Dice el cuento de la rana y el escorpión que el escorpión le pidió a la rana que lo cargara a sus lomos para cruzar el río, a lo que la rana le dijo: "¿Cómo sé que no me picarás?" El escorpión respondió: "Porque tú morirías y eso haría que ambos nos ahogáramos". La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando el moribundo batracio preguntó a su verdugo: "¿Por qué… si los dos vamos a morir?", el escorpión respondió: "Es mi naturaleza". Algo así les pasa a los partidos cuando tienen que llegar a acuerdos con formaciones no muy cómodas: Está en su naturaleza.
La naturaleza de todo partido político es alcanzar cuanto mayor cota de poder mejor. Una de sus funciones más importantes es articular los intereses de la sociedad y representarlos en las instituciones y en los ejecutivos, algo que harán en la medida en que consigan esas cotas de poder. En eso consisten las democracias liberales y nadie debería escandalizarse, es plenamente legítimo.
Se podría plantear que algunos de estos pactos pueden dañar gravemente al partido mayoritario, como desde sectores progresistas se piensa al conocer los perfiles de quienes, en virtud del acuerdo PP-Vox, van a presidir asambleas autonómicas o a ostentar cargos relevantes en los gobiernos, o al ir desgranando los pocos contenidos de los acuerdos que ambas formaciones están alcanzando. Sin embargo, a tenor del resultado de las elecciones municipales en Castilla y León –donde PP y Vox ya gobernaban juntos–, tal daño no parece que se esté produciendo.
Por tanto, cuando no existe el peligro de un fuerte castigo electoral, el Partido Popular responde a su naturaleza y pacta lo que sea necesario para alcanzar el poder institucional. Considerar que hay límites frente a la extrema derecha, como los que sugirió en alguna ocasión Ángela Merkel, está muy lejos de la vida política española. Los partidos políticos, como cualquier organización, se mueven por incentivos, y responden de la manera que consideran más útil para alcanzar sus objetivos. Que la estrategia sea buena o mala ya se verá, pero lo que es impensable es que actúen de forma contraria a su naturaleza. En este caso, el respaldo de sus electores y la necesidad de acuerdos para llegar a los gobiernos apuntan en la misma dirección.
Cosa distinta es que compartir gobiernos lleve al PP a situaciones más que embarazosas, como ocurre ya en Castilla y León. ¿Qué haría un hipotético gobierno PP-Vox cuando tuviera que ir a Naciones Unidas a rendir cuentas sobre el progreso de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, si como vicepresidente tiene al líder de un partido que quiere “tirar a la basura” (según se ve en una lona publicitaria) la propia Agenda 2030? ¿O se va a convertir el PP en un partido contrario a Naciones Unidas y al multilateralismo? Los populares saben que la extrema derecha les puede picar como el escorpión, pero en la naturaleza de ambos está alcanzar el poder. Lo que ocurra después, mientras estén cruzando el río, ya se verá.
La naturaleza de todo partido político es alcanzar cuanto mayor cota de poder mejor
De ahí que sorprenda la ausencia de una estrategia debatida, meditada y ponderada de la dirección del Partido Popular a la hora de plantear los pactos con la extrema derecha. Tanto, que bien podría pensarse que, o es algo premeditado, o hay un vacío estratégico, como sugería aquí hace unas semanas. ¿Qué decisión más importante tenía que tomar el PP desde hace dos años?
No debe olvidarse, por otro lado, que Vox también se presenta a las elecciones y también necesita mandar un mensaje de fortaleza a los suyos, haciendo ver que sus votos son útiles en la medida en que obligan a su compañero de bloque a hacerles sitio en los gobiernos o a asumir sus preceptos ideológicos. Por eso es tan importante para Vox el acuerdo en la Comunidad Valenciana, en el que ganó por goleada, y por eso Abascal lo recuerda cada vez que tiene ocasión. Hasta dónde llegará el pulso en Extremadura está por ver, pero los sondeos deben andar echando fuego. La naturaleza de Vox le llevará a agotar los tiempos, y la del PP, visto el panorama nacional y la necesidad de compensar otros acuerdos, a retrasarlos al máximo.
Cumpliendo también con su naturaleza, la izquierda hace lo posible por evidenciar lo que estos acuerdos suponen, en la confianza de que detendrá así las fugas de voto del PSOE al PP (un 9% según los últimos estudios), y de que el electorado progresista se movilizará como reacción a los acuerdos del PP con la extrema derecha. Esa es, sin duda, una de las grandes incógnitas de esta campaña, que los sondeos irán desvelando conforme avance.
Quedan cuatro semanas y los últimos datos nos dicen que el 28M el 34% de los votantes eligieron ir a votar y se decantaron por la papeleta en la misma campaña electoral. Hay partido, y va a ser intenso. Cada cual actuará según los incentivos que encuentre para cumplir con su naturaleza.
Dice el cuento de la rana y el escorpión que el escorpión le pidió a la rana que lo cargara a sus lomos para cruzar el río, a lo que la rana le dijo: "¿Cómo sé que no me picarás?" El escorpión respondió: "Porque tú morirías y eso haría que ambos nos ahogáramos". La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando el moribundo batracio preguntó a su verdugo: "¿Por qué… si los dos vamos a morir?", el escorpión respondió: "Es mi naturaleza". Algo así les pasa a los partidos cuando tienen que llegar a acuerdos con formaciones no muy cómodas: Está en su naturaleza.