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El año electoral

Cuando los hechos importan, pero menos: el ‘efecto túnel’ y la campaña más polarizada de la historia

Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo.

La campaña electoral empieza este lunes. Da igual que no se pueda pedir el voto para municipales y autonómicas hasta mediados de mayo y que las generales ni siquiera estén convocadas. Si el presidente Pedro Sánchez agota la legislatura, tal y como promete, serán doce meses de intensa refriega política en la que dos bandos principales, la derecha de PP y Vox, de un lado, y la izquierda de PSOE y Unidas Podemos, del otro, intentarán que la opinión pública abrace su propia narrativa de lo que ha sido la legislatura y de lo que está por venir. Dos relatos opuestos e incompatibles de los que depende la composición del Congreso de los Diputados para los próximos años.

El primer problema, subraya el profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) Pablo Simón, es que “no vamos a tener unas elecciones municipales y autonómicas” vinculadas “a la gestión de los ayuntamientos y regiones”. “Las encuestas apuntan a que en torno al 40% de los electores de España, cuando van a meter en la urna la papeleta municipal o autonómica, tienen también en cuenta el nivel nacional. Esto ya nos da a entender que estas elecciones son muy particulares, porque se produce lo que llamamos una contaminación entre arenas electorales”. Es decir, que “los temas se mezclan” y el votante no sólo piensa en su ayuntamiento o su comunidad sino que también “tiene en la cabeza cómo está la situación en el conjunto del país”. Es un fenómeno que ocurre cuando se superponen varios comicios a la vez.

En esta ocasión, además, “va a haber dos dinámicas distintas durante la campaña”. En primer lugar vamos a tener la de “aquellos que quieren convertir estas elecciones en una especie de primera vuelta de las generales. Es algo en lo que el PP y la derecha tienen un interés muy particular”. 

Eso significa que tratarán de que los debates públicos giren en torno a temas nacionales y tengan muy poco que ver con los asuntos autonómicos o locales. Porque si la elección estuviese dominada sólo por los temas que le atañen, “que sería lo bueno desde una perspectiva democrática”, recuerda Simón, “quien tiene ventaja es quien gobierna, porque es quien pilota los temas y puede exhibir una credencial de gestión”. Y en ese caso, concluye, “beneficia más a la izquierda que a la derecha, porque la izquierda gobierna en más sitios que la derecha”. De ahí que el PP y Vox tengan “mucho interés” en que las elecciones de mayo se “contaminen” con la agenda nacional.

La segunda dinámica que va a entrar en juego, explica el profesor de la UC3M, son los temas de debate, los asuntos sobre los que se discuta durante la campaña. “Lo que sabemos es que el tema territorial normalmente moviliza mucho más al elector de la derecha y puede dividir o desmovilizar al elector de la izquierda. Por el contrario, si predominan los temas sociales, “donde tradicionalmente la izquierda juega con ventaja, lo que es seguro es que las medidas del Gobierno pueden tener más apoyo o más popularidad. En los sondeos sale que en torno a la mitad de los electores del PP está de acuerdo con un impuesto a las eléctricas o a la banca”, recuerda.

Quien consiga imponer el marco general tiene mucho ganado. Es un factor decisivo a la hora de determinar si una campaña va a ir bien o mal a uno o a otro partido

Verónica Fumanal — Experta en comunicación y analista política

Este tipo de políticas son las que pueden cambiar el eje de la discusión y decidir qué partidos ocuparán más espacio de manera transversal. Los que van a ser capaces de conquistar lo que algunos llaman todavía el espacio de centro. 

La experta en comunicación y analista política Verónica Fumanal tiene claro que “quien consiga imponer el tablero de juego parte con una ventaja muy importante”. De “los temas de que se hable” dependen la motivación del voto y las razones por las que va a ir a votar la gente. No es lo mismo ir a votar porque la situación económica va bien o mal que porque Cataluña está “apaciguada o es un elemento de fricción”. “Quien consiga imponer el marco general tiene mucho ganado. Es un factor decisivo a la hora de determinar si una campaña va a ir bien o mal a uno o a otro partido”.

