La periodista Nativel Preciado utiliza en su nuevo ensayo la figura de un joven politólogo, llamado Guillermo y apodado Brown, como interlocutor que la interroga desde la indignación y el reproche a la generación de políticos y periodistas que protagonizaron la Transición. A continuación, infoLibre adelanta el capítulo 10, titulado Beautiful people, pelotazo, puertas giratorias, corrupción, en el que la autora relata el protagonismo de esta minoría elitista que "ha contribuido decisivamente a fraguar la decepción y el distanciamiento de la ciudadanía de sus gobernantes".
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“El estado del bienestar entraña la protección de la mayoría débil frente a la monría fuerte y privilegiada”.
Tony Judt
Hubo un tiempo en España en el que la beautiful people acumuló gran parte del poder político y financiero. Fue, lamentablemente, durante el primer Gobierno socialista. No es fácil describir las andanzas de aquel grupo de «gente guapa» que concitó los odios de cuantos vivían fuera de un clan formado por una minoría elitista de privilegiados, fascinados por el lujo, el dinero y el poder. A aquella gente que presumía, sobre todo, de elegante y exquisita, mi definición le resultaría ofensiva. Aceptarían con gusto lo de «minoría de privilegiados», pero no podrían soportar que les atribuya pasión por el lujo y el dinero. Peor aún si me remonto a sus orígenes.
– No sé adónde quieres ir a parar –me sermonea Brown–, pero sería mejor que no retrocedieras demasiado en el tiempo. Supongo que recuerdas el objetivo que nos trajo aquí.
Lo recuerdo perfectamente y creo que la beautiful ha contribuido decisivamente a fraguar la decepción y el distanciamiento de la ciudadanía de sus gobernantes. Ellos son el origen de la cultura del pelotazo, de la corrupción y de las puertas giratorias.
Todo empezó en la finca de La Dehesilla, cercana a Oropesa, propiedad de Justino de Azcárate, cuya hija Isabel se casó con Mariano Rubio. En la finca se reunían los amigos de la familia. Tendría que hacer un árbol genealógico, con todas sus ramificaciones, para entender hasta qué punto influyeron en el reparto endogámico que se erigió en clase dirigente política y económica del país. No digo que la ilustre familia de los azcárate se pueda considerar beautiful y, menos aún, en el sentido de que estuvieran implicados en caso alguno de corrupción o practicaran la cultura del pelotazo. Solo que tan insignes apellidos (Azcárate, Bustelo, Calvo-Sotelo, Entrecanales…) resultaban muy atractivos para una banda de oportunistas poco escrupulosos que buscaban, como los girasoles, su lugar al sol que más calienta, traficando con privilegiadas influencias familiares.
Justino de Azcárate, intelectual de impecable pedigrí, regresó en 1977 de su exilio en Venezuela y fue nombrado senador por designación real [21] en las primeras Cortes Constituyentes (1977-1979). Tuve la ocasión de entrevistarlo y me contó que, antes de aceptar el nombramiento, le advirtió al rey Juan Carlos: «Es que soy republicano, Majestad», lo cual no supuso impedimento. Había sido, además, efímero ministro republicano en el gobierno de conciliación, presidido por Diego Martínez Barrio, que se formó en la noche del 18 al 19 de julio de 1936, con el frustrado intento de evitar el inicio de la guerra civil. Así que ni le dio tiempo a tomar posesión del cargo, porque al regresar de León, fue detenido en Burgos por los sublevados y encarcelado en Valladolid. Se libró de la prisión al canjeársele por el falangista Raimundo Fernández Cuesta y, ya en libertad, se fue al exilio. Fue cuñado de José Entrecanales, casado con su hermana María, y su tío Gumersindo de Azcárate fue uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, que dio origen al Colegio Estudio, fundado por Jimena Menéndez Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro, en el que se formó gran parte de la beautiful.
–No me interesa lo más mínimo lo que me estás contando. Parece un cruce entre el Gotha y el Hola del franquismo.
No seas impaciente, Brown, y toma nota de los apellidos, ya verás cómo se va cerrando el círculo. Con tu permiso, sigo con la retahíla de nombres. Continúo con una breve referencia a Claudio Boada, Leopoldo Calvo-Sotelo, José María López de Letona, Alberto Monreal Luque y el patriarca de todos ellos, Rafael del Pino, una de las mayores fortunas de España, cuyos descendientes hoy andan a la gresca. Calvo-Sotelo y Del Pino eran cuñados, y este a su vez, primo de López de Letona, e íntimo amigo de Claudio Boada. Entre los Del Pino y los entrecanales se repartían la construcción de carreteras, aeropuertos y el resto de las infraestructuras públicas y privadas. Durante el franquismo y la primera Transición ya ocupaban los puestos estratégicos del poder económico (luego pasarán al político para regresar de nuevo al económico, como uso exclusivo para promoción pioneros de las puertas giratorias), y se perfilan como el germen del clan o, para que lo entiendas mejor, de la casta. Ellos facilitaron los primeros nombramientos de Mariano Rubio, Francisco Fernández Ordóñez, Miguel Boyer, Carlos Bustelo… más aún cuando llega a La Moncloa Calvo-Sotelo. No quisiera abrumarte con más apellidos, pero forman parte de un poderoso lobby que colocaba a sus parientes y amigos en puestos clave del entramado financiero-político-empresarial (INI, Banco de España, administración, Gobierno…). Durante su década dorada, la de los ochenta, lo controlaban todo. Fueron los amos de España. Solo un ejemplo del continuo trasiego. Miguel Boyer, superministro económico de Felipe González, abandonó el Ministerio de Hacienda (fundamentalmente para que lo dejaran en paz y así casarse con Isabel Preysler) y le colocaron en la Presidencia del Banco Exterior. Francisco Fernández Ordóñez se fue del Banco Exterior y lo nombraron ministro de Asuntos Exteriores. Y así sucesivamente, porque las puertas giratorias funcionaban a pleno rendimiento.
