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La nueva cúpula de RTVE se enfrenta al reto de sacar a la televisión pública de la irrelevancia mediática

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RTVE tiene, por fin, un nuevo Consejo de Administración, casi tres años después del cese del anterior, y un nuevo presidente, José Manuel Pérez Tornero. Un presidente y un Consejo que, de antemano, tienen la virtud de acabar con la provisionalidad, realidad que ha lastrado el mandato de Rosa María Mateo. Con todo, el proceloso proceso no significa el final de nada –salvo la citada provisionalidad–, sino el principio de todo, ya que se parte de una verdad compartida: RTVE no puede seguir así. Esto es, la radio y televisión pública necesitan una refundación que afirme su carácter y la proyecte a un futuro cien veces paralizado. Una refundación que tiene claves evidentes y otras –igualmente importantes– para las que el diagnóstico se antoja más complicado.

La nueva cúpula de la Corporación nace de un acuerdo político entre PSOE, PP, Podemos y PNV. Deja por tanto fuera del consenso a Vox, Ciudadanos, e independentistas catalanes y vascos. Se trata de una mayoría suficiente, sí, pero es una mayoría exclusivamente política, sin participación alguna de los ciudadanos, esa sociedad civil que, primera paradoja, es la auténtica titular de la propiedad. ¿Recuerdan uno de los lemas aclamados por la plantilla durante los últimos años, Una RTVE de todos y para todos? ¿Comparamos con el resto de las radiotelevisiones públicas europeas? Al margen de la siempre citada BBC, quizás el ejemplo más significativo sea la alemana ZDF, cuyo Consejo de sesenta miembros tiene 18 del mundo político; el resto es elegido por representantes de la sociedad civil: sindicatos, organizaciones y asociaciones, y hasta por las distintas religiones. De este modo, los designados por los grupos políticos no llegan a ser un tercio del total.

Descendiendo a la composición del Consejo de Administración de RTVE, hay dos miembros impulsados por el PP, dos por Podemos, y dos por el PNV; el resto, se supone, han sido designados por el PSOE. Todos tienen un pasado vinculado a la radio y televisión, ya sea por el ejercicio profesional o por la dedicación académica, pero todos –en mayor o menor medida– tienen una cierta vinculación política y deben su cargo a las formaciones políticas que les han elegido. ¿Primará la profesionalidad o la adscripción partidaria en la toma de decisiones? ¿Será operativo o se convertirá en mera traslación de los enfrentamientos que vemos en el Parlamento?

Ante estas incógnitas parece que un elemento clave será la elección de los mandos principales para RNE, TVE e Interactiva. De antemano, el clamor de la actual plantilla y de sus representantes profesionales y sindicales opta por que sean designados entre los actuales trabajadores y se huya de contrataciones externas, pero, a partir de ahí, se puede optar por nombres que ya han tenido experiencia de gestión en RTVE, marcados por la época en que han tenido puestos relevantes, o bien por empleados desconocidos por el gran público, pero con mérito y prestigio profesional. Esta designación de los mandos que estarán al frente de la gestión directa será una de las piedras de toque más relevantes.

Otro aspecto importante será la obtención de una financiación estable y suficiente. Conviene recordar cómo, al hilo de las crisis económica de hace diez años, el PP redujo la asignación del Estado en más de un veinte por ciento, de modo que RTVE ha visto coartada su actividad hasta ser adelantada por la competencia de las principales cadenas privadas. Así y durante los últimos años se ha convertido en la tercera opción para los espectadores; con toda la gravedad que esa posición conlleva en el día a día, quizás el efecto más dañino sea la paralización de proyectos de futuro, en una época en la que, solo con mirar a nuestra actividad personal, los cambios tecnológicos marcan las posiciones de las empresas y su capacidad de competir.

Mientras en la última década se instauraba la primacía de redes sociales, y se multiplicaban los soportes de difusión, RTVE carecía de recursos económicos y estabilidad en el mando para afrontar el denominado "salto digital". ¿Se está a tiempo de recuperar el terreno perdido? Quizás, pero no nos engañemos, es imprescindible un mando decidido, talento profesional y, sobre todo, dinero, mucho dinero, o se perderá el futuro, como ya se ha perdido el presente.

Credibilidad e independencia profesional

Un medio público como RTVE no puede por su propia identidad de servicio público, competir con los medios privados en un importante sector del entretenimiento, como muestran los resultados de audiencia cada día; en la televisión pública no tienen cabida la denominada y muy seguida televisión basura. Realities y espacios de intimidad personal, con los que triunfan otros, están proscritos en TVE, donde se carece de presupuesto para optar por la compra de formatos de éxito en otras televisiones, como el fenómeno de Pasapalabra. Tampoco ha podido competir por los derechos del fútbol de élite (en este capítulo es especialmente sangrante que la mayor parte de los encuentros de la Selección Española sean ofrecidos por grupos privados), y se limite a transmisiones deportivas minoritarias, o juegos olímpicos, que obtienen una muy limitada repercusión.

El otro soporte fundamental en las programaciones son los informativos, que en TVE iniciaron la década como líderes incontestables y que, salvo rebrotes esporádicos, se sitúan muy por debajo de los de Antena 3 y Telecinco.

