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El futuro de Rajoy depende de que Sánchez convenza al PNV para que respalde su moción de censura

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Fernando Varela

La aritmética parlamentaria coloca, una vez más, al PNV en una situación decisiva. Los votos de sus cinco diputados son imprescindibles para que prospere la moción de censura con la que el PSOE pretende derribar a Mariano Rajoy, sacar del Gobierno al PP y aupar a la Moncloa a Pedro Sánchez. Todo gracias a la decisión de Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos, de no respaldar la iniciativa a menos que el PSOE acepte el papel de la moción como mero instrumento para convocar inmediatamente elecciones anticipadas.

Las cuentas son sencillas. El PSOE tiene 84 diputados (85 si se suma el único parlamentario de Nueva Canarias, que obtuvo su escaño en coalición con los socialistas en las elecciones de 2016). La suma de Unidos Podemos (67) y Compromís (4) eleva esa cifra a a 156. El anunciado respaldo de Esquerra Republicana (9 escaños) y del PdeCAT (8) aumenta los votos a favor de Pedro Sanchez a 173. De manera que, para alcanzar la cifra mágica de los 176 escaños (la mayoría absoluta del Congreso, donde tienen voto 350 personas) imprescindible para derribar a Rajoy y hacer de Sánchez el nuevo presidente del Gobierno hacen falta los cinco votos de los nacionalistas vascos —EH Bildu tiene dos escaños, insuficientes para sacar adelante la moción, aunque la formación abertzale decidiese apoyarla—.

En contra de la moción de censura están el PP (134 escaños), sus confluencias (dos diputados de UPN y un tercero de la formación asturiana FAC) y la única parlamentaria de Coalición Canaria. Eso suma 138 escaños, a los que hay que añadir los 32 votos de Ciudadanos, lo que deja la cifra en 170.

¿Qué hará el PNV? Según su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, como mínimo los nacionalistas vascos están dispuestos a hablar con Pedro Sánchez y a escuchar qué es lo que quiere hacer, entre otras cosas en relación con las instituciones vascas y con Cataluña. “En función de la valoración que hagamos tomaremos la decisión en el momento oportuno”, precisó. En cualquier caso, Esteban celebró que la moción de censura se haya planteado “con un presupuesto aprobado en el Estado, ya que si no la circunstancia podría ser dramática”.

 

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, atiende a los medios en Bilbao.

Todo dependerá, según fuentes del nacionalismo vasco consultadas por infoLibre, del programa con el que Sánchez pretenda conseguir su apoyo. El PNV no se siente “concernido” por la pelea entre el PP y el PSOE, de manera que, a falta de que los socialistas concreten qué quieren hacer, “lo lógico sería una abstención”. Eso es, exactamente, lo que el PNV hizo en la votación de la moción de censura que defendió el año pasado Pablo Iglesias.

En el fallido intento de investidura de Sánchez en 2016, en cambio, el PNV votó en contra. Claro que, en aquel momento, los socialistas había llegado a un acuerdo con Ciudadanos, la formación política más antagónica para los nacionalistas vascos. Y en los contactos previos a la votación el PSOE apenas se esforzó en ofrecer contrapartidas, según las mismas fuentes.

Todo indica que Sánchez aún no ha empezado a hablar con los demás partidos de la oposición en busca de apoyo y que lo hará, con toda probabilidad, a lo largo de los próximos días. A última hora del viernes, al menos, no lo había hecho ni con Podemos ni con Ciudadanos, según pudo confirmar infoLibre en fuentes de ambas organizaciones.

En todo caso, Pedro Sánchez optó este viernes por dejar en un segundo plano la aritmética parlamentaria y poner todo el foco en la idea de que la moción de censura es obligada después de que Mariano Rajoy se haya negado a asumir responsabilidades y dimitir una vez que la sentencia de la Gürtel ha condenado al PP por corrupción.

Sánchez cuenta con el respaldo unánime de su dirección y aspira a que el Comité Federal convocado para el próximo lunes despeje cualquier duda que los barones críticos puedan tener sobre la moción, especialmente en relación con el respaldo anunciado por el PDeCAT y Esquerra.

Y eso que su decisión de presentar la moción antes de la reunión de la Ejecutiva no sentó nada bien a los dirigentes de la dirección que no habían sido consultados. Una cuestión de formas que uno de ellos resumió, irónicamente, diciendo: “Parece que hemos pasado de ‘hay que consultarlo todo con las bases’ al caudillismo”.

 

José Luis Ábalos, Pedro Sánchez y Adriana Lastra, durante la reunión de la ejecutiva en la que el secretario general del PSOE comunicó a su dirección que ya había presentado la moción de censura.

La reunión, de hecho, duró apenas quince minutos. Y en ella Sánchez se limitó a pedir prudencia a los miembros de la Ejecutiva porque espera que en los próximos días las fuerzas políticas y mediáticas contrarias a la moción intenten mostrar divisiones en el seno del partido. Concluido el trámite, la vicesecretaria general, Adriana Lastra, puesta en pie, forzó un aplauso de todos los presentes de adhesión a Sánchez.

