La dirección del PSOE incendia otra vez el avispero madrileño a pocos meses de las generales

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Vuelo corto el de Antonio Miguel Carmona como candidato socialista al Ayuntamiento de Madrid y más aún como portavoz. El caramelo le ha durado menos de un año. Fue en octubre de 2014 cuando consiguió la banda de la nominación en unas primarias sin avales, bien pertrechado por el respaldo de la dirección regional, entonces en manos de Tomás Gómez, y de la cúpula federal, entonces y ahora en poder de Pedro Sánchez. Centenares de actos, segundos y segundos consumidos en tertulias de televisión y una intensa campaña no le sirvieron para devolver al PSOE a la Alcaldía, 26 años después. Se hundió él y se hundió el partido. Y ahora, a los 71 días de las elecciones del 24-M, pierde la portavocía del grupo en favor de su compañera Puri Causapié, miembro de la ejecutiva de Alfredo Pérez Rubalcaba. Aunque no se va, le echan como portavoz, sigue como edil y rechaza ser senador. Fuego a poquísimos meses de las generales. 

El PSOE devora y devora candidatos sin que llegue a saber tocar la tecla. Y sin esperar a descubrirlo. Porque Carmona es el quinto aspirante sucesivo que pierde en las urnas y no repite, tras Fernando Morán (1999), Trinidad Jiménez (2003), Miguel Sebastián (2007) y Jaime Lissavetzky (2011). Pero su cese también saca a flor de piel las tensiones internas dentro de un territorio siempre agreste y complicado para Ferraz: la Federación Socialista Madrileña, luego Partido Socialista de Madrid (PSM) y, desde el pasado viernes, cuando asumió las riendas la nueva secretaria general, Sara Hernández, PSOE de la Comunidad de Madrid (PSOE-M)

Pedro Sánchez ya agitó las aguas del convulso socialismo madrileño el pasado 11 de febrero. Convocó a su Comisión Permanente, a su núcleo duro, y procedió a la destitución de Tomás Gómez como jefe de filas del PSM y como candidato a la Presidencia de la Comunidad. Aquello se interpretó como lo que fue: un golpe de autoridad del secretario general, justo tras unas semanas en las que se habían notado muescas en su liderazgo, para intentar cambiar la suerte electoral del partido situando como cabeza de cartel a un no militante, al exministro Ángel Gabilondo. Gómez intentó rebelarse. En un primer momento, y rodeado de buena parte de sus fieles (y también Carmona), buscó frenar la imposición de Ferraz.

No pudo. Sánchez le ganó el pulso: la gestora, presidida por Rafael Simancas, hizo el trabajo de apaciguamiento y consiguió sacar adelante la propuesta de Gabilondo. Sin primarias. El partido se reacopló y se realineó rápidamente con Ferraz (también Carmona). Pesaba la cercanía de los comicios y la expectativa de obtener un buen resultado electoral, bloqueando el paso a una nueva mayoría absoluta del PP. El PSM calló, pero todos sabían que se pasaría factura a Ferraz si el 24-M iba mal

Resultados agridulces

Y el 24-M se dio regular. Gabilondo sí logró mejorar los resultados de Gómez de 2011, subiendo un escaño en la Asamblea, hasta 37. Pero el pequeño crecimiento no sirvió para arrebatar el Gobierno a los conservadores que, apoyándose en Ciudadanos, pudieron mantenerse en el poder. Esta vez, con Cristina Cifuentes al frente. Sí se recuperaron alcaldías de peso, del tradicional cinturón rojo y del corredor del Henares, como Móstoles, Getafe, Leganés, Coslada y Alcalá, y se aumentó notablemente la cuota de poder. Pero en el Ayuntamiento de Madrid ocurrió la debacle. El PSM cayó de segunda a tercera fuerza, por debajo del PP y de Ahora Madrid. De 15 a 9 concejales. 249.152 votos, el 15,28%, por los 416.078 sufragios (el 25,70%) que recogió Gabilondo en la capital. La diferencia era abultada entre Carmona y el exministro: 166.926 papeletas y diez puntos más a favor de la apuesta personal de Sánchez

El apoyo de Ferraz a Carmona fue menguando con el paso de los meses. De considerarlo "el mejor candidato" y pensar que tiraba del cartel electoral (más que Gómez) a ver cómo caía en los sondeos y verlo casi como un lastre. En la campaña hubo roces. Sánchez se volcó con Gabilondo y recelaba del estilo del aspirante al Ayuntamiento. De hecho, trascendió un choque por el ansia de protagonismo del candidato y el trato dispensado por el federal en la Convención Municipal, celebrada en abril. Este mismo lunes, el hasta ahora portavoz se quejaba de la falta de medios y de aliento que sufrió durante su campaña. Y aunque Carmona intentaba nadar y guardar la ropa –o sea, reivindicar su amistad con Gómez y su lealtad al federal–, Ferraz nunca acabó de fiarse de él. 