Para ser justos hay que ampliar el retrato y ver que los telediarios de TVE están más de dos puntos por encima de la media de la cadena, y que siempre superan en cuota de pantalla y espectadores a los espacios precedentes. Se trata de un factor decisivo con múltiples ejemplos en la competencia entre cadenas, como se demuestra con la contienda entre Antena 3 y Telecinco, que está siendo superada ampliamente por la anterior, merced a los concursos La Ruleta de la Fortuna y Pasapalabra. Es el "efecto arrastre", que marca las audiencias de unos y otros sin que se haya producido cambio alguno en la presentación o contenido de los espacios de noticias. De hecho, ¿son peores los informativos de TVE que los de sus competidores? Cada cual tendrá una opinión, pero el análisis demuestra que carecen del sesgo político de Antena 3 y del sensacionalismo omnipresente en los de Telecinco.

Cierto que durante el gobierno del PP se multiplicaron las denuncias sobre TVE por manipulación y censura, pero han desaparecido prácticamente en los últimos tres años; de hecho, han sido criticados por dar lo que muchos consideran "excesivo protagonismo" a la derecha política en la oposición; no es menos cierto que, durante el mandato de Rosa María Mateo se han centrado en exceso en exhibir las declaraciones de unos y otros representantes políticos, sin contextualizar, contrastar y chequear cada testimonios, al punto de hacer poco inteligible buena parte de las noticias de ese apartado. En paralelo, se puede constatar en el último años como los telediarios están renovando y actualizando el formato, no solo por el uso de elementos visuales como la realidad virtual y 360 en los platos, sino sobretodo en los contenidos no políticos, con ediciones extraordinarias en hospitales y centros educativos, o la realizada en el primer aniversario de la pandemia.

¿Y por qué son los terceros y reciben muchas críticas? Puede darse aquí otra paradoja: criticamos a TVE porque es "la nuestra", porque lo que hagan las demás es "cosa suya", porque, en definitiva, soportamos peor los defectos de lo que consideramos propio.

RTVE estrena este jueves nueva dirección, pero han sido tantos los años de paralización, tanto tiempo sirviendo de campo de batalla a la confrontación política, sin renovación de personal desde 2007, sin aportes de nuevos talentos a los que, indudablemente, ya tiene, que su presente está lleno de nubes. ¿Será factible que la renovada cúpula impulse un cambio radical de rumbo para la radio y televisión pública? Se antoja complicado, salvo que una cierta refundación, bajo parámetros nuevos, emprenda un camino en el que la Corporación recobre la relevancia que tuvo.

Reacción de los Consejos de Informativos

Los Consejos de Informativos de TVE, RNE, e Interactiva han reaccionado este mismo jueves a la elección de la nueva dirección de RTVE con un comunicado conjunto en el que afirman que "se ha consumado el peor escenario", pero que a pesar de ello desean "una próspera andadura" al nuevo Consejo de Administración al tiempo que alertan de que se mantendrám "vigilantes y exigentes". 

"RTVE inicia una nueva etapa –señalan los periodistas–, pero lamentablemente entendemos que el punto de partida está viciado. Este Consejo de Administración corre el riesgo de mimetizar la misma polarización que impregna el debate político. Exactamente lo contrario a lo que necesita la Corporación". Para los profesionales "los partidos políticos han devaluado un concurso público que podría haber sido un ejemplar precedente para liberar a la Corporación de los intereses partidistas. Este sistema de cuotas es un modelo que consideramos fallido. Ha sido una oportunidad perdida que ha dañado nuestra credibilidad".

El Consejo de Informativos rechaza el "ataque generalizado" a TVE desde diversos partidos políticos

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Los Consejos consideran que los tres años de administración provisional por parte de Rosa María Mateo no han tenido "proyecto" y ha "sobrado improvisación". "Deploramos la inercia externalizadora de su mandato, especialmente preocupante en programas indudablemente informativos, y que ha justificado aduciendo falta de idoneidad o capacidad de la actual plantilla para poner en marcha formatos alternativos. Una excusa humillante y falsa".

Los Consejos reclaman a los nuevos responsables "trabajar con unidad para dirigir las transformaciones que la Corporación necesita para adaptarse a la revolución tecnológica y narrativa, rejuvenecer y mantener su plantilla y garantizar y aumentar su producción propia. Todo ello sin descuidar sus ejes: la pluralidad, la independencia y el

compromiso con el servicio público".

RTVE tiene, por fin, un nuevo Consejo de Administración, casi tres años después del cese del anterior, y un nuevo presidente, José Manuel Pérez Tornero. Un presidente y un Consejo que, de antemano, tienen la virtud de acabar con la provisionalidad, realidad que ha lastrado el mandato de Rosa María Mateo. Con todo, el proceloso proceso no significa el final de nada –salvo la citada provisionalidad–, sino el principio de todo, ya que se parte de una verdad compartida: RTVE no puede seguir así. Esto es, la radio y televisión pública necesitan una refundación que afirme su carácter y la proyecte a un futuro cien veces paralizado. Una refundación que tiene claves evidentes y otras –igualmente importantes– para las que el diagnóstico se antoja más complicado.

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