A veces las noticias y las lecturas se acumulan como por un azar gobernado por alguna mano invisible. Estaba pendiente en la mesilla desde tiempo atrás El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón, y devoré sus últimas páginas en uno de los últimos insomnios. Esta tarde lluviosa de jueves llega la noticia de la muerte de Xavier Vinader, periodista siempre y presidente de Reporteros Sin Fronteras durante unos años.
En la magnífica novela de Martínez de Pisón se narra la aventura vital de un joven emigrante, más pobre que las ratas, llegado a la Barcelona de los años sesenta. A través de testimonios de personas que lo conocieron en una u otra etapa, vamos descubriendo la historia individual de Justo Gil, pero sobre todo la historia colectiva de los años finales del franquismo y los primeros alientos de la democracia. Esa historia contiene miseria, desolación, engaños y desengaños, pero también está repleta de ilusiones, pequeños heroísmos, lazos de amistad y sacrificios anónimos jamás agradecidos suficientemente por la Historia, con mayúsculas. En la trama novelada aparecen personajes ficticios y nombres reales. Un tipo repugnante al que la vida zarandea desde la miseria hasta la caricia de la fortuna para ser devuelto al arroyo; uno de tantos soplones de la Policía franquista que organiza bandas de energúmenos ultraderechistas para torpedear los inicios de la democracia.
Entre los nombres reales se cita el de Xavier Vinader. Es un pequeño homenaje que Martínez de Pisón rinde a aquellos periodistas que a finales de los años setenta , cuando nadie tenía garantía alguna sobre el futuro (salvo Pío Cabanillas padre, autor de la célebre frase: “vamos a ganar, aunque todavía no sabemos quiénes”) se jugaron el tipo para informar sobre terrorismo etarra o sobre terrorismo fascista, sobre el crimen organizado o sobre la corrupción policial. En la novela tiene su papel un joven que ve amenazada su vida y la de su familia por desvelar la actividad de grupos ultraderechistas catalanes.
El 'caso Vinader'
Vinader firmó en 1979 dos reportajes en la revista Interviú en los que denunciaba con nombres y apellidos la actividad de grupos de extrema derecha en el País Vasco. Aportaba datos precisos sobre su organización, sobre quiénes la componían y cómo las fuerzas de seguridad hacían la vista gorda. Meses después, ETA asesinó a dos de las personas mencionadas en esos reportajes. Xavier Vinader fue acusado como inductor de los asesinatos, pese a que nunca hubo pruebas de tal delito. Salió de España, de hecho se convirtió en el primer periodista exiliado en tiempos de democracia, y el 7 de noviembre de 1981 fue condenado a siete años de prisión. Al juez que instruyó su caso se le escuchó pronunciar una frase definitiva: “el periodismo ha llegado demasiado lejos y hay que pararle los pies”.
Pocas veces se ha producido después una reacción tan unánime y solidaria en el gremio de la prensa, en el que perro come carne de perro demasiado a menudo, y en el que el corporativismo asoma más en la cúpula de los medios que en las bases de ‘la canalla’. Vinader regresó a España voluntariamente y pasó unos meses en la cárcel de Carabanchel. Su caso fue protestado en la calle, en las redacciones españolas y extranjeras hasta que un consejo de ministros presidido por Felipe González le concedió el indulto en 1984.
Memoria y presente
Xavier Vinader continuó ejerciendo el oficio y escribió mucho y bien sobre el lado oscuro de las fuerzas policiales. Y enseñó a otros a entender que el periodismo o es “de investigación” o no es periodismo, en el sentido de que exige buscar lo que está oculto y contrastar los datos, y supone siempre incomodar a quienes preferirían “parar los pies” a la canalla.
Ver másFotos bajo las balas para contar la verdad
Si alguien piensa que aquellos tiempos están ya muy superados, no tiene más que echar un vistazo a las historias que vamos conociendo sobre el comisario José Villarejo o su colega Martín Blas. O repasar el caso de corrupción policial en Barcelona recogido y denunciado en Ciutat Morta.
Martínez de Pisón ha contado que no habría podido escribir El día de mañana sin los contactos que le facilitó el propio Xavier Vinader. Sobre todo el de un expolicía que le explicó con detalle su "obligación profesional" de servir lo mismo a una dictadura que a una democracia.
Como cualquier novela, la vida se compone de gente corriente y poderosos, de héroes y villanos, de chivatos y valientes. Y harán falta siempre Vinader dispuestos a jugarse el tipo para retratar el lado oscuro.
A veces las noticias y las lecturas se acumulan como por un azar gobernado por alguna mano invisible. Estaba pendiente en la mesilla desde tiempo atrás El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón, y devoré sus últimas páginas en uno de los últimos insomnios. Esta tarde lluviosa de jueves llega la noticia de la muerte de Xavier Vinader, periodista siempre y presidente de Reporteros Sin Fronteras durante unos años.