La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

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Los vascos, camino de las urnas. Este domingo se celebran las elecciones más abiertas en décadas en Euskadi con una dura e histórica pugna por el primer puesto entre el PNV y EH BIldu. Y esa Cámara, a tenor de las encuestas, verá subir la representación de los diputados soberanistas (con cuotas superiores al 70%). Pero se da una gran paradoja en este nuevo escenario: el sentimiento independentista, en cambio, está en mínimos históricos.

Actualmente, en Vitoria hay una suma total de 52 escaños pertenecientes a los nacionalistas y a la izquierda abertzale, lo que supone un 69% de la representatividad. Pero ese bloque (que ahora mismo está muy alejado para un pacto de Gobierno) tiene todavía mejores perspectivas para este domingo por la creciente subida demoscópica de EH Bildu. Según la última encuesta de 40dB para El País y la Cadena Ser, las dos formaciones pueden llegar a 58 asientos (un 77% por ciento de la Cámara). En el sondeo de El Correo del pasado domingo se concretaba en 55 (lo que equivaldría al 73,3% de la representación). Unas cifras que son todavía más altas si se comparan con las de hace dos legislaturas, ya que en 2016 el espacio soberanista contaba con 46 diputados (61,3%).

Pero esto no ha supuesto una lógica de crecimiento del sentimiento independentista. Al revés, la tendencia ha sido hacia la baja en una comunidad donde el tema territorial ha ido desapareciendo de la primera línea a favor principalmente de cuestiones sociales como la vivienda, las pensiones, la precariedad laboral y el sistema público sanitario. En el último Sociómetro del mes de marzo elaborado por el Gobierno vasco se registra el nivel más bajo de partidarios de la independencia en la serie histórica desde 1998: sólo un 22% quiere la separación de España.

Esto contrasta con los niveles más altos, que se alcanzaron en 2014 en plena crisis económica, cuando un 30% de la población quería salir de España. También esa sensación alcanzó cotas muy fuertes en 2006, con un 28% a favor, en plena tensión territorial con las consecuencias de la elaboración del conocido plan Ibarretxe, que fue tumbado a su paso por el Congreso de los Diputados.

"Tan vasco como español"

La otra cara de la moneda es que ahora mismo la opción contra el no a la independencia es la mayoritaria en la sociedad vasca con un 37%, lo que supone haber cambiado las tornas respeto a 1998 (el inicio de la serie histórica ) cuando era la tercera opción (por debajo de las respuestas de “estar o no de acuerdo según las circunstancias” y el “sí”). El rechazo a esa separación ha ido creciendo especialmente desde 2014 y dio un subidón especialmente desde la pandemia (en 2021 llegó incluso a un 40% de ‘no’ a la ruptura).

Además, según los datos del propio barómetro de marzo, el “sentimiento” mayoritario entre los ciudadanos de la comunidad, con un 40% de respaldo, es sentirse “tan vasco como español” (una opción que registra en los últimos años sus cotas más altas). La segunda opción es la de “más vasco que español”, que aglutina al 24%, mientras que sólo el 19% se siente “únicamente vasco” (una respuesta que ha bajado 12 puntos desde el año 1998). El 6% de la población se define sólo como español y un 4% más español que vasco. Todo ello en una sociedad que en la escala de cero a diez sobre el nacionalismo se autositúa en el 5 (la misma media que se viene repitiendo, décima arriba o abajo, desde el año 2010).

Esta radiografía se refleja en que el tema de la independencia no ha protagonizado la campaña. El propio candidato del PNV, Imanol Pradales, reconocía estos días que la soberanía no está en el debate público: “Este país ha vivido con tanta tensión el terrorismo de ETA que en esta fase de resaca ha hecho bajar esa pulsión soberanista”. “Otros apostaron por la ruptura y ahora han venido a las posiciones del PNV”, indicaba. EH Bildu, en su giro estratégico, ha colocado la independencia en un segundo plano. Su aspirante, Pello Otxandiano, se expresó así en el debate de El Diario Vasco: “Yo soy legítimamente independentista, pero yo no estoy planteando la independencia. Es más, en EH Bildu hay gente que no es independentista, que es federalista, pero todos convenimos en el punto del respeto a la libre decisión de la sociedad vasca”.

El nuevo "estatus" del PNV, la "consulta habilitante" de EH Bildu

Los programas electorales también son la muestra de que el tema de la independencia ha quedado orillado. El PNV, en pleno descenso según las encuestas, hace toda una declaración de intenciones en su documento y pone como principales prioridades salud, educación, vivienda, reto demográfico, servicios sociales, igualdad y políticas LGTBiQ+. El apartado de Identidad y reconocimiento nacional no aparece hasta la página 67 y sitúa en el centro que la “actualización del autogobierno vasco debe incluir una renovación y adecuación de nuestro haber competencial a las actuales demandas y necesidades de la sociedad vasca”. Marca como metas: culminar el Estatuto actual, recuperar el autogobierno recortado a lo largo de la experiencia autonómica y ampliar el quantum competencial.

El texto, en su página 69, aborda la necesidad de un nuevo “estatus”, sin fijar plazos. Propone el reconocimiento “nacional” de Euskadi a través de un futuro acuerdo de actualización del autogobierno para recoger “el sentido de pertenencia a una nación ampliamente compartido en la sociedad vasca”. En todo momento habla de negociación con el Estado basándose principalmente en la disposición adicional primera de la Constitución y de la disposición adicional del Estatuto de Gernika.

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Además, cree que ese nuevo estatus a negociar debe contemplar como uno de los elementos singulares y centrales el “derecho a decidir”: “Entendemos que la plena realización de los derechos históricos del pueblo vasco, como manifestación institucional de su autogobierno, se exterioriza a través del derecho a decidir de su ciudadanía libre y democráticamente expresado, siendo su ejercicio pactado con el Estado”.

En el programa de EH Bildu, de 150 páginas, la soberanía no es el tema central, sino que ocupa tres páginas y no se habla en ningún momento de manera concreta de independencia. Lo que sí hace es apostar por otra relación con el Estado y exige la “concreción de procedimientos claros para el ejercicio del derecho a decidir”. Para ello marca la idea de una “consulta habilitante” para validar un marco “confederal”, además de plasmar el interés por “impulsar un ámbito institucional estable” con Navarra e Iparralde.

Además, durante estos días el PNV ha marcado especialmente el “abismo” que mantiene de modelos sociales y económicos con EH Bildu como principal arma para evitar el sorpasso y se ha evitado intentar un tándem para gobernar que lleve a la cabeza el camino hacia la independencia, a diferencia de lo que ha pasado, por ejemplo, en Cataluña durante la última década. Y es que el independentismo catalán y vasco no han ido de la mano durante el ascenso del procés y sus estrategias han sido totalmente diferentes. Ahora mismo la población catalana apuesta mucho más por el soberanismo que la vasca, con un índice a favor de la independencia del 42% (aunque le supera el no con un 51%). El PNV, ligado históricamente a CiU, no ha contado con la presencia de líderes de Junts durante la campaña. En cambio, EH Bildu sí tendrá en su mitin final al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de ERC, que quiere subirse a la ola de la izquierda abertzale para impulsarse de cara al 12M.

Los vascos, camino de las urnas. Este domingo se celebran las elecciones más abiertas en décadas en Euskadi con una dura e histórica pugna por el primer puesto entre el PNV y EH BIldu. Y esa Cámara, a tenor de las encuestas, verá subir la representación de los diputados soberanistas (con cuotas superiores al 70%). Pero se da una gran paradoja en este nuevo escenario: el sentimiento independentista, en cambio, está en mínimos históricos.

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