El 26 de mayo de 2003 está grabado a fuego en nuestros corazones. Paco y yo hablamos frecuentemente de esa fecha. Llevamos 20 años hablando de ese día en el que un avión llamado Yak-42 se estrelló en nuestras casas. En las casas de 62 familias que aquel día cambiaron para siempre. Se fueron militares, padres, hermanos, hijos, amigos y con su muerte todo se transformó, nada volvió a ser igual. Ni por dentro, ni por fuera.
Todo cambió para nosotros pero y ¿para España? Sí, para España. ¿Qué aprendió la democracia de aquel horrible suceso?
Paco, el padre del Sargento Cardona, se estremece y dice: “Yo cada vez tengo más claro que los 62 murieron en un acto de terrorismo político…”.
Y me quedo con esas palabras y me pregunto si eso es posible y busco la definición:
“El terrorismo político está enfocado en un tipo de violencia premeditada y con motivos políticos, perpetrada contra objetivos civiles por grupos subnacionales o agentes clandestinos, con la intención de influenciar a un público determinado.”
Y al leerlo concluyo que no. Pero lo hablamos más profundamente y puedo entender que después de 20 años Paco haya redefinido todo lo que nos pasó y yo también llego a ver todo lo que ocurrió como “un acto de terrorismo político”.
Hay “violencia premeditada” cuando no se revisan contratos y no se hacen seguros a los pasajeros de un avión en misión internacional.
Hay “violencia premeditada” cuando primero se ordena y luego se desactiva a la Guardia Civil para tomar muestras de ADN a las familias de las víctimas.
Hay "violencia premeditada” cuando no se ordenan identificaciones a forenses sino a médicos expertos en medicina aeroespacial.
Hay “violencia premeditada” cuando se engaña conscientemente a ciudadanos y ciudadanas entregándoles a un muerto que no es el suyo.
Sabemos que en un país donde tras 62 muertes se tiene la verdad pero no la justicia hay algo que seguir aprendiendo para que no se consienta esta forma de hacer terrorismo político. Por eso no debemos olvidar
Hay “violencia premeditada” cuando un juez, que hoy es ministro, archiva causas alegando “ausencia de relevancia jurídico-penal en la actuación de los mandos militares acusados” o “de las posibles irregularidades en la contratación del avión”.
Hay “violencia premeditada” cuando a pesar de los obstáculos las familias consiguen llegar a los juzgados civiles de Zaragoza y estos concluyen que el vuelo del Yak-42 fue una negligencia. Reconocida posteriormente por el Tribunal Supremo.
Y todo eso nos convirtió en “objetivos civiles”. No solo a las familias de las víctimas sino a toda España. Se nos engañó y 14 años después de la tragedia se reconoció públicamente “responsabilidad patrimonial de la Administración en la tragedia aérea.”
Y nunca más se pudo volver a hablar de accidente. Porque un accidente es inevitable… Pero esta tragedia se pudo evitar.
"Por motivos políticos” las familias hemos tenido que soportar con dolor: indultos, condecoraciones militares, destinos diplomáticos y ministeriales.
“Por motivos políticos” las familias hemos soportado mentiras y hemos sufrido con dolor el ascenso de personas que nunca deberían volver a ocupar cargos públicos. Porque todos esos nombramientos han sido legales, pero también indecentes.
¿Qué ha aprendido la democracia?
Paco y yo hemos aprendido que es sagrada, que en un país sin Democracia no hubiéramos podido decir libremente todo lo que hemos defendido, llegar a descubrir con ayuda de nuestros abogados que no hubo identificaciones, conseguir el reconocimiento de la Administración haciendo público que actuó mal.
Pero también sabemos que en un país donde tras 62 muertes se tiene la verdad pero no la justicia hay algo que seguir aprendiendo para que no se consienta esta forma de hacer terrorismo político.
Por eso no debemos olvidar. Para que nuestra Democracia pueda seguir creciendo.
_______
Paco Cardona es padre del sargento Cardona y Curra Ripollés es hermana del comandante Ripollés.
El 26 de mayo de 2003 está grabado a fuego en nuestros corazones. Paco y yo hablamos frecuentemente de esa fecha. Llevamos 20 años hablando de ese día en el que un avión llamado Yak-42 se estrelló en nuestras casas. En las casas de 62 familias que aquel día cambiaron para siempre. Se fueron militares, padres, hermanos, hijos, amigos y con su muerte todo se transformó, nada volvió a ser igual. Ni por dentro, ni por fuera.