impuesto que sin embargo acaba de aprobarse, muy impopular, poco progresivo y al margen de los precios de mercado.
Le sigue Sakellaridis. También él habla del sistema fiscal, pero para “luchar mejor contra el fraude y la evasión fiscales”. Habla también de medidas de ayuda a las pymes, un público al que Syriza hasta la fecha tenía olvidado. Promete el pago de ayudas a los empresarios endeudados con hacienda y la seguridad social. Sin embargo no llegará, como sí hizo su rival, a instar al público de la sala a votar por su partido.
“Estaba muy estresado”, asegura al término. “Este entorno no nos es en absoluto favorable”. Este entorno, sin embargo, comienza a escuchar con atención las tesis de Syriza. Desde que el partido venció en las elecciones europeas, en mayo pasado, el clima ha cambiado. “Los empresarios han comprendido que Syriza podía llegar al gobierno en Grecia”, traduce Manolis Foudoulakis, director comercial de un banco de seguros y miembro de Syriza, también presente en el hotel Gran Bretaña.
Al final de la jornada, el candidato acude a un encuentro que tiene lugar en una cafetería cooperativa, nacida durante la crisis, en un barrio popular de Atenas. “Siento una corriente mayoritaria en la sociedad que es favorable a Syriza”, clama Sakellaridis ante un público presete, de todas las generaciones. “Esta vez el pánico que Samarás quiere infundir cuando habla de nosotros no va a dar resultar”. La jornada acaba a medianoche tras una entrevista en televisión. “¡Menos mal que la campaña es corta!”, dice en un aparte el candidato. Terminará este viernes por la noche. El domingo, unos 9,8 millones de electores están llamados a las urnas.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
“¡No hay que perder la esperanza ni el optimismo, no hay que ceder al miedo que tratan de infundirnos, tenemos que mantener la sonrisa!”. Esta mañana, Gabriel Sakellaridis se dirige a un grupo de personas de edad avanzada en un barrio popular del norte de Atenas. Este candidato de Syriza a las elecciones legislativas que se celebran el próximo domingo 25 de enero, acude a dos kapie, centros de pensionistas, que con más o menos fortuna han logrado mantener sus puertas abiertas pese a las masacres políticas de un Estado del bienestar que nunca llegó a serlo realmente.