El momento de Podemos Jordi Gracia

LA QUINTA COLUMNA
Gran zapatiesta a cuenta de unos whatsapp recortados. Verán: resulta que en El Plural transcribieron los mensajes de un exagente de la UCO (actual empleado de Ayuso) en los que insinuaba cuánto le apetecía calzarle una bomba lapa al presidente Sánchez. ¡Rediós! Entre las cartas con balas, el chat de coroneles que toman sintrom y los pérfidos saboteadores ferroviarios, es un milagro que nos quede un ministro en pie.
En TVE, La Sexta y elDiario.es se ve que se dijeron aquello del se non è vero, è ben trovato y repitieron la cantinela sin mayores precauciones. Error calamitoso, porque los de El Plural no solo habían recortado la conversación, sino que, además, la habían retorcido para que lo que decía el tal Bonilla (que así se llama el guardia civil retirado) de sí mismo pareciese que lo decía del presidente. Es decir: el tipo temía (¡de broma!) que le pusieran (¡a él!) un petardo bajo el coche y, por arte de birlibirloque, el fulano acabó convertido en presidentecida fantasioso. ¿La triquiñuela? Sucísima.
En fin, que The Objective publicó la correspondencia sin adulterar y los difusores tuvieron que ponerse con las rectificaciones. La gente se equivoca, pasa hasta en las mejores familias. El arte de la retractación tiene sus sutilezas y hay quien todavía cree que una crisis es una oportunidad. Ignacio Escolar, por ejemplo, le quitó hierro al asunto diciendo que el picoleto había pasado de magnicida en potencia a insinuador del terrorismo de Estado. ¡Caramba! También, Silvia Intxaurrondo se felicitó por tener una audiencia tan exigente mientras aseguraba que, como no había habido mala intención (¡que traigan el polígrafo!) pues… pelillos a la mar.
Felizmente, la cosa duró un suspirito y la mayoría de los medios lo zanjaron con contundencia. En la web de RTVE hay publicada una minuciosa cronología de la metida de pata y, entre tirios y troyanos, la autopsia del patinazo parece bien despachada. Como fuere, estas cagadas dan esteroides al adversario, que no ha perdido la oportunidad de hacerse un pan con unas hostias. La mismísima Ana Rosa despachó el asunto en un editorial con referencias a Kennedy, Lee Harvey Oswald y Anacleto, Agente Secreto. «Manipular a las masas en democracia no es tan fácil cuando hay medios libres», dice la doña, justo después de mentar a Goebbles. Losantos, que no se pierde un fandango, aprovechó el río revuelto para pedir explicaciones sobre el 11M. ¡En El Mundo! Sapristi, qué manera de mentar la soga en la casa del ahorcado. «Aquí, la bomba lapa de verdad es Sánchez. Y estalla cada día», remataba la columna. Las metáforas, cada vez menos esforzadas.
A estas alturas, el incidente es menos periodístico que político. Si la cagada se despachó el viernes y se enmendó el sábado, a fecha del corriente todavía quedarán ministros y candidatos vendiendo pescado podrido
Lo ignoro todo sobre comunicación política, pero algo me dice que no se sale de un hoyo hasta que se deja de cavar. Con todo, Tezanos ya les suma veintiocho diputados por la gestión ejemplar del asunto.
Me pregunto cuántos whatsapp sisados y audios a medio cocer nos regalará la actualidad informativa hasta nuestro próximo encuentro. ¡Qué nervios! Filtraciones, viejas del visillo y teléfonos escacharrados: el que no se entretiene es porque no quiere. Mientras tanto, siempre nos quedarán las edificantes columnas de Jorge Fernández Díaz (¿el de la policía patriótica?, ¡el mismo!) en La Razón. Un día, quejándose de la corrupción (la sartén, al cazo), al otro, exigiendo nuevos dogmas marianos a la Santa Sede. Marcelo, ora pro nobis.
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