La huelga que se articula este jueves 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no es una huelga al uso. Las promotoras, agrupadas en la Comisión 8M y en las diferentes comisiones territoriales que orbitan a su alrededor, hablan de pararlo todo. Y eso no se reduce únicamente a la esfera laboral, académica y de cuidados, sino que pone el foco también sobre el consumo. "Queremos construir estrategias de consumo alternativas al capitalismo que respeten nuestras vidas", señala la comisión del País Valencià. Un consumo, añade, que sea "consciente, sostenible y de proximidad, un consumo que no explote a los otros pueblos".
El modelo sobre el que se sustenta el mercado, denuncian las organizadoras de la huelga, perjudica específicamente a las mujeres. No sólo a través de la publicidad y el marketing, sino por cuestiones como el IVA sobre la higiene femenina o los productos catalogados como "femeninos" que tienden a ser "más caros que los masculinos". La conocida como"tasa rosa", es decir, el precio de más que pagan las mujeres por productos disfrazados de femeninos, pero similares a otros dirigidos a los hombres –cuchillas, champús, cremas–, ha sido calculada por la Universidad de California en un estudio que cifra la diferencia de precio en 1.400 dólares al año. A nivel mundial, las mujeres deben pagar además un IVA notablemente elevado por productos básicos. Las compresas y los tampones, en España, cuentan con un impuesto sobre el valor añadido del 10%. Sólo en Canarias el Gobierno ha decidido suprimir este gravamen desde enero del presente año.
Ecologistas en Acción, que ha llamado a participar activamente en la huelga, explica los motivos del paro de consumo aludiendo al binomio entre capitalismo y patriarcado. La activista ecofeminista María Garrido explica en conversación con infoLibre que "el propio sistema productivo causa problemas que tienen efecto diferencial en hombres y mujeres". Este sistema, continúa, está basado en la apropiación "del trabajo gratuito realizado por mujeres, como los cuidados, que es el mecanismo de poder tener a trabajadores activos tantas horas". Por otro lado, "la producción desmedida o el extractivismo" inciden de manera más acusada en las mujeres, en el sentido de que "el deterioro ambiental va unido al deterioro de las condiciones de vida, que se resuelven de forma precaria y a través de un reparto injusto de las tareas del hogar".
Ocurre, además, que el sistema económico propicia una "división sexual del consumo que perpetúa y fortalece el modelo binario y los estereotipos sexistas". En este escenario, recalca la organización, resulta fundamental el papel de la publicidad como elemento que "deshumaniza" a las mujeres y las "reduce a objetos de consumo". Garrido subraya que "el capitalismo, todo su sistema productivo y el patriarcado están ligados" de modo que el consumismo "se alimenta con estereotipos de género y origina inseguridad e insatisfacción" en las mujeres.
La huelga, por tanto, busca "visibilizar que el eje de la economía no puede ser el beneficio económico de unos pocos, sino las vidas dignas de todas las personas". La organización aspira a poner sobre la mesa "otras prácticas de consumo colectivas, no despilfarradoras, saludables para las personas y para el medio y generadoras de comunidades cohesionadas y responsables, promovidas de forma mayoritaria por mujeres".
El diálogo en las calles
Las comisiones feministas han encontrado en la calle la manera más eficaz de llegar a las mujeres para difundir la huelga de consumo. "La forma más directa de encontrar espacios de encuentro y dar el salto intergeneracional es en la calle", sostiene Garrido. Marta Pascual, activista de Ecologistas en Acción, reconoce que la huelga de consumo tiene, quizá, "un poco menos de visibilidad", pero entiende que forma parte de un camino. "Este año empieza a aparecer, a estar presente, pero el año que viene lo estará más" y el éxito, pronostica, será progresivo.
Grupos feministas de varios territorios a nivel estatal se han puesto manos a la obra para informar sobre la huelga de consumo allá donde se encuentran sus protagonistas: los mercados y centros comerciales. En Madrid, varios grupos de la Asamblea 8M acudieron el pasado sábado a los mercados activos en municipios de la capital. En el mercado de Vallehermoso del céntrico barrio de Chamberí, las feministas hablaron durante toda la mañana con las compradoras sobre la importancia de plantear el consumo desde una perspectiva "responsable".
