El ampa de un colegio público paga a la Xunta la mitad de un comedor para que quepan todos los niños

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Miguel Pardo (praza.gal)

En el inicio del curso escolar, el pasado mes de septiembre, familias del colegio María Barbeito de A Coruña alertaron de que alrededor de 40 pequeños se habían quedado sin plaza de comedor. La polémica, que llevó a la recogida de firmas por parte de cientos de familias y a la implicación y mediación del Ayuntamiento ante la Xunta, arrojaba luz sobre el problema real: la falta de espacio en un pequeño comedor que sirve menús para 240 pequeños y que implanta tres tandas para poder acoger todas las solicitudes. 

"Tenemos a todos los niños atendidos, tanto los que tienen plaza por la necesidad de conciliación de los padres, como los que tienen bolsa comedor; lo que no podemos es dar 360 comidas si solo tenemos plaza para 240, hacemos tres tandas y no hay más espacio", explica Óscar Licinio Mourenza, director de un centro situado en O Ventorrillo y que acoge niños y niñas de ese barrio y de A Agra do Orzán, el más populoso de la ciudad y de los de mayor densidad de población de Galicia y del Estado. Un colegio con más de 600 matrículas en este curso. 

El comedor escolar de este centro es uno de los más de 200 que en Galicia gestionan las ampas (asociaciones de madres y padres, que reciben ayuda económica de la Administración para este labor) y que dan servicio a unos 11.300 pequeños. Familias y dirección –y finalmente Educación– coincidieron en la necesidad de una ampliación, usando el espacio de la antigua vivienda del conserje. 

La Xunta decidió, después de todo, cofinanciar la obra, que ya está en marcha. Pagaría el 50% del montante de unos trabajos con un presupuesto que ronda los 22.700 euros, según los detalles de un contrato menor ya licitado. Más de 11.300 euros de los que se hará cargo la Consellería de Cultura, Educación, FP y Universidades. ¿Y quién paga los 11.355,91 restantes? El ampa del centro, según un acuerdo al que llegó el Gobierno gallego con la asociación de madres y padres de este colegio coruñés. "Esta colaboración es fruto de un acuerdo con la dirección del centro y con el ampa", confirma la Consellería, que recuerda que el Ayuntamiento de A Coruña "también podría colaborar si así lo estima".

"Es impresentable", resume Rogelio Carballo, presidente de Confapa Galicia, la confederación de ampas en Galicia. "No se puede hacer responsables a las familias del abandono de los centros o de sus necesidades; es responsabilidad de la Consellería tener adaptados los espacios... Solo faltaría que las ampas tuviesen que encargarse de las reformas de los comedores", explica, mientras no oculta su sorpresa. "Y si la asociación no tuviese dinero, ¿queda sin comedor? ¿Y si hiciese falta una caldera o un ascensor? ¿También lo paga el ampa?", se pregunta. 

"No es lo normal pero, por desgracia, es la forma que las ampa encuentran a veces para agilizar obras y resolver los problemas rápido", explica María José Ferreño, presidenta de la Federación Provincial de Centros Públicas de A Coruña (Fedapas Coruña). A pesar de los intentos, este medio no pudo hablar con el ampa del centro, de cuyo posible silencio ya habían advertido fuentes del movimiento asociativo en los colegios.

La obra está en marcha y la previsión de la Consellería es que acaben ya en el próximo mes de enero. "Ahí lo tienes —explica Ferreño—, si no se hubiese llegado a este acuerdo, posiblemente todavía no estaría ni licitada. Esta es la realidad", añade. "Hay ampas que asumieron obras para cambiar las ventanas u otros trabajos; no es que sea lo más habitual, pero en muchos casos se hace por evitar la tardanza que provocan las discusiones entre administraciones sobre quién tiene la competencia", cuenta quien reconoce el impropio de estos gastos para las asociaciones de madres y padres, pero que llega a entender que se asuman. 

"Las ampas no están para financiar ninguna obra; es gravísimo y el propio consejero debería manifestarse", dice Carballo, desde la Confapa. "Asumimos responsabilidades que no nos competen, desde la gestión de comedores hasta otros muchos labores, pero lo mínimo es contar con espacios y recursos adecuados", dice indignado. 

"Es un círculo vicioso: la Consellería concede subvenciones a las ampas para que gestionen comedores y estas acaban utilizando este dinero para obras como esta", explica el director del CEIP María Barbeito. Desde el departamento que dirige Román Rodríguez se advierte también de la "financiación" que la Xunta realiza de estas asociaciones a través de ayudas. 

"Este año se incrementaron las ayudas a las ampas que gestionan comedores escolares, hasta llegar a los 1,6 millones de euros, un 33% más que en el curso 2022/23 y casi el triple del importe que se destinaba a esta línea de ayudas antes de la pandemia", explica la Consellería. Ayudas para ampas que gestionan 203 comedores escolares de centros públicos, modelo diferente a los de los 417 que gestiona directamente la Xunta (con más de 60.000 usuarios) o de los 49 de gestión municipal -con unos 4.700 comensales- que la Administración autonómica financia a través de convenios con 14 ayuntamientos. 

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"No debería ser así, pero casi prefiero que sea el ampa quien gestione y controle el comedor de mis hijos que depender directamente de la Xunta; no me fío", cuenta una madre que colabora en la asociación del colegio de sus pequeños. 

En los casos que ella conoce, las ampas tiran de las ayudas de la Xunta para obras menores (mobiliario, pequeños arreglos...), material o incluso para subvencionar parte del menú a familias que quedan sin bolsa. No es habitual que sirvan para financiar la ampliación de un comedor. "Hay quien prescinde de actividades y de otras posibilidades cuando asume trabajos importantes", añaden otras fuentes asociativas. 

"Las ampas nos vemos obligadas muchas veces a hacer más cosas de las que deberíamos: llevamos muchos comedores, servicios de madrugadores... Tenemos que suplir la falta de servicio de las administraciones", advierte Ferreño, de Fedapas Coruña, que recuerda que estas asociaciones están compuestas por "padres y madres voluntarios". "Hacemos gratis un trabajo que vale mucho más", acaba Rogelio Carballo, de Confapa. Entre sus funciones, ahora también y por lo menos en este caso, pagar a escote las obras para ampliar un comedor. 

En el inicio del curso escolar, el pasado mes de septiembre, familias del colegio María Barbeito de A Coruña alertaron de que alrededor de 40 pequeños se habían quedado sin plaza de comedor. La polémica, que llevó a la recogida de firmas por parte de cientos de familias y a la implicación y mediación del Ayuntamiento ante la Xunta, arrojaba luz sobre el problema real: la falta de espacio en un pequeño comedor que sirve menús para 240 pequeños y que implanta tres tandas para poder acoger todas las solicitudes. 

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