La última vez que se recuerdan inauguraciones de hospitales a bombo y platillo en la Comunidad de Madrid corría el año 2007. Por aquel entonces, Esperanza Aguirre había convertido el levantamiento de centros semiprivatizados en uno de los ejes de su gestión sanitaria. Por eso, la líder del Ejecutivo madrileño se tiró de cabeza a inaugurar edificios sin que ni siquiera estuvieran terminados. Una estrategia –descubierta– que dejó crónicas para la posteridad. Como cuando presentó el Hospital del Tajo con personas a las que se había prestado una bata y ni siquiera formaban parte de la plantilla. O como cuando se hizo fotografías en el Hospital de Parla o en el de Coslada –que llegó a inaugurar dos veces– con máquinas sanitarias que, una vez finalizado el acto, desaparecían de la escena en un camión. Ahora, una década después, es Isabel Díaz Ayuso la que recoge aquel testigo con la presentación al mundo este martes de su Hospital Enfermera Isabel Zendal. Una “apertura” que, de nuevo, será fantasma. Por el momento, no hay previsión de que se empiecen ya a trasladar pacientes ni tampoco se ha comunicado a los profesionales que tengan que estar en un centro del que, por el momento, se desconoce la factura total.
Lo que sí está fuera de toda duda es que el Ejecutivo madrileño tiene intención de vender la inauguración a bombo y platillo. No hay más que echar un vistazo a las previsiones enviadas desde la Dirección General de Medios de Comunicación de la Comunidad de Madrid. Como regla general durante la pandemia, prácticamente todos los actos de los miembros del Gobierno regional van acompañados del siguiente mensaje: “Debido a la situación sanitaria por covid-19 y para el cumplimiento de las medidas de seguridad vigentes, el acto tiene cobertura gráfica en pool y se emitirá por streaming”. Pero este martes, la situación en Valdebebas será diferente, lo que refleja la importancia que desde la Puerta del Sol se da a un acto de “apertura” al que, incluso, se ha invitado al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que no acudirá por problemas de agenda. Además de las cámaras, en esta ocasión podrán acudir redactores, a los que ya se ha facilitado un dossier informativodossier en el que se resaltan todas las virtudes del nuevo hospital de pandemias. Incluso la presidenta ofrecerá una rueda de prensa desde el interior del centro que será retransmitida en directo.
El clásico corte de la cinta llegará un mes más tarde de lo previsto –en un primer momento se había fijado noviembre en el calendario–. Sin embargo, los sindicatos explican que lo que se verá no será una apertura. “Lo que se va a hacer es, simplemente, vender una imagen”, dice Sergio Fernández, portavoz del área sanitaria madrileña de CCOO. Coincide con él Julián Ezquerra, secretario general de Amyts: “Es, simplemente, la inauguración formal de un edificio. Un hospital así no se abre de la noche a la mañana. Cuando llegan los profesionales, es necesario un periodo de rodaje en el que se comprueba que todo funciona correctamente”. De hecho, Fernández cree que este acto seguirá la estela que dejó Esperanza Aguirre allá por 2007, cuando se llevaban a los centros incubadoras o sistemas de radiología digital que, una vez hecha la pertinente fotografía, desaparecían del edificio. Cuando aquello trascendía, la presidenta decía que no era una inauguración sino una visita a “las obras culminadas”. “El Zendal parece que va a seguir el mismo guion”, señala el portavoz de CCOO.
Y lo dice porque, a pocas horas de que se presente al mundo, una de las pocas cosas que parece que tienen claro es que este martes en Valdebebas ni habrá pacientes ni tampoco profesionales. Es más, una hora y media después de la “apertura” del centro, los sindicatos están convocados por la Consejería de Sanidad a una nueva reunión monográfica de la Mesa Sectorial con un único punto a la vista: “Procedimiento de adscripción al Hospital Isabel Zendal” –además de ruegos y preguntas–. De momento, lo que se sabe es que de los 669 profesionales con los que está previsto que comience a andar el segundo pabellón del centro, sólo se han conseguido 111 voluntarios –el 16,5%– que cumplen con los perfiles requeridos. Sin embargo, de los 558 puestos restantes, que el departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero piensa cubrir a través de traslados forzosos de aquellos sanitarios contratados como refuerzo para la época de pandemia, todavía no saben nada. Este diario se ha interesado por esta cuestión a lo largo del lunes. Pero, a cierre de esta edición, todavía no ha recibido respuesta al respecto por parte de Sanidad.
“No se ha dicho nada a nadie”
A Julián Ordóñez, secretario de Sanidad de UGT, ni siquiera le consta que desde las direcciones de los centros de origen se haya dado ya alguna orden a los voluntarios para que este martes se presenten a las puertas del Enfermera Isabel Zendal. “No se ha dicho nada a nadie”, explica. Tampoco tienen noticias de ello ni en CCOO ni en Amyts. “A estas horas, en ninguno de los hospitales nos consta que haya previsión de que los profesionales tengan que ir mañana al centro”, apunta Fernández. De hecho, continúa, tampoco está contemplado que se vayan a trasladar pacientes. En este sentido, lo que se conoce es que el plan de Ruiz Escudero y su equipo pasa por llevar “desde las urgencias” a enfermos en “situación estable y de poca gravedad”. Es decir, que no se derivarán aquellos que estén ya ingresados. Sin embargo, Ezquerra explica que todavía, a día de hoy, hay flecos no atados. “No sabemos si estos traslados van a ser voluntarios y si es necesario que el paciente lo autorice. No entenderíamos, de ninguna manera, que se les pudiese obligar”, apunta.
