El pasado lunes 9 de marzo arrancaba una de las semanas más duras en la historia reciente de España. Iba a culminar con la declaración del estado de alarma motivado por el imparable avance del coronavirus. Ese día, Inés Arrimadas se despertaba siendo presidenta de Ciudadanos, con plenas funciones al haberse impuesto en las primarias del partido a Francisco Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León. El puesto que dejó vacante Albert Rivera, tras el batacazo electoral del 10N, que llevó a la formación naranja a los diez escaños en el Congreso, ya está cubierto.
El grueso del proceso congresual pilló al partido naranja en medio del adelanto electoral en Galicia y Euskadi, con Arrimadas erigiéndose en la máxima defensora de buscar pactos con el Partido Popular para lograr candidaturas de coalición, Al final, sólo fue posible en el País Vasco. Los críticos, encabezados por el propio Igea, no ocultaron su enfado por ese acercamiento al partido de Casado. Ahora, el aplazamiento de las elecciones y un contexto político en el que la crisis sanitaria lo engulle todo, ha permitido a Arrimadas marcar distancias con la formación conservadora.
Su gesto más contundente ha sido el de ofrecer al Gobierno de Sánchez apoyo a unos presupuestos de emergencia en los que se incluyen una serie de condicionantes que conducirían a que su partido votase a favor, como la renuncia a la subida de impuestos. Lo hizo el jueves 12 de marzo, cuando no llevaba ni una semana en el cargo.
Con este movimiento, Arrimadas lanzaba dos mensajes: uno en clave interna y otro puertas afuera de Cs. En clave interna, el ofrecimiento rompe la cadena o, al menos supone un parón, en la búsqueda del Partido Popular como socio preferente.
Cuestión de "responsabilidad"
Cs cogobierna con el PP en la Comunidad y en el Ayuntamiento de Madrid, en Región de Murcia, en Castilla y León y en Andalucía. Tampoco pasa inadvertido que la desbandada de cargos de Cs antes del descalabro electoral de Rivera tuvo como principal sustento el enfado por el acercamiento al PP y a Vox y por no haber sido un actor clave a la hora de evitar que se repitiesen las elecciones. Rivera, coinciden sus críticos, acarició ser vicepresidente del Gobierno tras las elecciones de abril y optó por tirar su carrera política por la borda.
El gesto de los Presupuestos ha sido bien recibido en la formación naranja. Es una cuestión de "responsabilidad", más allá de cualquier otro planteamiento político.
En clave externa, la líder de Cs pone en cuarentena las opiniones de todos aquellos que consideran que su futuro es converger con el PP de cara a las próximas elecciones generales, en línea con la "refundación" del espacio de la derecha a la que se comprometió Pablo Casado cuando tomó el relevo de Mariano Rajoy al frente del PP.
El PP esquiva la cuestión de los Presupuestos
De hecho, en el PP no ha sentado nada bien que Arrimadas ponga ahora en el foco la cuestión de los Presupuestos. Consideran que en una situación como la actual es "imposible" sentarse a elaborar cualquier documento o borrador porque no se sabe hasta dónde va a llegar la crisis económica y social que ocasione la pandemia. "No es el momento de tener este tipo de debates", señalan fuentes del PP. No obstante, recuerdan que, mucho antes de que Arrimadas pusiera sobre la mesa estas cuentas de emergencia, Casado ya había puesto sobre la de Pedro Sánchez en Moncloa un buen número de pactos de Estado y la posibilidad de sacar adelante las cuentas públicas si dejaba a un lado los pactos con los independentistas.
Este miércoles, en el Pleno en el que Pedro Sánchez infomó a los grupos parlamentarios sobre los detalles del decreto de alarma y otras medidas para atajar la crisis sanitaria, Ciudadanos tomó la decisión de no acudir. Habían solicitado que esta sesión extraordinaria se realizara de forma telemática para reducir el riesgo de contagios y la Cámara Baja descartó esa opción. Pero la idea de presentar unos Presupuestos cuando pase lo peor de la crisis fue uno de los ejes del discurso del presidente del Gobierno. Y tuvo poca acogida en el resto de grupos de la Cámara.
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Pero al término del pleno, en una intervención en directo desde su casa, Arrimadas recalcó la importancia de "recuperar el tiempo perdido". Y en esta línea, mantuvo que seguirán ofreciendo su respaldo y su "lealtad" al Gobierno, además de seguir dispuestos a apoyar unos Presupuestos "de emergencia nacional".
"Los partidos con sentido de Estado, serios y leales en un momento como este, demostramos que nos importa muchísimo más nuestro país que nuestro partido", sostuvo. A su juicio, cuando se supere esta situación, los españoles juzgarán la actuación del Gobierno y de la oposición y "ya habrá tiempo para dirimir responsabilidades".
Ese "ya habrá tiempo para dirimir responsabilidades" también lo entona ahora el líder del PP, pese a su durísima reacción inicial al Consejo de Ministros en el que se decretó el estado de alarma. Llegó a decir que Sánchez y los suyos no habían estado a la altura y que el retraso a la hora de tomar medidas había sido clave para la propagación del virus. En esto, Arrimadas también se distanció de los conservadores.
El pasado lunes 9 de marzo arrancaba una de las semanas más duras en la historia reciente de España. Iba a culminar con la declaración del estado de alarma motivado por el imparable avance del coronavirus. Ese día, Inés Arrimadas se despertaba siendo presidenta de Ciudadanos, con plenas funciones al haberse impuesto en las primarias del partido a Francisco Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León. El puesto que dejó vacante Albert Rivera, tras el batacazo electoral del 10N, que llevó a la formación naranja a los diez escaños en el Congreso, ya está cubierto.