Y ahí también caben los errores. Hay algunas formaciones que tienen “estrategias tan radicalizadas que son la paradoja de Pedro y el lobo: si todos los días anuncias que va a venir un lobo y te va a comer, cuando viene nadie se lo cree. Y algunos partidos, posiblemente arrastrados por opciones políticas más radicalizadas, llegan a unos argumentos que son inverosímiles. Ni en España hay un golpe de Estado diario ni el país se rompe desde el punto de vista territorial todos los días. Eso es mentira”, subraya.

José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos, coincide a la hora de señalar la importancia que va a tener la narrativa que predomine en el momento de las elecciones. “De hecho, el Gobierno contaba con que los próximos comicios tuvieran lugar cuando el reparto económico de los fondos europeos Next Generation hubiera demostrado que existen salidas diferentes a las también diferentes crisis económicas”. En este caso, una salida más social centrada en los ciudadanos y, sobre todo, en aquellos con mayores necesidades. 

¿Quién lo haría mejor?

“Pero es cierto que la inflación y, sobre todo, la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania han hecho tambalear esa estrategia”, apunta. “Además, por supuesto, lo de Cataluña: llegar a las elecciones con una Cataluña social y políticamente destensada difuminaba los probables ataques electorales desde el bloque de la derecha”.

En su opinión, el Gobierno “todavía está a tiempo de esto. Incluso si la situación económica empeora. Porque la pregunta que habría que responder es: ante un empeoramiento de la situación económica, ¿lo haría mejor un Gobierno de la derecha?”

Durante la Gran Recesión de 2007-2008 la respuesta a esta misma pregunta “era contundente: la abrumadora mayoría de los españoles (incluyendo a una parte importante del electorado del PSOE) pensaba que sí. Y se materializó en la mayor mayoría absoluta lograda nunca antes por el PP”, recuerda Ferrándiz.

En cambio, en la crisis sanitaria (con su consecuente crisis económica) la respuesta a esta pregunta “ya no era tan evidente: ¿Un gobierno alternativo del PP de Pablo Casado la habría gestionado mejor? La respuesta mayoritaria (también entre los votantes del PP) fue que no”.

“Si te das cuenta”, razona el director de Estudios Políticos de Ipsos, “en la primera crisis el Gobierno negó durante meses una crisis que para los ciudadanos era evidente que existía. Eso le pasó factura porque mandó el mensaje de que no estaba actuando para intentar combatir algo que no existía. Por otro lado, durante la crisis sanitaria, el mensaje de la oposición de que la gestión de la pandemia por parte del Gobierno estaba siendo desastrosa no caló entre la ciudadanía. Es decir, que no siempre la percepción o la realidad que se construye desde los equipos de comunicación de los partidos políticos es efectiva. O no siempre es tan efectiva como a ellos les gustaría”.

El marco se ha movido y ahora lo que importa es si lo que se cuenta es verosímil o no lo es

Pablo Simón — Profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III

En un escenario tan polarizado, en el que los contendientes relatan escenarios políticos y económicos opuestos, es inevitable pensar en la responsabilidad de los medios a la hora de fijar qué es real y qué no lo es. Ahí “todos tememos que entonar un poco el mea culpa”, admite Fumanal. “Existe una fraccionamiento de la opinión publicada” responsable del llamado efecto túnel; ese fenómeno por el cual perdemos ángulo de visión y sólo vemos lo que tenemos delante. 

Los “medios de comunicación cada vez son menos mainstream [de amplio espectro] y cada vez más de nicho. Y eso condiciona una visión de la realidad sesgada hacia el marco editorial que cada uno de ellos quiere vender”. 

“Tú escuchas una radio por la mañana y piensas que el país no va del todo mal. Y luego escuchas otra radio donde todos los días están anunciando cinco o seis apocalipsis. En función de cuál consideres o creas tenderás a votar a una opción o a otra. La responsabilidad de los medios es fundamental y de hecho estamos viviendo ahora mismo, en medios de comunicación importantes, una batalla tremenda”.

Se refiere Fumanal, sin citarlos, a la competencia feroz abierta en los espacios informativos de las mañanas, que hasta hace poco dominaba casi en exclusiva La Sexta, y a los despidos que planea Telecinco, en algunos casos con una motivación aparentemente política. 