La caja de los truenos de la federación madrileña volvió a destaparse con crudeza en la última semana. La regidora de Getafe, Sara Hernández, la aspirante impulsada por Ferraz, la favorita que contaba con el respaldo de los alcaldes de las ciudades más potentes, se impuso al diputado regional Juan Segovia, con marcadas ligazones con el tomasismo. Ganó con el 57,51% de los votos de los militantes en unas primarias internas de escasísima participación (42,59%). Y aunque se tiró toda la campaña reivindicándose como la candidata de la "unidad", la foto final destruyó esa imagen. El viernes pasado, en un congreso extraordinario convulso, logró sacar adelante su ejecutiva por sólo un 55,44%, un porcentaje menor que el recabado por la última dirección de Tomás Gómez, en marzo de 2012 (75%). No integró a Juan Segovia ni a los suyos: se negaron a entrar al no aceptar Hernández ninguna de sus propuestas programáticas. El lema del cónclave, Sumando fuerzas, se volvió contra la nueva líder como un bumerán. No había sumado apoyos. Los había perdido incluso

Carmona, en este proceso precongresual, había intentado quedar al margen, sin apoyar a Hernández a las claras pero sin ponerse del lado del perdedor, Juan Segovia. Jugó a la equidistancia. Táctica de supervivencia de Carmona.

Carmona se revuelve

Las brasas del PSM –rebautizado como PSOE-M– ya estaban encendidas. Y la decisión de destituir a Carmona no hizo sino avivar el fuego. En realidad, con la maniobra Ferraz pretendía cerrar el círculo que abrió en febrero. Era la segunda parte de la operación de ajusticiamiento, manu militari, de Gómezmanu militari. La mujer que esta vez encarna el relevo, Puri Causapié, es una dirigente que cuenta con la plena confianza de Hernández y Sánchez, menos dada al protagonismo mediático. La nueva líder del PSOE-M la incluyó en su ejecutiva regional como secretaria de Coordinación de Madrid ciudad. Su ascenso estaba cantado. 

El excandidato al Ayuntamiento lo atribuyó este lunes a una vendetta "interna",vendetta a la voluntad del federal y del regional de ajustar cuentas con él por su amistad declarada, "con la cabeza alta", con Gómez y Segovia, y la intención de Ferraz de "tomar el control" por la fuerza de una federación siempre rebelde. En definitiva, que el 55% que ganó el cónclave quería "prescindir" de la oposición del 44%. 

Enrique Rico, nuevo secretario de Organización del PSOE-M, este 3 de agosto tras anunciar la destitución de Antonio Miguel Carmona | EFE

Su pataleta no tuvo efectos prácticos: la ejecutiva le desbancó y el grupo municipal lo respaldó. Dividido, eso sí. Según fuentes del grupo consultadas por infoLibre, cinco ediles votaron a favor del acuerdo de la cúpula –Mercedes González, Ramón Silva, Nacho Benito, Carlota Merchán y la sustituta, Puri Causapié– y tres en contra –el propio Carmona, Mar Espinar (su jefa de campaña y secretaria de Organización en la agrupación en la que él milita, Chamberí) y Chema Dávila (líder socialista de Centro y apoyo de Segovia)–, ya que el último concejal, Ransés Pérez Boga, inspector de Hacienda fichado por el candidato, no pudo votar al no ser militante, aunque apoyó a su hasta ahora jefe. Carmona seguirá con su acta en el Ayuntamiento. Rehusó convertirse en senador. Se lo había ofrecido Hernández. Él lo rechazó porque no tiene "precio".

La ejecutiva del PSOE-M, en boca de su secretario de Organización, Enrique Rico, defendió que la decisión era política, y no "personal", achacable a los malos resultados electorales en la capital el 24-M. La dirección federal comparte el criterio. Ya desde los comicios, reconoció que tenía un problema en las grandes ciudades, fundamentales para cimentar la victoria socialista, y que había que meter mano lo antes posible. La primera de la lista era Madrid, la capital cuyo control ha escapado del PSOE desde 1989. 

El estupor cundía en el partido y entre los concejales que incluso apoyaron a Hernández en el proceso precongresual. "Siempre que cambia la dirección, se revisa la dirección de los grupos institucionales. Lo hizo Pedro el año pasado en el Congreso, en el Senado y en el Parlamento Europeo, por ejemplo. Pero, dicho esto, hay maneras y maneras. Antonio es un dirigente muy querido, y ha trabajado mucho. Habría que haber hablado con él de otra manera, no que se enterase de la noticia por la Ser, y haberle ofrecido un espacio. No un escaño de senador", asegura una edil socialista. Se niega sin embargo a pensar que se haya actuado por "venganza", porque "él sabía que estaba muy desgastado". La gestora de Simancas ya discutió su relevo, pero no dio el paso porque tenía que hacerlo, en su caso, una dirección elegida en un congreso.

La decisión sorprendió por la rapidez, apenas tres días después del congreso, en pleno mes de agosto, y también porque aún no se habían cerrado las heridas del congreso extraordinario. Un movimiento arriesgado, cuando menos, a pocos meses de las generales. 

