Descubriendo al otro. No me cansaré de escuchar esta conferencia de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie titulada El peligro de una única historia. Ayuda a situarnos en el marco de este texto.
El periodista Ryszard Kapuscinski sostenía que el mayor descubrimiento de la humanidad fue el Otro. Se imaginaba una tribu-familia moviéndose por la Creciente Fértil, situada entre los ríos Tigris y Éufrates, convencidos de ser los únicos moradores del universo. Debió ser una gran sorpresa encontrarse con otra tribu-familia que también creía en su excepcionalidad. Kapuscinski decía que en esta situación solo cabían tres opciones: atacar, esconderse o dialogar, preguntar por los orígenes del otro, su modo de vida, y tal vez intercambiar bienes, comerciar.
Las dos primeras reacciones surgen del miedo, y este del desconocimiento. La tercera, de la curiosidad y la confianza. La curiosidad es innata, el miedo menos, se inculca, se agita y manipula desde el poder. Así se inventaron las fronteras, las banderas, los himnos y los dioses. Hoy, en la era de la información, la desinformación es masiva; la construcción del odio galopa sin control por las redes sociales, el cine y la televisión.
La inmigración no es un problema. La inmigración es un fenómeno que se repite desde el origen de la especie: la búsqueda permanente del mejor hábitat en el que sobrevivir. El problema son las políticas con las que tratamos el fenómeno. O las no políticas más allá de la seguridad (el miedo).
Existe un efecto llamada, se llama desigualdad. Nadie abandona su país si tiene esperanza de prosperar. Los que se juegan la vida en el Sáhara y en el Mediterráneo, o en las rutas centroamericanas hacia EEUU, tienen poco que perder. Dos opciones: la seguridad de morir de hambre, injusticia o guerra, o la posibilidad de morir peleando por la esperanza de vivir. Emigrar para salvar la vida no es un delito, es un derecho humano.
Nuestra crisis económica, que es real y ha empobrecido a millones de personas, no detiene el sueño de los que quieren emigrar a Eldorado. Nuestras migajas son un manjar para aquellos que no tienen nada. Es nuestro estilo de vida de aparente abundancia y su impúdica exhibición global lo que llama al viaje.
Algunos datos sobre el hambre que pueden ayudar a entender la brecha entre los dos lados del mar Mediterráneo. Un detalle: el agua de nuestros retretes es más pura de la que bebe una parte del planeta.
Recomendé esta semana la película de Gianni Amelio, Lamerica. Es obligatoria:
Trata sobre el efecto llamada (palabra que incomoda). Es el mismo que movilizó en el XIX y principios del XX a cientos de miles de italianos, polacos e irlandeses en dirección a EEUU. Huían de las hambrunas y las epidemias. Ayudaron a construir el país, fueron la mano de obra (barata) que convirtió EEUU en una superpotencia mundial.
Los vietnamitas, laosianos y camboyanos, que huyeron de las guerras del sureste asiático en los años 70 del siglo XX, también se integraron en los países de acogida, aportaron cultura y pagaron impuestos. Les llamaron boat people porque escapaban en barcas de la represión de los vencedores. Sucedió con los republicanos españoles exiliados en América Latina. Recibieron y aportaron. Entonces, ¿de qué tenemos miedo?
La película de Amelio añade algo esencial al debate sobre la inmigración: a través de las televisiones (ya globales) e Internet, hemos dado a los pobres conciencia de su pobreza. Cien personas que viven en una aldea perdida de Níger no pueden tomar conciencia de esa pobreza si no tienen con qué compararse. El efecto llamada es nuestro confort. ¿Se han preguntado alguna vez de dónde procede la energía que caldea nuestras calefacciones, la que mueve los aires acondicionados? ¿Se han preguntado por las prácticas de nuestras empresas en el Tercer Mundo? Hay preguntas que conviene hacerse de vez en cuando.
El capitalismo necesita de la desigualdad para que aumenten los beneficios. Es lo que mueve la rueda de la fortuna. Es el sistema depredador perfecto para una especie depredadora. Aunque no hay otro, a este se le pueden poner límites, normas de comportamiento, controles que dificulten la barra libre.
Del Tercer Mundo nos interesa el subsuelo, no tanto las personas: petróleo, gas, minerales estratégicos que sirven para que funcionen nuestros ordenadores, teléfonos móviles y centrales eléctricas. ¿Por qué hay tantos rusos y franceses en República Centroafricana, un Estado fallido? ¿Por el uranio? China, el nuevo actor internacional, es otro gran depredador que viene a sumarse al festín. La desigualdad extrema entre el Norte y el Sur es la esencia de ese efecto llamada.
