Podríamos decir que, aunque parece que quedará sin responsabilidad penal e institucional, Juan Carlos I se ha llevado el suficiente dinero en comisiones y demás asuntos de escasa moralidad al margen del cuantioso sueldo que le hemos pagado toda su vida los españoles, que podría tener la decencia de volver a España pagándoselo él. Tener la suficiente inhibición de la desvergüenza como para agachar la cabeza, pretender morirse en su país tranquilo (que uno lo entiende perfectamente) y agradecer la suerte de ser un ser humano al que no le afectan las leyes de las personas de sangre común. Pero no. Publicó Zarzalejos (palabra de Dios en este tema) en El Confidencial que el emérito quiere regresar para vivir en Zarzuela y con un dinerín tuyo y mío para sus gastos. Como un rey. Sin ley.
No soy especialmente beligerante en el tema de la república, pero creo que definir la jefatura del Estado desde la desigualdad hace de cualquier país un Estado inaceptable. Si la más alta instancia del Estado se hereda no hay ninguna posibilidad de que el ideal de ciudadanos libres e iguales se plasme. La monarquía oficializa la desigualdad, de manera que esta es aceptable en cualquier otro estrato de nuestra vida. ¿Con qué cara le podemos pedir a un ministro o a un empresario que fomente la igualdad si sostenemos esa Jefatura del Estado?
Si la más alta instancia del Estado se hereda no hay ninguna posibilidad de que el ideal de ciudadanos libres e iguales se plasme.
Dicho esto, y sin ser un republicano al que le vaya la vida en ello, lo sería exactamente igual si nuestra familia real no tuviera una cohorte de señores disfuncionales en su seno. Pero, precisamente como republicano, me alegra que así sea porque a cada pasito que dan en la carretera de la ignominia nos acercan más una forma de Jefatura del Estado democrática. Una vez abierta (siempre parcialmente) la veda de que el periodismo deje de prevaricar como ha hecho estas décadas con las actividades del hoy emérito, sabremos más cosas y la gente denegará más de la monarquía. A favor, por tanto, de que Juan Carlos hable, hable mucho, demuestre su soberbia y su falta de respeto por el pueblo español.
Pensando en los marrones de estos días de Navidad, en los compromisos familiares y en esa gente con la que a veces no quieres cenar pero te toca, me imaginaba la gracia que le hará a la reina Letizia tener que pelar langostinos con este señor en Nochebuena, pero la Fiscalía ha prorrogado artificialmente una investigación que todo el mundo sabe que no va a ninguna parte para que el regreso del emérito no coincida con el mensaje de su hijo. Es una definición bastante gráfica de cómo España sigue dando patadas adelante con el problema de este hombre. En el mascarón de proa, el PSOE, que ya dijo Pedro Sánchez para quién trabaja la Fiscalía. Creo que sé con qué objetivo, pero me parece tan funesto lo que pienso que ni lo voy a escribir.
La Fiscalía ha prorrogado artificialmente una investigación que todo el mundo sabe que no va a ninguna parte para que el regreso del emérito no coincida con el mensaje de su hijo
Lo grave, siempre, es que al final la movida la pagamos los que aportamos con nuestros impuestos. No será mucho, porque solo es la vida a cuerpo de rey de un hombre que gasta de más, pero toca las narices. Lo suficiente como para que cada vez más gente se sume a las tesis de que no queremos una monarquía. Yo, ninguna; la mayoría de la gente, me temo, ésta. Bueno, será dinero bien empleado el que le demos a Juan Carlos para que vuelva a casa, aunque no vaya a ser por (esta) Navidad.
Podríamos decir que, aunque parece que quedará sin responsabilidad penal e institucional, Juan Carlos I se ha llevado el suficiente dinero en comisiones y demás asuntos de escasa moralidad al margen del cuantioso sueldo que le hemos pagado toda su vida los españoles, que podría tener la decencia de volver a España pagándoselo él. Tener la suficiente inhibición de la desvergüenza como para agachar la cabeza, pretender morirse en su país tranquilo (que uno lo entiende perfectamente) y agradecer la suerte de ser un ser humano al que no le afectan las leyes de las personas de sangre común. Pero no. Publicó Zarzalejos (palabra de Dios en este tema) en El Confidencial que el emérito quiere regresar para vivir en Zarzuela y con un dinerín tuyo y mío para sus gastos. Como un rey. Sin ley.