El hospital de pandemias, un proyecto que se comenzó a concretar en junio, está conformado por tres enormes pabellones de 10.500 metros cuadrados, además de un Centro Logístico Sanitario, pensado para funcionar como almacén y que la presidenta Ayuso llegó a ofrecer como edificio centralizado para guardar la vacuna contra el coronavirus en España –un ofrecimiento del que no se ha vuelto a hablar–. Lo que se presenta al mundo este martes es, concretamente, el segundo pabellón, el central, que contará con 240 camas de hospitalización y 48 puestos de UCI –en total, la Comunidad de Madrid cifra en 1.056 el número de camas totales con las que contará cuando esté concluido–. Sin embargo, a pocas horas de que la parcela –todavía en obras– de Valdebebas se convierta en el epicentro mediático de la región, algunos obreros han negado a La Sexta que todo estuviese a punto. “Mañana no está la cosa para entrar”, decía uno de ellos. “Aquí no hay habitaciones. Esto es un solar lleno de camas”, explicaba otro. “Ni siquiera tengo claro que pueda estar a pleno rendimiento antes de que finalice el año”, comenta Fernández.
Los sindicatos, explican, tampoco conocen el plan funcional del centro. Es decir, el documento en el que se establece el equipamiento tecnológico necesario o qué plantilla se necesitará para gestionar el nuevo hospital, información que se puso negro sobre blanco, por ejemplo, en la construcción de los centros semiprivatizados de Aguirre y que todavía se puede consultar en el Portal de la Contratación de la Comunidad de Madrid. “Nos dijeron que se estaban elaborando”, dicen desde CCOO. De hecho, de momento sólo se conoce el personal que calculan que será necesario para el normal funcionamiento del segundo pabellón –hasta ahora no se ha dado una cifra de trabajadores totales que va a tener el Zendal–. Además, también están pendientes de que desde la Consejería de Sanidad se les facilite otra información adicional relacionada con el centro. El pasado viernes, desde Comisiones Obreras reclamaron por carta al departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero los planes de emergencias, evaluación de seguridad y prevención de riesgos. También los han exigido desde UGT y desde Amyts. Por el momento, sin respuesta.
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Ni siquiera, a escasas horas de su inauguración oficial, se conoce exactamente el coste al que asciende la joya de la corona de Ayuso, que desde la Comunidad de Madrid comparan en su dossier informativo con el centro de pandemias que se levantó en la ciudad china de Wuhan durante la primera ola. El “primer hospital de emergencias de uso permanente de estas dimensiones” y “tan cercano a un aeropuerto”, como presume el Ejecutivo regional en el folleto repartido a los medios, se presupuestó en un primer momento por unos 50 millones de euros. Su construcción se adjudicó a 14 empresas –Ferrovial, Dragados o Sacyr, entre otras–. Sin embargo, el coste de las obras se terminó duplicando. Al final, sólo levantar el cascarón ha costado a las arcas públicas 100 millones de euros. Un sobrecoste que el Gobierno madrileño achaca a “la introducción de una serie de mejoras inicialmente no previstas”: la superficie ha pasado de 56.000 metros cuadrados a 80.000, se ha incrementado en otros 2.000 metros cuadrados el edificio de usos múltiples, se ha incrementado la altura del Centro Logístico Sanitario para su robotización, se ha reforzado la instalación de climatización y ventilación…
Pero la factura real será mucho más abultada. A la construcción hay que añadir otros siete contratos más por servicios de diseño, establecimiento de normativa, certificación, dotación, instalación, configuración, puesta en marcha e implementación de las soluciones de comunicaciones y las concernientes a la habilitación de los puestos de empleados públicos por un total de 2,21 millones de euros. Más la seguridad, que ya se ha adjudicado durante los próximos seis meses por algo más de 800.000 euros a Ariete Seguridad, la empresa familiar de una exconcejala del PP en el Ayuntamiento de Alcorcón. Sin embargo, no es el único servicio que el Ejecutivo regional piensa poner en manos del sector privado. También está previsto que se haga lo propio con la restauración, la limpieza o la gestión de residuos. Sin embargo, a escasas horas de la apertura del centro, nadie sabe nada de esas licitaciones. Ni aparecen en el Portal de la Contratación de la Comunidad de Madrid ni los sindicatos tienen constancia de ellas. Este diario cuestionó por ello a la Consejería de Sanidad. Al cierre de esta edición, no se ha recibido ninguna respuesta.
Otra pregunta que se hacen CCOO, UGT o Amyts tiene que ver con el futuro del centro. En un primer momento, el Enfermera Isabel Zendal se vendió como un hospital polivalente pensado, principalmente, para hacer frente a pandemias como la actual u otro tipo de emergencias sanitarias. Sin embargo, en los últimos meses se ha comenzado a deslizar la idea de que también podría utilizarse para atender otras patologías o para descongestionar la sanidad madrileña en función de las necesidades. Lo que está claro, y así lo vende la Comunidad de Madrid, es que será un centro permanente. Lo que los sindicatos no tienen claro, sin embargo, es con qué plantilla. Sin apenas voluntarios, todo hace pensar que el grueso del funcionamiento del hospital va a recaer sobre los hombros de los miles de sanitarios que fueron fichados como refuerzo para la pandemia. Pero estos trabajadores están contratados de forma temporal. Y, de momento, hasta el próximo 30 de junio. “Cuando ya no haya una crisis sanitaria, ¿para qué se va a utilizar este hospital? Y, sobre todo, ¿con qué recursos humanos se va a mantener en funcionamiento? ¿Se le va a dar la gestión a una empresa privada?”, se pregunta Ordóñez. Preguntas y más preguntas a pocas horas de que se corte la cinta.