El Senado: cementerio de… dinosaurios
El titulo podría haber sido El Senado Cementerio de elefantes, pero creemos que esa denominación ya se les ha quedado corta. Ahora se ha convertido en el cementerio de auténticos dinosaurios. Lo más prehistórico que uno pueda imaginarse.
I El Senado ¿Para qué?
El Senado es una institución nacida de la Constitución del 78 y que tiene varias funciones. Estas son, resumidas:
A) Función política
Para controlar la acción del Gobierno mediante interpelaciones y preguntas. Función en todo caso subordinada al Congreso de los Diputados y que puede dar origen a una moción en la que la Cámara manifieste su posición.
B) Función legislativa
El Senado tramita proyectos y proposiciones de ley, es decir, iniciativas remitidas por el Gobierno al Congreso de los Diputados y ya aprobadas por este. En todos los casos puede introducir enmiendas, que serán llevadas de nuevo al Congreso.
C) Función de integración territorial
La Constitución reconoce al Senado un papel preeminente en la consideración de la necesidad de que el Estado armonice disposiciones generales de las comunidades autónomas.
Alguien podría pensar que, con estas funciones, tan subordinadas al Congreso, tan grises en cuanto a su definición y tan oscuras en sus planteamientos, pudiera plantearse –no sin razón– la discusión sobre la necesidad de la existencia de esta institución, como así hizo la Segunda República, que suprimió el Senado, mediante decisión adoptada en sesión de 27 de octubre de 1931.
Pero aquí no, aquí esto ni se plantea. En esta Cámara, cuyas funciones son tan desconocidas para gran parte de la población, sobreviven una serie de personajes, muchos de ellos en su retiro político, que son premiados por sus partidos en un solaz descanso y cobrando buenos sueldos. A estos partidos, como tantas veces mirando por sus intereses, la eficacia y la rentabilidad de las instituciones pasan a un segundo plano cuando de lo que se trata es de dar de comer a más gente de su entorno.
En cuanto a la elección de sus miembros, podríamos decir que es de lo más antidemocrático que uno pudiera imaginarse. Aquellos que lo son por elección directa contravienen toda idea de proporcionalidad, ya que asigna 4 senadores a cada circunscripción electoral peninsular (independientemente de su población), 3 a las islas mayores, uno a las menores y 2 a Ceuta y Melilla. Si ya de por sí se pone en duda la proporcionalidad en el Congreso de los Diputados, por el valor diferente de cada voto según la residencia, no digamos en lo que respecta al Senado, teniendo en cuenta que luego hay una elección no directa de miembros por parte de los Parlamentos autonómicos. Así es que el atropello antidemocrático se completa con los “senadores designados a dedo” (uno por comunidad autónoma y uno por cada millón de habitantes; elección indirecta que otorga un plus de poder a las fuerzas políticas “ganadoras” en cada proceso electoral autonómico).
En definitiva, con este sistema, los partidos pueden hacer buen uso de “regalos” a sus antiguos miembros que ya van cayendo en la jubilación y que ya no interesa que estén en primera línea. Total, viendo cuáles van a ser sus funciones, a uno de estos premiados se le presenta por delante un plácido retiro con un buen sueldo.
¿Alguien se plantea un Senado que realmente sea el lugar en el que los territorios tengan voz? ¿Alguien se plantea el Senado, cuya posible única forma de justificación sería el que los territorios, en elección proporcional y directa por los ciudadanos, lleven su voz a un lugar común? ¿Alguien no puede suponer que, con un Senado como lugar de discusión de las problemáticas territoriales, se evitarían las famosas reuniones entre el presidente del Gobierno y los de las Comunidades Autónomas?
La verdad es que todo esto le hace a uno pensar que esta institución necesita de una repensada y de un análisis para decidir si, con las funciones actuales, compensa el dispendio económico que esto supone para todos los españoles, o si bien hubiera que modificarlo completamente en cuanto a su composición, formas de elección y funciones.
Como apuntaba el siniestro Steve Bannon: “cuando la situación se complica, lo mejor es llenarlo todo de mierda”, y eso es lo que están haciendo
II El Akelarre
Y ahora, ante tanto despropósito de funciones de tan baja enjundia, entramos en el uso que el PP está haciendo en esta legislatura de esta institución dado que, debido al método de asignación de sus miembros –que le favorece–, posee una mayoría absoluta del mismo.
El Senado se ha convertido, según esto, en el elemento opositor del gobierno de progreso, dada su no posibilidad de mayorías en el lugar en donde nace la actividad legislativa, el Congreso de Diputados. Su labor, lejos de ser colaborativa con el Congreso de los Diputados, se ha convertido en algo obstruccionista. La frase “el que pueda hacer que haga” se ha llevado a algunos elementos de la judicatura y también al Senado, en donde su actividad se limita a torpedear y poner todas las trabas posibles a la acción de gobierno. Las tres funciones expresadas anteriormente de esta institución ahora se han resumido en una: Decir No a todo lo que venga del Congreso de los Diputados, institución real de representación de todos los españoles. Les da igual.
Y ahora viene lo más reciente y que ya es para echar cohetes:
¿Alguien podría decirnos en cuál de estas tres funciones del Senado, mencionadas anteriormente, encaja el akelarre montado el pasado 2 de diciembre y denominado “Red Política por los Valores (Acción por la Cultura y la Vida)”?
El Senado es un lugar que pertenece a todos los españoles (incluidos los que no le ven sentido a esta institución) y, siendo institución de un Estado aconfesional, el Senado ha acogido un cónclave reaccionario y confesional, en este caso un cónclave fundamentalista cristiano. Para llorar.
De los contenidos del evento han dado reseñas todos los medios de comunicación. Esgrimiendo banderolas de “la libertad”, durante la jornada se negaron –con imágenes muy gruesas acuñadas, entre otros, por el gran mago de este akelarre Mayor Oreja– las libertades de la mujer a decidir sobre el control de natalidad y la interrupción del embarazo, se negaron también los derechos familiares de homosexuales (en los dos casos libertades protegidas por la legislación vigente). Este galimatías fue adobado con teorías creacionistas del origen de la vida, con pretensión de imponer esas creencias al conjunto de la población sean cuales sean sus convicciones ateas, agnósticas o religiosas.
Otra guinda al venenoso pastel fue puesta por el representante de la Argentina que preside Milei, cargando contra la enseñanza pública, señalada como el nocivo espacio de adoctrinamiento versus “la libre enseñanza” impartida por los centros de enseñanza privada: alianza perfecta y depredadora entre el nacionalcatolicismo y el neoliberalismo, señas de identidad de las derechas hispanas y sus homólogos internacionales. Como apuntaba el siniestro Steve Bannon: “cuando la situación se complica, lo mejor es llenarlo todo de mierda”, y eso es lo que están haciendo.
Todo eso, que es independiente del color de la fuerza política que logre en el Senado la mayoría absoluta, es más que suficiente para caracterizar el Senado como un pozo de mierda que debe desaparecer, al menos tal y como se concibe ahora.
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Ángel Viviente Core es miembro de la Sociedad de Amigos de infoLibre y miembro del Colectivo de Pensamiento y Debate Crítico. Acacio Puig Mediavilla es artista plástico, miembro de la Asociación Memorialista En Medio de Abril y miembro del Colectivo LoQueSomos.