Subrayo que su etapa de plenitud les llegó, lamentablemente, con Felipe González en La Moncloa. No soy yo la que lo lamenta, sino sus numerosos adversarios, sobre todo, los propios militantes socialistas, porque la derrota del Gobierno socialista se debió en parte a sus graves escándalos de corrupción, que facilitaron, además, la llegada de José María Aznar al poder en 1996. «Tiene cojones que la plusvalía de la victoria electoral la cobren los de la beautiful», dijo Alfonso Guerra, la persona que más detestaba al clan de los veranos marbellíes y que unos años antes me había dicho en una entrevista, a propósito de los apellidos Boyer, Ordóñez, Bustelo…: «Yo no rechazo a las personas que proceden de otra extracción social y quieren entrar en el PSOE, pero la mayoría de los militantes socialistas van por otros derroteros (…) el origen social de las personas es un factor condicionante. Al final, lo que rezuma, lo que se nota de verdad es de dónde vienes: del regalo de la abundancia o de la escasez y la lucha por la supervivencia». Cuando le pregunté si le habían invitado alguna vez sus compañeros a las fiestas en Marbella, respondió airado: «Ese no es mi mundo. Es un mundo falso, ignorante, que por un lado me produce aversión y por otro compasión».
En 1992 estalló el caso Ibercorp, un banco de inversiones gestionado por Manuel de la Concha, exsíndico de la Bolsa de Madrid, que se dedicó a gestionar carteras, entre otros, de su íntimo amigo Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, Miguel Boyer, exministro de Economía y Hacienda, Vicente Albero, ministro de Agricultura, Juan Antonio García Díez, exministro de UCD, López de Letona, también exministro de UCD y exgobernador, y otros con cargos menos relevantes. Para no arriesgarse a lo que inevitablemente sucedió, todos ocultaban su identidad tras nombres falsos y cuentas opacas. De la Concha fue condenado dos veces, pero solo pasó un mes en prisión. Rubio presentó su dimisión, pero hasta dos años más tarde no se descubrió que él también había ocultado 130 millones de pesetas en una cuenta secreta de Ibercorp. Fue acusado de estafa, delito fiscal y falsedad continuada, delitos a los que el juez añadiría los de cohecho, uso de información privilegiada, negociaciones prohibidas a funcionarios y tráfico de influencias. Lo detuvieron en su casa y le llevaron a la prisión primero de Carabanchel y después de Alcalá Meco, donde solo pasó 12 días, tras pagar una fianza de 15 millones de pesetas. Quedó traumatizado para el resto de su vida, que no fue muy uso exclusivo para promoción larga, pues murió de cáncer a los 67, cinco años después. El escándalo Rubio forzó la dimisión de Carlos Solchaga, exministro de Economía y Hacienda y, en aquel momento, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, por su responsabilidad in vigilando como ministro de Economía que había sido entre 1985 y 1993.
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La caída en desgracia de la beautiful puso a los pies de los caballos al Gobierno socialista. Pero no fueron los únicos, porque en ese año de 1994, estalló el enfrentamiento más cruel que haya existido nunca entre los distintos clanes del partido socialista, felipistas contra guerristas. A la redacción de Tiempo nos llegaban todos los días dosieres con graves acusaciones de unos contra otros. Había de todo, complejas operaciones político-financieras, dinero negro, cuentas opacas en paraísos fiscales y hasta hijos secretos y líos de faldas o de pantalones, según como se mire. Felipe González estaba convencido de que se había puesto en marcha una auténtica conspiración contra los socialistas.
Años más tarde, Luis María Anson declaró al semanario que la conspiración existía y en ella estaban implicados una serie de destacados periodistas que se hicieron eco de informes secretos con asuntos delicados, para comprometer al Gobierno socialista y evitar su reelección. Yo tuve alguno de aquellos dosieres en mis manos. Le dimos la portada y se convirtió en el número más vendido de la historia de Tiempo. Te doy la fecha por si quieres consultarlo, 23 de febrero de 1998. Luego, Anson matizó y dijo que no se podía considerar exactamente una conspiración, sino una especie de coartada periodística. Pero te veo distraído, dejémoslo aquí, ya hablaremos mañana, si te parece, de los otros casos de corrupción.
[21] Según establecía la Ley de Reforma Política, una quinta parte de los senadores debían ser designados directamente por el Rey. Fueron designados 41 senadores entre personalidades independientes (Antonio Pedrol, Camilo José Cela, Julián Marías, José Luis Sampedro, José Ortega Spottorno, Juan Ignacio Uría o Alfonso Escámez), algunos militantes de partidos políticos (Alfonso Osorio, Juan de Arespacochaga, Fernando Abril Martorell, Torcuato Fernández Miranda, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja, Rodolfo Martín Villa) y varios amigos de Juan Carlos de Borbón, entre otros, Jaime Carvajal, Miguel Primo de Rivera o Manuel Prado y Colón de Carvajal, junto a militares, juristas o empresarios hasta completar la lista.
La periodista Nativel Preciado utiliza en su nuevo ensayo la figura de un joven politólogo, llamado Guillermo y apodado Brown, como interlocutor que la interroga desde la indignación y el reproche a la generación de políticos y periodistas que protagonizaron la Transición. A continuación, infoLibre adelanta el capítulo 10, titulado Beautiful people, pelotazo, puertas giratorias, corrupción, en el que la autora relata el protagonismo de esta minoría elitista que "ha contribuido decisivamente a fraguar la decepción y el distanciamiento de la ciudadanía de sus gobernantes".