Las activistas apostaron entonces por "informar de todo lo que significa y toda la extensión que tiene, que va más allá de lo individual". El colectivo lanzó una pregunta tajante: qué pasaría si un día más de la mitad del mundo deja de consumir. Buscan, con ello, que se tome conciencia de que las mujeres son "parte de este sistema y si ellas paran, el sistema se desploma". "Vivimos en una sociedad en la que se consume demasiado y se aprovecha muy poco. En la que, además, la mayoría de los consumidores somos mujeres y en la que si nosotras paramos, el país se para", añadía una de las activistas durante la jornada.
Las comisiones feministas también han iniciado una campaña basada en introducir mensajes en los bolsillos de las prendas de ropa que se encuentran en tiendas de moda, para que quien las coja sea receptora de frases como "tu cuerpo es tu hogar no tu cárcel" o "eres más que una talla". Esta, dice Garrido, es una "estrategia de contrapublicidad" que sirve para "lanzar de forma cómplice y en la boca del lobo el mensaje".
Parar el consumo
¿De qué forma se hace una huelga de consumo? Ecologistas en Acción ha elaborado una pequeña guía orientativa en la que establece cuatro pasos: el boicot a empresas, la difusión informativa en centros comerciales y de barrio, no hacer compras el día antes y organizar comidas colectivas.
Lo primordial, explica María Garrido, es no consumir ese día ni los anteriores más que lo estrictamente necesario. Además de ello, agrega, otras estrategias consisten en "visibilizar marcas que usan como parte de su forma de promocionarse cuestiones patriarcales, como la publicidad sexista", de modo que el boicot se prolongue más allá de la fecha señalada. Es necesario, estima la activista, "difundir recursos que no limiten la acción a ese día y aportar argumentos de género para no consumir" determinadas marcas. En esta línea es igualmente fundamental visibilizar alternativas. Se trata de promover un "consumo más acorde con ideales de justicia y feminismo", como iniciativas de comercio justo.
Marta Pascual matiza que la huelga se dirige esencialmente a no consumir en grandes superficies ni grandes marcas, "que tratan a las mujeres de forma denigrante o a la tierra de forma destructiva". El objetivo, dice, consiste en "crear un debate sobre la forma de consumo, que se empiece a hablar de que el consumo es una forma de opresión y a la vez una forma de poder". Es precisamente del debate que se genere de donde deben surgir alternativas, basadas en un "modelo de reducción de consumos triviales, defensa de los consumos necesarios para toda la población, del reparto justo, de consumos locales, de pequeños productores en condiciones laboralmente dignas, ecológicas y sostenibles para la tierra".
Las mujeres, subraya Ecologistas en Acción, tienen un "enorme potencial como consumidoras para reorientar la producción". Las pequeñas acciones cotidianas, acompañadas por campañas colectivas feministas, "pueden visibilizar y detener prácticas sexistas, abusos comerciales o publicidad denigrante, así como generar otros hábitos de consumo más sanos social y ambientalmente". Ante el modelo imperante, feministas y ecologistas llaman a un tipo de consumo de proximidad, sostenible, que priorice "orientar la producción a las necesidades humanas y no al beneficio económico", zanja Marta Pascual.
La Asamblea Feminista Las Tres Rosas, de El Puerto de Santa María (Cádiz), llama a no consumir el día de la huelga aunque aclara que, de ser necesario, el consumo de barrio se configura como la opción más viable. Finalmente, otra de las acciones específicas pensadas para el 8 de marzo es la organización de comidas populares: "Juntarte con gente, llevar tu propio tupper y aprender a socializar".
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infoLibre publica una serie de reportajes centrados en cada uno de los cuatro ejes del 8M. El primero lo puedes consultar aquí:
Huelga de cuidados: cuando el trabajo de las mujeres nunca termina
La huelga que se articula este jueves 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no es una huelga al uso. Las promotoras, agrupadas en la Comisión 8M y en las diferentes comisiones territoriales que orbitan a su alrededor, hablan de pararlo todo. Y eso no se reduce únicamente a la esfera laboral, académica y de cuidados, sino que pone el foco también sobre el consumo. "Queremos construir estrategias de consumo alternativas al capitalismo que respeten nuestras vidas", señala la comisión del País Valencià. Un consumo, añade, que sea "consciente, sostenible y de proximidad, un consumo que no explote a los otros pueblos".