La unanimidad en la Ejecutiva es el resultado de que los socialistas están convencidos de que, independientemente de que salga adelante, la mera presentación de la moción ha servido para devolver a Sánchez la iniciativa política que había perdido en los últimos meses en favor de Ciudadanos. La dura sentencia de la Gürtel ha puesto en bandeja al líder socialista la posibilidad de poner patas arriba el tablero de juego obligando a todo el mundo a retratarse, especialmente a Albert Rivera, justo cuando el líder naranja trataba de distanciarse del PP.

Ciudadanos, a contrapié

Apenas unas horas después de afirmar, con toda gravedad, que España no puede seguir siendo gobernada por un partido condenado por corrupción, Ciudadanos se vio superado por la presentación de la moción de censura. Rajoy no puede legalmente atender su demanda de elecciones anticipadas —tampoco es partidario de hacerlo, como confirmó él mismo en rueda de prensa desde La Moncloa— y el PSOE no acepta su petición de convertir la moción de censura en un mecanismo limitado a la convocatoria inmediata de elecciones.

Sin margen de maniobra, Cs anunció a continuación que buscaría promover una moción alternativa con el objetivo de que disolver las Cortes y celebrar elecciones, aunque ni siquiera tiene escaños suficientes para presentarla: se necesitan 35 y sólo tiene 32.

Consumada la presentación de la iniciativa que promueve llevar a Sánchez a la Moncloa, el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, se alineó con el discurso del PP y de Mariano Rajoy y acusó al líder del PSOE de “prisas y oportunismo” y de aceptar el apoyo “de los separatistas y de los populistas”.

 

José Manuel Villegas, secretario general de Ciudadanos, en rueda de prensa desde València.

En contraste con lo que ocurrió hace apenas unos días, cuando Rivera ni siquiera quiso ponerse al teléfono cuando Pedro Sánchez intentó hablar con él para que aceptase respaldar a Ángel Gabilondo como nuevo presidente de la Comunidad de Madrid en vez de al candidato del PP, Cs sí quiere ahora hablar con el secretario general del PSOE para pedirle que retire la moción de censura.

Sánchez dejó claro que no se presenta para convocar elecciones, al menos no inmediatamente, y se limitó a decir que lo hará más adelante, pero sin concretar fechas. Lo cierto es que el calendario no deja muchos huecos libres: en los próximos meses habrá elecciones autonómicas en Andalucía y en mayo de 2019 tendrá lugar el superdomingo electoral que reúne en una sola jornada las elecciones municipales, las europeas y las autonómicas —en trece comunidades—.

Sobre su programa avanzó apenas tres enunciados: defensa del ordenamiento constitucional —que es su manera de decir que seguirá aplicando el 155 en Cataluña y no hará la más mínima concesión al independentismo—, regeneración democrática y aprobación de medidas urgentes de carácter social, aunque no concreto de qué estaba hablando.

El trámite

Una vez presentada en el registro, la moción tiene que ser admitida a trámite por la Mesa, lo que ocurrirá con toda probabilidad el el lunes o el martes. A partir de ese momento se abre un plazo de dos días para que cualquier grupo pueda plantear una moción alternativa.

La fecha del debate la fijará la presidenta del Congreso, Ana Pastor, después de hablar con el candidato. Será, en todo caso, a partir del lunes 4 de junio.

Será la cuarta moción de censura de la democracia, la segunda contra Rajoy y, si consigue salir adelante, la primera que logra derribar a un presidente. La primera la protagonizó Felipe González contra Adolfo Suárez en 1980, y a pesar de su fracaso dio al líder socialista la oportunidad de aparecer como alternativa ante la opinión pública —dos años después obtuvo una aplastante victoria electoral—.

La segunda fue promovida en 1987 por Antonio Fernández Mancha, que en aquel entonces acababa de estrenarse como líder de Alianza Popular —el antiguo nombre del PP—. Aquel debate fue la tumba política de Hernández Mancha, hasta el punto de que en 1989 fue relevado del cargo y sustituido por Aznar.

La última vez que se votó una moción de censura en el Congreso fue hace sólo un año. Apenas unos días después de que Pedro Sánchez recuperase el control del PSOE en las primarias en las que batió a Susana Díaz, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, intentó sin éxito sustituir a Rajoy, pero sólo logró el apoyo de Esquerra, Comrpomís y EH Bildu.

La aritmética parlamentaria coloca, una vez más, al PNV en una situación decisiva. Los votos de sus cinco diputados son imprescindibles para que prospere la moción de censura con la que el PSOE pretende derribar a Mariano Rajoy, sacar del Gobierno al PP y aupar a la Moncloa a Pedro Sánchez. Todo gracias a la decisión de Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos, de no respaldar la iniciativa a menos que el PSOE acepte el papel de la moción como mero instrumento para convocar inmediatamente elecciones anticipadas.

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