Baile de candidatos

El control del PSM se le tuerce a Sánchez. Ahora queda más claro aún que todo dependerá del resultado de las legislativas. Si es malo, la batalla se recrudecerá. De hecho, los de Segovia (y los tomasistas) ya afirmaban el viernes que ya había comenzado la lucha por el liderazgo de los socialistas madrileños en el congreso ordinario, previsto para después de las elecciones. 

Las luchas intestinas han sido el acompañante clásico de un partido ayuno de poder institucional –especialmente, de la plataforma de la Comunidad de Madrid– desde hace dos décadas. De la época de la mesa camilla, donde el reparto de poder se guisaba entre las diferentes familias, pasó al trauma del tamayazo y al polémico liderazgo de Gómez. Elegido primero por José Luis Rodríguez Zapatero, pero luego enfrentado a él en cuanto le puso enfrente como rival a Trinidad Jiménez en las primarias de 2010. Gómez se revolvió igualmente contra Alfredo Pérez Rubalcaba, cómodo en su traje de barón díscolo. En 2014, en coordinación los otros secretarios territoriales y siguiendo la flecha de Susana Díaz, apoyó a su otrora enemigo Pedro Sánchez y frente a Eduardo Madina, y se integró incluso en su ejecutiva como vocal. Los tiempos felices acabaron muy pronto, en cuanto el secretario general comenzó a maniobrar en su contra hasta tumbarlo. Claro que el PSM era de las federaciones que orbitaban en torno a Andalucía y dudaba del liderazgo de Sánchez. 

La consecuencia directa de la expeditiva primera medida de Hernández es la visualización (más aún) de la división en el PSOE-M. Y el recado que se envía al electorado de que Carmona, definitivamente, no repetirá como candidato en las próximas municipales, un fin que era previsible vistos sus datos del 24-M. Los socialistas no logran consolidar a ninguna de sus apuestas desde hace dos décadas. Después de Juan Barranco, el último regidor socialista y candidato entre 1987 y 1995, todos sus aspirantes caen antes de que puedan optar a un segundo asalto. Pasó con Fernando Morán (1999) o con Trinidad Jiménez (2003), reclamada por Zapatero como secretaria de Estado. Miguel Sebastián ni siquiera llegó a recoger su acta de concejal. Jaime Lissavetzky (2011) tuvo que retirarse en la campaña interna de 2014 ante la falta de apoyos, vencido por Carmona.

La clave del equipo municipal

Carmona contra Carmena

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En la inesperada decisión del PSOE-M hay que pensar en otra clave: la estabilidad del Gobierno municipal. Ferraz apoyó votar a favor de la investidura de Manuela Carmena (Ahora Madrid) como alcaldesa, pero vetó que el partido pudiese entrar en el Ejecutivo local. Al menos, por ahora. Carmona sí tenía una predisposición mayor a incorporarse al equipo de la alcaldesa, y así lo reiteró este lunes. Acató no obstante la directriz federal.

Hernández ha venido criticando en los últimos días la "descoordinación" del Gobierno de Ahora Madrid, como defendió en su campaña que no era partidaria de que los socialistas se integrasen en él. Carmona ha subrayado, por el contrario, su "coincidencia al 90%" con Carmena. Enrique Rico, el nuevo número dos del PSOE-M, comenzó su comparecencia "garantizando" la pervivencia de un Gobierno "de izquierdas" en la capital. Es decir, que no habrá moción a la alcaldesa y que el paso al PP de Esperanza Aguirre seguirá vedado. 

Es pronto para saber qué más derivadas tendrá la reavivada pugna dentro del PSOE-M. Pero con toda seguridad la bola de nieve no se parará de forma inmediata. Carmona ya lo ha dicho: no le van a callar. Y sabe que ahora puede sacar petróleo de su tirón mediático frente a una Puri Causapié más desconocida para la opinión pública. En la práctica, aspira a ser el portavoz socialista en los platós. 

Vuelo corto el de Antonio Miguel Carmona como candidato socialista al Ayuntamiento de Madrid y más aún como portavoz. El caramelo le ha durado menos de un año. Fue en octubre de 2014 cuando consiguió la banda de la nominación en unas primarias sin avales, bien pertrechado por el respaldo de la dirección regional, entonces en manos de Tomás Gómez, y de la cúpula federal, entonces y ahora en poder de Pedro Sánchez. Centenares de actos, segundos y segundos consumidos en tertulias de televisión y una intensa campaña no le sirvieron para devolver al PSOE a la Alcaldía, 26 años después. Se hundió él y se hundió el partido. Y ahora, a los 71 días de las elecciones del 24-M, pierde la portavocía del grupo en favor de su compañera Puri Causapié, miembro de la ejecutiva de Alfredo Pérez Rubalcaba. Aunque no se va, le echan como portavoz, sigue como edil y rechaza ser senador. Fuego a poquísimos meses de las generales. 

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