El Aquarius, España y Europa. AquariusDos aclaraciones: 1) Me siento orgulloso de la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez: rescatar a los 629 migrantes del Aquarius era una obligación ética. 2) Toda decisión tiene consecuencias. Hablar de ellas es un deber periodístico, aunque no guste. Para ser eficaz en la parte (delicada) del texto me voy a marcar un JesúsMaraña, ya saben, desgranar el argumento punto por punto. Les ahorrará tiempo.
1. Las mafias manejan las rutas. Las modifican según el viento político y legal. Buscan las mejores vías para transportar el mayor número posible de emigrantes. No lo hacen por razones humanitarias, sino porque ese es su negocio: traficar con personas desesperadas.
2. Cerrado el grifo de Turquía (tras el vergonzante pacto de la UE con Ankara para devolver refugiados sirios), las mafias aprovecharon la destrucción del régimen de Muammar el Gadafi para impulsar la ruta Libia. Por razones de proximidad, Libia es la lanzadera de emigrantes hacia Malta e Italia, y en menor medida, Grecia.
La UE no les ayuda a hacer frente a la presión migratoria. Nunca ha actuado como si esa frontera sur fuese una de la UE, que implica a todos. Los Estados miembros han incumplido los pactos de reparto de migrantes. La España de Rajoy, también. Este es el cultivo del que surge un tipo como Matteo Salvini, líder de la xenófoba Liga Norte y hoy ministro de Interior de Italia. Tampoco nadie hizo algo por aliviar la presión sobre Alemania en 2015, situación que favoreció a la extrema derecha de Alternativa para Alemania. El reparto de los refugiados por cuotas ha sido un fracaso.
3. Existe un riesgo, que no debe invalidar el gesto del Gobierno Sánchez con los 629 del Aquarius, de que las mafias tomen nota del cambio de política y apuesten por la ruta española. Susana Díaz ha alertado sobre una futura presión migratoria sobre Andalucía, algo que no comparte la vicepresidenta Carmen Calvo. El ministro Josep Borrell destacó que acoger el barco era un decisión simbólica, un gesto humanitario para zarandear la conciencia europea. No esperen milagros de esa conciencia.
4. Antes de que me critiquen más, otra aclaración: priman las personas, no lo miedos. Deberíamos denunciar a Italia, como sugiere la ministra de Justicia, Dolores Delgado, y presionar en los Consejos Europeos para lograr una política migratoria común, tanto en la acogida e integración de las personas, como en la cooperación internacional.
5. No vamos a tener esa política común, seamos realistas. ¿Cómo tenerla con gobiernos xenófobos como el húngaro y el polaco, o con un tipo como Salvini, el hombre que cerró los puertos italianos y cantó victoria tras la decisión de España. ¿Vamos a frenar la venta de armas a Oriente Próximo cuando matar sirios o yemeníes no es un problema, sino un gran negocio?
6. La inacción europea tiene un triple efecto: 1) La presión migratoria depende de las mafias. 2) No existen políticas eficaces de integración (han fracasado en Francia, Bélgica y Reino Unido). 3) Todo descontrol favorece el discurso del miedo al Otro que azuzan los partidos de extrema derecha.
Siempre se ha dicho que en España no existe una extrema derecha como partido organizado, que el PP absorbía todo el espectro hasta el centro. Esto se ha roto con la aparición de Ciudadanos, que empezó por disputar el centro al PP y ha terminado por disputarle el flanco más ultranacionalista. Y está Vox, que se aprovecha para crecer del renacido nacionalismo español. De momento, su diana es Cataluña. Pronto empezarán con los inmigrantes.
7. Necesitamos inmigración. La tasa de nacimientos y el aumento de la esperanza de vida, además de unas políticas de ajuste suicidas en muchos casos, ponen en jaque el sistema de pensiones y la sostenibilidad del Estado del bienestar. La inmigración es la solución, como siempre lo ha sido en la historia.
Ver másNicaragua quiere echar a Daniel Ortega
8. La realidad es que nos gustaría elegir los migrantes a la carta, por profesiones y países (y religiones). Una llegada legal y organizada puede hacerse en poco tiempo si hay voluntad política. Canadá realizó todo el proceso de identificación de 20.000 refugiados en cuatro meses.
La migración clandestina es más rentable que la legal, por utilizar un termino que nos sitúe. Esta tiene derechos; la otra se basa en la esclavitud. Muchas empresas estadounidenses obtienen sus beneficios de la explotación de una mano de obra barata y sin derechos. Lo mismo sucede en Huelva y Almería.
9. El Aquarius no un caso aislado, cada año mueren miles de personas en el mar en el que veraneamos. La novedad es la actitud irresponsable del Gobierno de Italia, uno de los países fundadores de la UE. Aunque España ha dado una lección ética al racista de Salvini, el dinosaurio sigue ahí.
Descubriendo al otro. No me cansaré de escuchar esta conferencia de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie titulada El peligro de una única historia. Ayuda a situarnos en el marco de este texto.