Durante la única moción de censura que ha triunfado en nuestra democracia, la del bolso en el escaño de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez repitió 35 veces la palabra “corrupción” en su discurso. La regeneración democrática que representaba, ante la demoledora sentencia de la Gürtel, ha sido siempre la gran bandera de su Gobierno. Al menos, hasta el caso Mediador. Este escándalo de “corrupción cutre”, como ha dicho Alberto Núñez Feijóo, cuyo kilómetro cero se sitúa en Canarias, parece amenazar la imagen del ejecutivo.
A tres meses de las elecciones autonómicas y municipales, la corrupción se ha convertido en el arma arrojadiza perfecta entre el Gobierno y la oposición. El PP aprovecha este tema para desviar la atención de sus propios escándalos y de sus veinte años de financiación ilegal. El PSOE, por su parte, intenta lidiar con la crisis y sacarle los colores con los casos que han marcado estos últimos años como la trama Kitchen. ¿Por qué desde la política se utiliza este doble rasero para medir la corrupción? ¿Qué consecuencias tiene que el discurso del “y tú más” se instaure en un tema tan delicado y que afecta tan directamente a la salud democrática?
Esta semana, el goteo de informaciones sobre el exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes, el Tito Berni, ha sido constante: supuestas comisiones y extorsiones a empresarios, cocaína, prostitutas, comilonas en restaurantes de lujo, dinero oculto en una caja de zapatos... Las imágenes de una España que pensábamos que ya no existía han corrido como la pólvora en redes sociales. Todo esto, ha coincidido en el tiempo con la imputación del exministro del Interior de Rajoy, Jorge Fernández Díaz, para el que Anticorrupción pide quince años de cárcel.
Equilibrar la balanza
Parece que la estrategia que está siguiendo el PP es la de equilibrar la balanza. Es decir, intentar instaurar en los ciudadanos la idea de que el caso Mediador es tan grave y relevante como los suyos y que todos son igual de corruptos. “En realidad, estamos hablando de cosas que no tienen nada que ver”, explica Joan Navarro, socio de la consultora Llorente y Cuenca, “ni en volumen, ni en daño al Estado, ni en abuso de posición de autoridad, pero la mayoría de la gente no se dedica a leer el contenido de las noticias sino que sobrevuela por los titulares”.
Los populares han posicionado el caso Mediador como el gran tema con el que desgastar a Pedro Sánchez y ya han registrado en el Congreso una comisión de investigación. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aseguraba hace unos días en Barcelona que este caso haría caer al Gobierno. “El PP le está sacando bastante beneficio a este asunto que, aunque obviamente es reprobable, está muy localizado. Le viene bien que, aunque sea generando dudas, se asocie directamente al PSOE y al Ejecutivo”, añade Navarro.
Los peligros del “y tú más”
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La corrupción es uno de los temas que históricamente han provocado más desafección, desencanto y desconexión entre la política y los ciudadanos. Porque dispara directamente a la credibilidad y a la confianza en nuestro sistema. “Con el discurso del "y tú más" la gente percibe que todos los partidos son iguales y eso hace un flaco favor a la democracia”, opina el profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra, Jordi Rodríguez Virgili. Esta fatiga informativa se está cronificando. Así lo constataba, hace unos meses, el Digital News Report del Instituto Reuters: siete de cada diez internautas españoles evitan las noticias.
Entonces, ¿cómo se debería afrontar desde la oposición una crítica justificada y necesaria ante un caso con todavía tantas incógnitas como el Mediador? “Todos los partidos deberían denunciar con exactitud, información, precisión y rigor cuáles son exactamente las corruptelas de unos y otros y separar el grano de la paja”, concluye Virgili. Estos días, sin embargo, la brocha gorda lo pinta todo. “En términos de marca puede que al PP le esté funcionando bien esta estrategia, pero parece que tiene poca capacidad para movilizar a los convencidos”.
El vértigo de la actualidad política de estas próximas semanas, con la moción de censura de Ramón Tamames —la sexta en la historia de la democracia y la cuarta desde 2017— condicionará la trascendencia real de este asunto y si tiene recorrido en el futuro electoral que se avecina.
Durante la única moción de censura que ha triunfado en nuestra democracia, la del bolso en el escaño de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez repitió 35 veces la palabra “corrupción” en su discurso. La regeneración democrática que representaba, ante la demoledora sentencia de la Gürtel, ha sido siempre la gran bandera de su Gobierno. Al menos, hasta el caso Mediador. Este escándalo de “corrupción cutre”, como ha dicho Alberto Núñez Feijóo, cuyo kilómetro cero se sitúa en Canarias, parece amenazar la imagen del ejecutivo.