Las reglas de las 'matemáticas de Estado' del PP cambian cada día en función de los pactos con Vox

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Las matemáticas de Estado de Alberto Núñez Feijóo no son una ciencia exacta. Si hace apenas unos días el líder del PP explicaba que Vox no tenía derecho a entrar en el Gobierno extremeño porque sólo representaba al 8% de los votantes, y sí tenía sentido que formase parte del Govern de la Generalitat en la Comunitat Valenciana porque en este caso había obtenido el 12%, ahora esas reglas han cambiado. 

Forzado por la necesidad de torcer el brazo a la candidata extremeña, María Guardiola, para que aceptase una coalición con la extrema derecha, el líder del PP ha tenido que buscar una nueva fórmula para explicar por qué su partido actúa de manera diferente en comunidades distintas. La regla ahora es: la entrada de Vox en gobiernos liderados por el PP sólo tiene sentido allí donde la investidura depende del voto favorable de Vox y no donde basta con la abstención.

“Hacen falta principios”, remarcó obviando su propio cambio de opinión. “Mi criterio [en Extremadura] es que hace falta que Vox vote ‘sí’ porque no tenemos votos suficientes y no superamos a toda la izquierda, así que lo lógico es que forme parte del gobierno para el que vota ‘sí’. Sin embargo, para aquellos otros en los que no necesitamos el ‘sí’ [Murcia] lo lógico es que se mantengan fuera del gobierno. En València y Extremadura necesitábamos el ‘sí’ de Vox y este era mi criterio”.

El caso de Murcia

La ventaja de este replanteamiento es que da soporte argumental a la estrategia del PP en Murcia, donde pretende gobernar en solitario porque tiene más escaños que la izquierda a pesar de que Vox obtuvo en la región nada menos que un 17% de los votos.

Las nuevas matemáticas de Feijóo tratan de presionar a Vox en vísperas de que Fernando López Miras se someta a la investidura en el parlamento murciano. “No puedo creer que Vox vote con el PSOE, es un error que pagarán en las urnas”, dijo el lunes por la tarde en un acto organizado por el diario La Razón.

Es lo mismo que el líder del PP hará si el 23J le depara entre 150 y 160 escaños, que según sus cálculos serían más que los que obtendrían PSOE y Sumar (Feijóo nunca contabiliza como izquierda los votos y los diputados de ERC, Bildu, la CUP o BNG). En una entrevista en El Programa de Ana Rosa (Telecinco), explicó por primera vez dónde está el límite en escaños por debajo del cual aceptará meter a Vox en su gobierno y por encima del cual intentará gobernar en solitario: “Tener más escaños que la izquierda, que está en los entornos de 150. Pero mi objetivo no es sacar 150, es sacar una mayoría suficiente para gobernar, que es superior a 150”. “¿160?”, el preguntó la conductora del programa. “Sí, y a partir de ahí empezamos a hablar para tener un gobierno sólido”, respondió. 

Vox no está de acuerdo

Los ultras no lo ven así. Su secretario general, Ignacio Garriga recordó que la mayoría absoluta de Mariano Rajoy “no sirvió”, en su opinión, “absolutamente para nada” y aseguró que lo mismo sucedería con un Gobierno en solitario de Alberto Núñez Feijóo con 150 o 160 escaños.

“El PP obtuvo mayoría absoluta después de uno de los peores presidentes que ha padecido España, José Luis Rodríguez Zapatero, y no sirvió absolutamente para nada. Imagine para qué pueden servir 150, 160 o cuantos escaños considere Feijóo para gobernar en solitario. Para nada”. Para evitar dudas, reafirmó la posición de su partido: Vox no va a “regalar ni un voto a nadie”.

El propio Feijóo confirmó haber hablado con Santiago Abascal sobre los pactos pendientes en Murcia y Aragón y que Vox sigue insistiendo en entrar en los gobiernos. Y lanzó una advertencia: “Los votantes están tomando nota del tema”, que Vox pone en peligro la formación de gobierno en Murcia o Aragón. “Si no votan al PP es que están a favor del sanchismo”, acusó. Y eso tiene consecuencias: “Si bajan en las encuestas es porque hay votantes de Vox que no están de acuerdo” con lo que están ordenando sus líderes. 

Estrategia

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Desde que Sánchez convocó elecciones anticipadas el PP se ha visto condicionado por su dependencia de Vox y la necesidad de llegar a acuerdos para consolidar su poder municipal y autonómico. Los ultras les han marcado el paso en la Comunitat Valenciana y en Extremadura, forzando además en este caso una humillación de la líder del PP, a cuya “intensidad emocional” atribuyó Feijóo que en un primer momento rechazase el pacto. Santiago Abascal está marcando el paso de los acuerdos, exigiendo más allí donde el PP se muestra más reticente (Extremadura y Murcia) y soltando hilo en el resto (Comunitat Valenciana y Balears). 

A 19 días de las elecciones, Génova sigue intentando librarse de esa estrategia y hacer creer a los votantes que un gobierno en solitario de Feijóo es posible. Incluso uno con mayoría absoluta. Feijóo lo apuntó este lunes diciendo que el PP está “a 25 escaños” de conseguirla y repitiendo que ese es su modelo, por más que ninguna encuesta le acerque a esa posibilidad. Y pone como ejemplo a Isabel Díaz Ayuso, que según él fue capaz de movilizar “el voto útil de los madrileños” precisamente cuando más presión estaba recibiendo del Gobierno de Sánchez y de Vox, que se negó a apoyar sus presupuestos. 

De momento, Génova no ha conseguido imponer estas narrativa. Los pactos con Vox y la dependencia de la extrema derecha siguen dominando el escenario y todo apunta a que lo seguirán haciendo en los próximos días de la mano de la investidura de Marga Prohens en Balears y de Fernando López Miras en Murcia.

Las matemáticas de Estado de Alberto Núñez Feijóo no son una ciencia exacta. Si hace apenas unos días el líder del PP explicaba que Vox no tenía derecho a entrar en el Gobierno extremeño porque sólo representaba al 8% de los votantes, y sí tenía sentido que formase parte del Govern de la Generalitat en la Comunitat Valenciana porque en este caso había obtenido el 12%, ahora esas reglas han cambiado. 

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