¿Qué hacer?

¿Cómo sobrevivir entonces? Fumanal aconseja a los electores que no escuchen, lean o vean sólo un medio de comunicación sino que, sin irse a los extremos, contrasten con alguno de los generalistas situados en el arco ideológico contrario. Deben hacer “un esfuerzo por entender los argumentos que se dan en esas informaciones, sin descartar la fuente sólo por tratarse de una cabecera que consideran adversaria en lo ideológico”.

¿La realidad ya no es decisiva? Pablo Simón cree que “el marco se ha movido” y ahora lo que importa es si lo que se cuenta “es verosímil o no lo es. Si es creíble o no una información más allá de que sea verdadera o falsa”. Y pone un ejemplo: “¿Es factible que se produzca un referéndum de autodeterminación en Cataluña? No. Todo el mundo objetivamente dice que no tiene ningún sentido porque constitucionalmente no puede ser. Pero ¿es verosímil que Pedro Sánchez pudiera conceder dicho referéndum? Sí”. 

¿Por qué es verosímil? “Porque da igual que sea verdad o no que lo vaya a hacer”, lo que importa es que a quienes han construido la narrativa de que Sánchez se apoya en los independentistas y cede ante ellos en todo lo que le piden les sirve “para insistir en que [el referéndum] terminaría pasando, aunque tú sepas que no va a pasar”. 

Opinamos, decidimos y actuamos en función de nuestra percepción de la realidad. Y para esa construcción de la realidad echamos mano de diferentes fuentes que no siempre tienen el mismo peso

Jose Pablo Ferrándiz — Director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos

En este contexto “el peso que vaya a tener la información es relativo. Lo que va a importar es cómo se configuran esos temas”, tanto la variable entre lo local y lo nacional como la agenda general. 

A eso hay que sumar, añade Simón, factores imprevistos. “Van a emerger algunos temas que aún no conocemos simplemente porque hay otros agentes que pueden tener un impacto en el debate público”. Puede ser, pone como ejemplo, “un juez que en enero tome la decisión de revisar un caso por el nuevo delito de malversación”. O el impacto de la agenda legislativa del Gobierno, “que sabemos que también va a ser importante porque toca la ley de vivienda o la ley de pensiones”. 

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Ahí, no obstante, quien juega con ventaja es el Ejecutivo. “Normalmente los gobiernos suelen tener más capacidad de condicionar la agenda que otros actores, porque el Boletín Oficial del Estado da mucho poder”. Lo que no quita que vayan a emerger narrativas distintas. “Si ves una televisión, todo mal; y según la que veas, todo bien. Lo interesante es ver los grises”, apunta.

Ferrándiz asegura que, al final, “opinamos, decidimos y actuamos en función de nuestra percepción de la realidad. Y para esa construcción de la realidad echamos mano de diferentes fuentes que no siempre tienen el mismo peso. Entre ellas están, por supuesto, las opiniones de los líderes políticos, la de los líderes económicos y sociales y la de los medios de comunicación”, pero no sólo. También consideramos la voz “de los líderes de opinión local”, y ahí “nuestros referentes más cercanos pueden ser un familiar, un vecino, el peluquero… Alguien del que me fío y cuya información incorporo para crearme mi propia opinión”. Así como “nuestra propia experiencia, aunque esta suele ser limitada”.

El director de Ipsos otorga un papel fundamental a los medios y a su capacidad de “dirigir la atención de la opinión pública hacia ciertos temas particulares que presentan como los más sobresalientes y problemáticos en cada momento”. Y en un momento de “elevada polarización política” como la actual, que afecta también a los medios, “parecen existir dos bloques ideológicos que presentan realidades contrapuestas que, en forma de espiral, amplifican la polarización política. Lo que en otras circunstancias podría (y debería) ser entendido como diferentes interpretaciones de la realidad que enriquecerían el debate público y los diferentes puntos de vista, en momentos de polarización como los actuales se convierte en una defensa a ultranza de mi posición (de mi realidad) frente a la del otro. Y en momentos como estos todo sirve para la causa: también la desinformación”.

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